Capítulo 46: Radiance

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   Caprichosa y controladora, fiera a la hora de la batalla, implacable contra sus enemigos, poderosa tanto en el mundo onírico, como el físico, eso, ya lo habíamos dicho, pero, alguna vez hemos contado algo más de ella, salvo algunos pequeños recuerdos, ¿cierto?

● Ha nacido sin garras y patas — murmura una sacerdotisa del templo de Unn.
● Y sus ojos son dorados, tan aterradores como los germen de luz — susurra otra.
● Definitivamente será una diosa maldita, ni adoradores, ni tierras tendrá en este mundo — por fin, suelta otra con desdén.
● ¡Silencio! — grita una joven sacerdotisa, desde la multitud — ¡es una de las hijas del dios Unn, respeten!
● ¡Sacerdotisa Isma! — exclama la más osada y bajando el rostro, continúa — lo siento,yo...
● No vuelvas a faltar el respeto, a la pequeña diosa, ¿entendido? — interrumpe Isma, con un rostro que contrasta, con lo que conocemos de ella — ¡salgan!

Grita de tal forma, que hasta el más valiente obedeció, puesto que todos saben, que cuando la sacerdotisa mayor se enfada, es patas, para que las quiero.

● La diosa de los ojos dorados — susurra Isma, al acercarse al nido de la pequeña — perdónalos, tienen miedo de las profecías, tienen miedo, porque tu nacimiento, indica el termino de los adoradores de Unn, esos tontos, solo le temen al cambio — suspira y con tristeza observa a la ahora despierta larvilla — amarás y serás amada, pero a la vez odiada, jamás serás feliz, no en tus tierras... te juro, que te voy a proteger todo el tiempo que pueda, no dejaré que estos idiotas, te hagan daño.

Y así, con una promesa, la que posteriormente se conocería como, Isma, la bondadosa, se fue hablar con el mismísimo Unn, para pedir la custodia de la pequeña diosa, hasta la jornada de su unción.

● Eres la sacerdotisa mayor, por ende, eres la dama de mi amada raíz — explica la babosa gigante.
● Permitame, aunque sea ser su maestra y le juro, que nunca dejare de lado mis obligaciones en el templo o la señorita raíz, le reitero mi palabra — ruega Isma, rodilla al suelo, mientras piensa — si no lo hago, esos ignorantes matarán de hambre a la pequeña.

Y luego de pensarlo, Unn habla, dando su aprobación, siempre y cuando, la sacerdotisa cumpla las condiciones y además, porque leyó los pensamientos de esta.

● ¿Qué quieres? — pregunta una cochinilla robusta, al parecer, encargada de la cocina.
● Vine a buscar algo de comer — casi en un susurro habla la pequeña diosa.
● ¿Tú, otra vez? — de pronto llega la sirvienta mayor.
● Dice que tiene hambre — habla la cocinera.
● Pues dale un huevo podrido y que se vaya — la sirvienta mayor suelta.

La cocinera obedece y pone el huevo en un plato, entregándolo a la pequeña, quien a penas puede tomarlo, de hecho, termina dejándolo en la mesa del lugar.

● Eso sucede, cuando un insecto nace defectuoso — comenta la sirvienta a la cocinera, en un susurro, bastante audible para la pequeña — nada que ver con la dama raíz, ella es perfecta.
● Elegante y culta, su destino está marcado en ser la reina de nuestras tierras — menciona la cocinera, sin ningún tipo de consideración.

Y, seguirían hablando, sino fuera porque sintieron una voz familiar, llamando a la pequeña, quien nunca levantó la cabeza.

● ¡Al fin te encuentro! — sonríe Isma y al verla intentando comer,  se acerca — ¿huevo podrido?, a ti no te gustan las cosas ácidas — y mira a las dos hembras que trabajan, haciendo cualquier cosa — ¿por qué la señorita tiene un huevo podrido?, es más, ¿por qué ninguna de ustedes la está ayudando a comer siquiera?
● Tengo mucho trabajo sacerdotisa Isma — alega la cocinera.
● Yo, también, con su permiso — se libera la sirvienta mayor, corriendo del lugar, seguida de la cocinera.

Hallownest; El Reino por Reconstruir (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora