XXI

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La noche en el bar transcurría con risas y música. Los amigos de Jeonghan, ajenos al torbellino de emociones que él intentaba ocultar, bromeaban y bebían como si la noche fuese interminable. Jeonghan reía con ellos, pero sentía el cansancio pesándole en los hombros. Se había acostumbrado a los días tranquilos de Jeonju, y después de un tiempo de estar fuera de la gran ciudad, había olvidado lo agotador que podía ser el bullicio de una salida nocturna.

Entre risas, Jeonghan tomó un sorbo de su bebida y miró a Soonyoung, quien seguía contándole una historia extravagante. Pero sus pensamientos vagaban, volviendo una y otra vez a ese beso. Ese beso fugaz y significativo que había compartido con Seungcheol. ¿Acaso Seungcheol sentía lo mismo que él?

Se desperezó un poco, sintiendo el cansancio aumentar, y finalmente decidió que era hora de irse.

—Me parece que hasta aquí llego, chicos —anunció, poniéndose de pie y dirigiéndoles una sonrisa de disculpa—. Estoy exhausto.

—¿Tan pronto? —protestó Soonyoung, mirándolo con una expresión de incredulidad mientras levantaba su vaso en su dirección—. ¡Vamos, Jeonghan, apenas estamos empezando!

—Déjalo ir, Soonyoung —rió Minghao, dándole un ligero codazo a su cita.

Minghao hizo unos gestos extraños señalando a lo lejos a Seungcheol para que Soonyoung finalmente entendiera el porqué debía dejarlo ir. Asintió en silencio con una sonrisa juguetona.

Jeonghan negó con la cabeza, riendo, mientras se despedía de cada uno de ellos con un apretón de manos y abrazos ligeros. Se sintió envuelto en una mezcla de afecto y nostalgia; aunque apenas llevaba unas semanas en Jeonju, estos amigos ya se sentían como una pequeña familia.

Cuando se giró para salir, vio a Seungcheol volver del baño y acercarse a él con una sonrisa leve, pero llena de intención.

—¿Ya te vas? —le preguntó Seungcheol, mirando hacia la puerta—. ¿Necesitas que te lleve?

Jeonghan dudó por un momento, sorprendido de que Seungcheol se ofreciera. Sentía su corazón latir más rápido al verlo ahí, esperando su respuesta. Finalmente, asintió con una tímida sonrisa.

—Si no es mucha molestia... me vendría bien un aventón.

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Cuando ambos salieron del bar, el aire fresco de la noche los envolvió, aliviando un poco el cansancio de Jeonghan. Seungcheol caminó a su lado, en silencio, hasta llegar a su moto. Jeonghan lo observaba de reojo, sintiéndose nervioso, como si el beso de antes aún flotara en el aire entre ellos.

—Toma esto —dijo Seungcheol, extendiéndole un casco y ayudándolo a ajustarlo con cuidado. Jeonghan lo miró de cerca, sintiendo su respiración acelerarse.

—Gracias... —murmuró Jeonghan mientras se subía detrás de él.

Seungcheol sonrió y se subió a la moto, esperando a que Jeonghan se acomodara detrás de él. Aunque Jeonghan intentaba no mostrarse demasiado ansioso, el estar tan cerca de Seungcheol, sintiendo la calidez de su cuerpo a través de la chaqueta, le hacía imposible evitar que su corazón latiera más rápido. Con cautela, colocó sus brazos alrededor de la cintura de Seungcheol, aferrándose suavemente mientras la moto arrancaba.

Durante el trayecto, Jeonghan se dejó llevar por el sonido de la noche y la sensación de libertad que le daba el viento en su rostro. Pero más que todo, estaba absorto en la cercanía de Seungcheol, en el calor que irradiaba y en cómo se sentía tan perfectamente bien, tan simple y tan correcto estar junto a él de esa manera.

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Cuando llegaron a la casa de Jeonghan, Seungcheol apagó la moto y se quitó el casco, volteándose para mirar a Jeonghan mientras este también se quitaba el suyo, aún sosteniéndolo entre sus manos.

▸ Verano en Jeonju ៸៸ 𝙅𝙚𝙤𝙣𝙜𝘾𝙝𝙚𝙤𝙡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora