30. Fin

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No sé cuánto ha pasado. Podrían haber sido siglos o solo un instante. El tiempo, para los inmortales, es una ilusión. Pero estar atrapada en este lugar infinito, suspendida entre memorias y verdades enterradas, ha sido abrumador.

El sello... Dentro de mí yacía información sin alterar, oculta en los pliegues de mi existencia. Al principio no lo comprendía, pero a medida que las proyecciones del pasado desfilaban ante mí como un teatro eterno, entendí. En especial, un recuerdo en particular.

La diosa Edén observaba a su esposo caminar de un lado a otro, inquieto.

-Siento su energía, Edén. Y cada vez que intento localizarlo, me duele la cabeza -su voz, grave y desgarrada por la preocupación, me estremeció.

-Erian, creo que estás siendo paranoico. Es tu hermano, no puede ser tan malo. -Ella trató de calmarlo, rodeando su cuello con los brazos. Casi automáticamente, él posó sus manos en su cintura. Sentí que invadía algo muy íntimo.

-Te equivocas, mi amada Edén. Codicia el puesto de Dios Supremo, y más aún, a ti. No olvides que manipuló la mente de Isis para envenenarte cuando estabas embarazada.

Erian hablaba con una urgencia desconocida para mí. No era el dios sereno y sabio que siempre había conocido.

-No lo olvido... pero no hay manera de que entre aquí.

-Uriel... lo he notado raro.

La diosa se quedó en silencio.

-Hay cosas que no podemos evitar, mi amor.

-¿Qué propones, Erian?

-Guardar toda la información dentro de Ameliel... y dejar que las cosas sigan su curso.

La idea le dolía. Se reflejaba en la tensión de su rostro. Pero así lo hicieron. Planes estructurados, basados en cientos de posibilidades.

En una de ellas aceptaron.

Reulan intentó asesinarlo con la daga de Azael, a través de Uriel. Pero la daga no podía matar al Dios Supremo, solo separarlo de su divinidad, trataron de manipular a la diosa Edén, pero Erian dejó una fracción de su energía en ella, asegurando que cualquier hechizo fuera temporal. Le concedió el poder de crear, y así nacieron los hombres lobo.

Y en todas ellas, contaban con que yo caería... con que me enamoraría... y con que tendría un hijo.

Una verdad más me golpeó. Mi hijo estaba vivo. El cadáver que sostuve en mis brazos no era el mio, sino el del hijo de la luna a quien ayudé. Los ángeles los habían intercambiado. Porque mi hijo era más poderoso que cualquiera. Era un conector. Pero Lucifer intervino y arruinó sus planes.

Pude hablar con Eos a través de la sangre de mi Aled. Y más verdades emergieron.

Soy la guardiana de la historia celestial.

Ahora sé dónde estoy. Mi cuerpo físico yace dentro de un roble antiguo, custodiado por la tierra misma. Mi energía se ha fundido con la naturaleza, un estado entre la vida y la muerte.

Recuerdo muchas cosas. Otras las olvidé.

No sé cuánto tiempo ha pasado. Solo sé que algo importante se ha desvanecido en la niebla de mi mente. Algo sacrifiqué para saber lo que sé. Pero la certeza se diluye en la confusión.

Tal vez, cuando despierte, el mundo ya no será el mismo.

O tal vez nunca despierte.






Fin














Pero no olviden, cada fin también es un comienzo, simplemente no lo sabemos en el momento.

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