13.Celebracion

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El día de la final llegó con la intensidad en el aire, pero para mí lo más importante no era el trofeo. Estaba en las gradas del estadio, observando a Jude calentar con el resto de su equipo, su rostro serio y enfocado. Yo, con Matías moviéndose en mi vientre, sentía la adrenalina tanto como si fuera a jugar.

Antes de que saliera al campo, lo busqué con la mirada. Cuando nuestras miradas se cruzaron, él vino hacia mí, una sonrisa nerviosa apareciendo en su rostro. Aproveché el momento y le solté la idea que había tenido desde la noche anterior.

- Si metes un gol hoy, celebra diciendo que esperamos a un niño. - le dije con una media sonrisa. - Lúcete.

Jude me miró, primero confundido, pero luego su sonrisa se amplió.

-¿Así, tipo ¿"tengo una sorpresa para el mundo"? -bromeó.

Asentí, riendo un poco.

- Exacto. Pero que no se note tanto la sorpresa. - le guiñé un ojo.

Me besó la frente con suavidad antes de irse al campo, y no pude evitar sentir una mezcla de nervios y emoción. Matías también se movió, como si supiera que algo grande iba a pasar.

Cuando el silbato sonó y el partido comenzó, cada segundo que pasaba me hacía brincar en mi asiento. España era fuerte, pero Inglaterra no se quedaba atrás. Y Jude, mi Jude, estaba jugando como si no hubiera mañana.

En el minuto setenta, ocurrió. Un pase perfecto, Jude controló el balón con su pie izquierdo y, con un toque sutil, envió la pelota al fondo de la red. El estadio rugió, pero lo mejor vino después.

Jude corrió hacia la esquina, recogió el balón y, en medio de la multitud y las cámaras, se lo metió bajo la camiseta. Levantó las manos, como si mostrara al mundo que él también esperaba un bebé. Mi bebé.

Se había visto épico y todos comenzaron a gritar ya después vendrían los problemas y diriamos las cosas como son, pero en ese momento debíamos disfrutar.

El estadio seguía en euforia cuando Jude terminó su celebración, pero sus ojos volvieron a buscarme entre la multitud. Nos miramos y, aunque estábamos a metros de distancia, sentí como si estuviera justo a mi lado. Me llevé las manos al vientre, acariciando a Matías, como si con ese gesto también pudiera decirle que todo iba a estar bien.

El partido continuó, pero para mí, todo lo demás pasó a segundo plano. Aunque España intentaba remontar, mi mente estaba enfocada en Jude, en el futuro, en lo que esa celebración significaba. Nunca había imaginado que un simple gesto podría hacerme sentir tan conectada con él, con nuestro bebé, con la vida que estaba por venir.

Pasaron los minutos y el marcador cambio ya iban 1-1 empate. Cuando el árbitro señaló los minutos de compensación, las emociones en el estadio se intensificaron. Todos gritaban, unos desesperados, otros llenos de esperanza. Yo solo quería que todo terminara.

Y entonces, el silbato final sonó.

El estadio rugía de emoción, pero no todo salía como habíamos imaginado. Después del gol de Jude, parecía que Inglaterra tenía el control, pero en cuestión de minutos, España dio la vuelta al marcador. Primero un empate que cayó como balde de agua fría, y luego, un segundo gol en el minuto ochenta y cinco, que terminó de silenciar a los ingleses.

El 2-1 brillaba en la pantalla, y aunque los ingleses no dejaron de pelear hasta el último segundo, el pitazo final llegó como un golpe. Inglaterra había perdido.

Me quedé allí, sentada, con una mezcla de emociones. Por un lado, me dolía ver a Jude derrotado, agotado y frustrado. Por otro, el orgullo por su gol y por la forma en que había anunciado la llegada de Matías seguía llenándome el pecho. Pero el sabor amargo de la derrota estaba ahí, y no podía ignorarlo.

Desde mi asiento, lo vi caer de rodillas al césped, con las manos en la cabeza. Algunos de sus compañeros lo rodearon, intentando consolarse mutuamente, pero Jude estaba inmóvil. Mi corazón se rompía por él. Sabía cuánto había trabajado, cuánto significaba para él esa final, y ver cómo se le escapaba el sueño frente a sus ojos era devastador.

Quise ir hacia él, pero me contuve. Sabía que en ese momento necesitaba estar con su equipo, procesar lo que acababa de pasar. Sin embargo, cuando nuestras miradas se cruzaron a la distancia, pude ver la mezcla de dolor y alivio en sus ojos.

Finalmente, se levantó y yo bajé hasta el campo minutos después y el se acercó a mi derrotado pero con una sonrisa tenue en los labios. Cuando llegó frente a mí, le tendí la mano, y él la tomó con fuerza, como si con ese simple gesto pudiera encontrar algo de consuelo.

- Lo siento. - me dijo, la voz quebrada por la emoción.

- No tienes nada que sentir. - le respondí, acercándolo a mí - Hiciste lo mejor que pudiste, y eso es lo único que importa.

Jude suspiró, mirándome con esos ojos cansados, pero llenos de amor. Luego, bajó la mirada hacia mi vientre y lo acarició suavemente.

- Aunque haya perdido, ese gol fue para él - murmuró, más para Matías que para mí.

-No perdiste del todo. - dije, esbozando una pequeña sonrisa-. Él sabe que su papá es un campeón, sin importar el resultado.

Nos abrazamos, y aunque el estadio ya estaba siendo invadido por los cánticos españoles y la euforia de su victoria, para mí ese abrazo lo significaba todo. Inglaterra no había ganado la copa, pero yo me sentía como la persona más afortunada del mundo por tener a Jude y a Matías conmigo.

-¿Sabes? -dije, mientras lo miraba a los ojos-. Lo más importante no era el trofeo. Lo más importante ya lo tenemos.

Jude sonrió, esa sonrisa que siempre lograba hacer que todo pareciera un poco mejor.

-Sí, tienes razón.








Heyyy,¿como los trata la vida? Espero que bien,les traigo otro cap,quería subirlos todos pero aún no están corregidos así que espero y me puedan esperar poquito más 🤏🏻

En mi perfil tengo otros Fanfic,quizá otros les interese y ya este avanzado o no se,para recompensar esto.

Se les quiereee.

¡YA SABENNNN!

19:04 p.m.
29-10-24

𝗣𝗨𝗡𝗧𝗢 𝗬 𝗔𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘-𝑨𝒍𝒂𝒏 𝒎𝒐𝒛𝒐-²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora