Tras la inesperada visita de Jaime, la tensión en la pastelería se sentía casi palpable. Marta no dejaba de dar vueltas al asunto, preocupada por lo que la intromisión de Jaime podía significar para el futuro de su negocio y de su relación con Fina. Decidió no quedarse de brazos cruzados, sino hacer frente a esta amenaza de la manera más decidida posible.
Esa tarde, Marta se reunió con Fina, Amelia y Luisita en la trastienda de la pastelería para discutir la situación. Todas compartían la preocupación y sentían que había algo más oculto detrás de la oferta del misterioso abogado.
—Jaime siempre ha sido un estratega —comenzó Marta, mirando a las chicas con seriedad—. Pero nunca había llegado a estos extremos. Es obvio que no quiere solo el negocio, sino también una forma de influir en mí y en lo que tenemos aquí.
Fina asintió, visiblemente molesta.
—Quiero hacer lo que sea necesario para proteger este lugar, Marta. No dejaremos que Jaime o nadie más juegue con lo que hemos construido aquí.
Amelia y Luisita intercambiaron una mirada cómplice antes de que Amelia hablara.
—No podemos enfrentarnos a alguien como Jaime o su abogado solo con buenas intenciones. Quizás deberíamos buscar a alguien que nos ayude a nivel legal… o incluso a nivel social. Hay personas en el pueblo que tienen mucha influencia y que podrían ser nuestros aliados.
Marta asintió. Sabía que Amelia tenía razón, pero también que conseguir ese tipo de apoyo no iba a ser fácil. Justo cuando estaban ideando un plan, escucharon un ruido en la puerta y vieron entrar a Isidro, el padre de Fina, quien traía un ramo de rosas blancas recién cogidas para la tienda.
—Perdonar si interrumpo —dijo Isidro con una sonrisa amable—, pero no pude evitar escuchar un poco. Quizá pueda ayudar en algo.
Marta, que había llegado a tomar cariño a Isidro, lo miró con gratitud.
—Isidro ¿Alguna vez ha oído hablar de Daniel Sandoval? Es un abogado que representa a un cliente muy interesado en nuestra pastelería —le explicó Marta.
Isidro frunció el ceño al escuchar el nombre y asintió despacio.
—He oído de él. Es un hombre astuto, siempre buscando negocios que puedan darle una buena rentabilidad para sus clientes. Suelen ser hombres de poder, no siempre con buenas intenciones. Pero algo más importante… creo que podríamos reunir algunos amigos que apoyen a la pastelería. Personas influyentes del pueblo que no estarían contentas de ver que un forastero se apodera de uno de los establecimientos más queridos aquí.
Isidro, quien siempre había sido una figura discreta, parecía ahora dispuesto a hacer lo necesario para ayudar a Marta y a Fina.
Durante los días siguientes, Marta y Fina trabajaron codo a codo con Amelia, Luisita y otros amigos de confianza del pueblo, buscando estrategias y reuniendo apoyo. Luisita, fiel a su palabra, contactó a su cuñado, quien accedió a investigar en los archivos sobre Sandoval y sus posibles clientes.
Una tarde, Luisita llegó con noticias importantes.
—Mi cuñado descubrió que Sandoval ha hecho negocios en otros pueblos cercanos —explicó—. Normalmente, empieza con una oferta atractiva a pequeños negocios, y cuando logran que los dueños vendan, transforman el lugar para otro tipo de clientela, desplazando a las personas de la zona. Es una táctica de acaparamiento bastante agresiva.
Marta se llevó la mano a la frente, pensativa.
—Entonces, si Jaime está detrás de esto, no es solo un intento de control… es una forma de cambiar el pueblo a su gusto, de moldearlo a su conveniencia.
Amelia, siempre directa, añadió:
—Y también tiene que ver con el poder que esta pastelería le da a Marta. Él sabe que este lugar no solo es una fuente de ingresos, sino un símbolo de su independencia. Jaime busca quitarle eso y… —miró a Marta y luego a Fina, notando la tensión en sus miradas— y también, a ti, Fina.
