El cálido aroma del café recién hecho aún flotaba en el aire, y Marta y Fina disfrutaban de un momento de calma en la cocina cuando, de repente, un golpeteo en la puerta interrumpió su serenidad. Marta, confundida, se miró con Fina antes de levantarse para abrir. Al hacerlo, se encontró con dos figuras familiares: Begoña, su cuñada, y Luz, la doctora del pueblo. Ambas parecían algo nerviosas, pero al ver a Marta, sonrieron.
—¡Hola, Marta! —saludó Begoña con un tono entusiasta—. ¿Podemos pasar?
Marta, sin poder evitar una sensación de inquietud, asintió y las condujo al jardín, donde el sol comenzaba a elevarse más, iluminando el espacio con una luz dorada. Fina las siguió, aun sintiendo la calidez de la conversación anterior. Al llegar al jardín, las cuatro se sentaron alrededor de la mesa donde habían desayunado, la atmósfera se tornó un poco más tensa.
—¿Qué tal, Begoña? ¿Luz? —preguntó Marta, intentando romper el hielo mientras servía café para todas.
—Todo bien, gracias. Solo queríamos ver cómo estabas —respondió Begoña, intercambiando miradas con Luz, que parecían guardar un secreto compartido.
Luz, siempre perspicaz, se percató de la conexión entre Marta y Fina. Mientras Marta servía, ella las observaba con atención. La manera en que se miraban, las pequeñas sonrisas que compartían, no pasaban desapercibidas para la doctora. Con un brillo en sus ojos, decidió romper la tensión.
—Así que, ¿qué hay entre vosotras dos? —preguntó directamente, causando que Marta se detuviera en seco, la jarra de café a medio verter.
Fina se quedó paralizada, mirando a Luz con una mezcla de sorpresa y nerviosismo. Era lo último que esperaba en ese momento. Marta, sintiendo el peso de la pregunta, giró la cabeza hacia Fina. Ambas se miraron a los ojos, un instante que parecía eterno, y sin decir una palabra, afirmaron lo que sabían que estaba sucediendo.
—Sí, hay algo —respondió finalmente Marta, su voz un poco temblorosa, pero firme, mientras le tomaba la mano a Fina.
La reacción de Begoña fue inmediata, una sonrisa cariñosa se dibujó en su rostro. Luz, por otro lado, parecía satisfecha por su observación.
—Ahora entiendo por qué el regalo de Jaime sigue sin abrirse —dijo Begoña, guiñando un ojo a Marta—. Y esas cartas que has recibido, Marta… ¿Te has planteado que pueden tener otro significado ahora?
Marta sintió que el rostro le ardía, pero no pudo evitar sonreír ante la mirada comprensiva de su cuñada. Fina, aun en estado de shock por la pregunta de Luz, se sintió aliviada al ver que no había juicio en la mirada de Begoña. Todo lo contrario, había apoyo.
—No esperaba que esto saliera a la luz de esta forma —dijo Fina, recuperando la voz—. Pero la verdad es que estoy muy feliz aquí, con Marta.
Luz, siempre directa, tomó un sorbo de café antes de seguir.
—Lo sé, es una época complicada para ser quien uno es, pero yo creo que el amor siempre debe prevalecer. ¿Cómo lleváis todo esto que os está pasando? —preguntó, haciendo un gesto con la mano que abarcaba tanto a Marta como a Fina.
Marta, sintiéndose más segura al compartir su verdad, se animó a hablar.
—Es complicado, especialmente porque estoy casada con Jaime. No es algo que pueda ignorar. Pero lo que siento por Fina es… —se detuvo, buscando las palabras adecuadas—. Es algo que no puedo describir. Me siento libre, sin máscaras. Es lo que siempre he buscado y querido.
Begoña y Luz intercambiaron miradas significativas, reconociendo el peso de las palabras de Marta. Luz, con un tono comprensivo, continuó.
—A veces, lo que la sociedad considera "normal" no siempre es lo que nos hace felices. Es admirable que estés explorando esto, Marta. Fina, ¿y tú cómo te sientes al respecto?
Fina, un poco más tranquila ahora, se armó de valor para responder.
—Al principio, fue confuso. Nunca pensé que tendría esta conexión con Marta, ya que de pequeñas me imponía bastante y no llegamos a cruzar ni una sola palabra. Pero todo se siente tan natural… tan correcto. No hay nada que desee más que estar a su lado.
La sinceridad en la voz de Fina resonó en el ambiente, creando una atmósfera de intimidad que envolvía a las cuatro mujeres. Begoña, con una sonrisa comprensiva, rompió el silencio.
—Siento que ambas os merecéis ser felices. Las dificultades vendrán, y será importante que os apoyéis mutuamente. La vida es demasiado corta para vivir con miedo.
Las palabras de Begoña calaron hondo en el corazón de Marta y Fina, llenándolas de esperanza y determinación. Mientras la conversación continuaba, Luz observaba a las jóvenes, reconociendo el amor que había crecido entre ellas. Sin embargo, su mirada también delataba una sombra de preocupación.
—Marta —dijo, con tono serio—, en este momento, la situación con Jaime es delicada. Si regresa, las cosas pueden complicarse. Debes estar preparada para las repercusiones.
Marta se tensó al escuchar el nombre de su esposo, la realidad de su situación regresando como un eco incesante. La tensión llenó el aire. Fina, al ver cómo Marta cambiaba su expresión, le apretó la mano, dándole un apoyo silencioso.
—Lo sé, Luz. Estoy tratando de estar lista para cualquier cosa —respondió Marta, aunque su voz tembló un poco.
Begoña, reconociendo el cambio en el ambiente, decidió cambiar el enfoque de la conversación.
—Hablando de cosas complicadas, Luz y yo tenemos nuestras propias batallas. —La risa ligera de Begoña contrastaba con el tema anterior—. ¿Recuerdas cuando nos conocimos en la universidad? Era un secreto a voces nuestra… relación.
Luz se sonrojó ligeramente, pero no pudo evitar sonreír al recordar aquellos momentos compartidos. Las historias de su juventud comenzaron a fluir, las cuatro mujeres compartiendo risas y recuerdos mientras se relajaban nuevamente.
Marta, observando a Fina reír junto a Begoña y Luz, sintió una profunda conexión con ambas. Sin embargo, en su interior, una inquietud persistía. Sabía que el momento en que Jaime regresara podría cambiarlo todo. Pero mientras las risas llenaban el aire y la luz del sol iluminaba el jardín, decidió disfrutar del presente.
—Hoy es un día precioso —dijo Marta, levantando su taza de café—. Propongo que disfrutemos de este momento juntas. Sin preocupaciones por el futuro.
Las demás asintieron, levantando sus tazas en un brindis improvisado. Pero en el fondo, el eco de las preocupaciones aún latía, recordándoles que la vida estaba llena de sorpresas, algunas de las cuales podrían cambiar su camino para siempre.
ESTÁS LEYENDO
Dulces Secretos 🧁🌙
FanfictionEn Cielos de Azúcar, Marta inaugura la pastelería que siempre soñó abrir junto a su madre, enfrentando sola los desafíos tras su muerte. Con la ayuda de sus amigas Luisita y Amelia, Marta intenta sobrellevar la decepción de la ausencia de su marido...