El sol estaba en su punto más alto, bañando de luz las calles de la ciudad, y la pastelería se llenaba con el ajetreo y la calidez del mediodía. Marta y Fina habían acordado reunirse allí después de pasar por la casa de Damián y recoger algunos documentos de interés para el negocio. Amelia y Luisita ya estaban en la pastelería, ayudando a organizar algunos productos en el mostrador, charlando animadamente mientras arreglaban las bandejas de bollería fresca.
Cuando Marta y Fina entraron, Amelia notó al instante el leve rubor en sus mejillas y la manera en que sus manos se rozaban disimuladamente al caminar. Se lanzaron una mirada cómplice con Luisita, intercambiando sonrisas curiosas. A pesar de que intentaban mantenerse al margen, el afecto entre Marta y Fina era cada vez más evidente, y la energía que irradiaban resultaba imposible de ignorar.
—¡Hombre, ya era hora! —bromeó Amelia con una sonrisa traviesa—. Pensábamos que os habíais escapado a algún sitio.
—¿Escaparnos? —respondió Marta, con una sonrisa y un destello de diversión en sus ojos—. No somos tan impredecibles, Amelia.
—¿Ah, no? —replicó Luisita, divertida—. Pues si os vierais desde fuera, se os nota algo diferentes hoy. Pero bueno, no vamos a insistir...
Luisita y Amelia compartieron una sonrisa antes de guiñarles el ojo a Fina y Marta, quienes se miraron entre sí, entre divertidas y algo avergonzadas. La conversación pronto se trasladó al negocio y a los planes de expansión de la pastelería, que iban tomando forma rápidamente con las ideas de Marta y el apoyo constante de Fina.
—Bueno, hemos pensado abrir un poco antes y ampliar las ofertas de temporada —comenzó Marta, sentándose en una de las mesas del fondo mientras hacía anotaciones en una libreta.
—Y quizá vender pasteles de encargo —agregó Fina con entusiasmo—. Los clientes ya nos lo están pidiendo, especialmente para fiestas y eventos.
—Me parece una idea maravillosa —dijo Luisita, observando a ambas con interés—. Sois el equipo perfecto, de verdad.
Marta y Fina intercambiaron una mirada llena de significado y sonrieron. La complicidad entre ambas se hacía más fuerte a cada día que pasaba, y para Amelia y Luisita era evidente que lo que compartían iba más allá de lo profesional. En medio de la charla sobre negocios, Amelia, que era observadora como pocas, decidió llevar la conversación en una dirección diferente.
—Bueno, bueno... tanto trabajo y poca diversión no es saludable —dijo Amelia, apoyándose en el mostrador y mirando a Marta y a Fina con un brillo en los ojos—. ¿Cuándo pensáis tomaros un descanso las dos? No todo es trabajo, ¿verdad?
Marta y Fina se miraron, y fue Fina quien respondió, tratando de disimular su sonrisa.
—Descansar, sí... de momento, disfrutamos del negocio. Aunque... Marta, ¿te apetece tomarte un día libre pronto?
—Puede que sí —respondió Marta, captando el doble sentido en la mirada de Amelia—. Pero primero queremos consolidar un poco más este proyecto.
Luisita miró a Amelia, quien le hizo una señal sutil. Ambas parecían tener algo en mente, y Fina se dio cuenta de que sus amigas no iban a desistir hasta que les contaran más sobre su relación.
—¿Sabéis? Nosotras también tuvimos que empezar poco a poco, pero mereció la pena —comentó Luisita con un tono lleno de ternura.
Fina miró a Marta, reconociendo en las palabras de Luisita la misma determinación que sentía ella. La tarde avanzaba, y Amelia y Luisita se despidieron al cabo de un rato, dejándolas a solas en la pastelería para cerrar.
Ya en el silencio de la tienda, Marta y Fina se miraron, con una mezcla de cansancio y satisfacción en los ojos. Había sido un día intenso, y sentían que cada día fortalecía sus planes y su relación. Marta se acercó a Fina y, con una sonrisa suave, le tomó la mano.
—Gracias por todo lo que haces por esta pastelería, Fina —murmuró Marta—. Y por todo lo que haces por mí.
—Es un placer hacerlo a tu lado —respondió Fina, entrelazando sus dedos con los de Marta—.
Ambas se quedaron un rato más en la pastelería, hablando sobre las conversaciones que habían mantenido con ambos padres, y sobre los regalos que Jaime le hizo a Marta, los cuales aún se mantenían cerrados.
ESTÁS LEYENDO
Dulces Secretos 🧁🌙
FanfictionEn Cielos de Azúcar, Marta inaugura la pastelería que siempre soñó abrir junto a su madre, enfrentando sola los desafíos tras su muerte. Con la ayuda de sus amigas Luisita y Amelia, Marta intenta sobrellevar la decepción de la ausencia de su marido...