Fina, al escuchar estas palabras, miró a Marta con firmeza.
—No voy a permitir que haga eso, Marta. Vamos a proteger este lugar, cueste lo que cueste.
Mientras continuaban con el plan para proteger la pastelería, un encuentro inesperado tuvo lugar: una tarde en la que la tienda estaba cerrando, el abogado Daniel Sandoval apareció nuevamente, esta vez con un semblante más determinado.
—Señora de la Reina, Señorita Valero —comenzó Sandoval—, me temo que mi cliente está impaciente. Les sugiero que reconsideren su decisión; sería una lástima perder la oportunidad de asociarse con personas de tan alto nivel.
Fina, que sentía cómo la paciencia se le agotaba, no dudó en responderle con firmeza.
—Lo hemos dejado claro, señor Sandoval. Este lugar no está en venta y no aceptaremos presiones para cambiar de opinión.
Marta asintió, apoyando cada palabra de Fina. Sandoval, ante la falta de cooperación, esbozó una sonrisa calculada.
—Muy bien. Entonces, no tendrán inconveniente en enfrentarse a ciertas… consecuencias. Es una pena, porque creí que verían la oportunidad de progresar.
Con estas palabras, Sandoval se despidió con una sonrisa irónica, y Marta y Fina se quedaron en silencio, ambas sintiendo una mezcla de inquietud y determinación renovada.
Esa misma noche, cuando Amelia y Luisita se enteraron de la visita de Sandoval, reforzaron su apoyo a la causa y discutieron nuevas formas de actuar. Amelia tuvo una idea que pareció interesar a todas:
—Quizá podríamos organizar una fiesta en la pastelería, un evento para todo el pueblo, celebrando su historia y todo lo que representa. Esto no solo nos ayudará a reunir más apoyo local, sino que también mandará un mensaje claro a Sandoval y a Jaime.
La idea fue recibida con entusiasmo. Decidieron planificar un gran evento para el fin de semana siguiente, uno que no solo celebraría la historia de la pastelería, sino que también resaltaría su valor cultural y emocional para todos los habitantes del pueblo.
Llegó el día de la celebración, y el evento resultó ser mucho más concurrido de lo esperado. El jardín y el interior de la pastelería estaban decorados con luces y flores, y los invitados disfrutaban de dulces caseros, bebidas y música en vivo. Era una muestra vibrante de todo lo que la pastelería significaba para el pueblo, y las palabras de apoyo no tardaron en llegar. Marta y Fina se emocionaron al ver cómo amigos y vecinos les brindaban su respaldo incondicional.
Mientras la noche avanzaba, vieron a Isidro hablando con varias personas influyentes del pueblo. Marta y Fina comprendieron que no estaban solas en esta lucha y que contaban con el apoyo de su comunidad.
Hacia el final de la velada, Marta y Fina fueron al almacén de la tienda, intercambiaron miradas, conscientes de que el desafío no había terminado, pero sabiendo que tenían lo necesario para enfrentarlo.
—Gracias por todo, Fina —susurró Marta mientras el bullicio disminuía y la música envolvía el ambiente.
—Gracias a ti, Marta —respondió Fina—. No solo por lo que hemos logrado, sino por haberme permitido ser parte de esto contigo.
Ambas sonrieron mientras se agarraban las manos, seguras, de que la pastelería permanecería firme y que, juntas, podrían hacer frente a cualquier adversidad.
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Dulces Secretos 🧁🌙
FanficEn Cielos de Azúcar, Marta inaugura la pastelería que siempre soñó abrir junto a su madre, enfrentando sola los desafíos tras su muerte. Con la ayuda de sus amigas Luisita y Amelia, Marta intenta sobrellevar la decepción de la ausencia de su marido...