29. A SALVO.

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Pasaron 3 semanas en el barco. Los primeros 3 días el chico paso reposando, estaba agotado y como no tenía acceso a un obstetra para saber el estado de su bebé lo mejor era reposar. En su travesía no tuvo mayor problema más que saltar al agua 2 veces, así que en su consciencia el impacto era casi nulo, el bebé se movía, no había sangrado y no le dolía el cuerpo. Así que se sentía "cómodo" solo reposando para garantizar la protección de su bebé.
Y en esos días solo se levantaba para comer, tomar el sol... Escuchar a las personas que lo acompañaban.
Sabía que habían familias de cuatro y tres integrantes, que algunos escapaban por conflictos de guerra, otros por las promesas familiares de una vida mejor... Y otros estaban siendo traficados. Escuchaba idiomas extraños, otros no tanto, otros que se esforzaban por aprender el que iban a hablar al llegar a su destino.


Aunque el carguero había dicho que no haría nada por ellos resulto en todo lo contrario —a medias—; todos los días permitía a Jade salir por la tarde y recibir calor, también le consiguió una colchoneta. No era que fuera atento ni nada por el estilo, simplemente el carguero sentía que limpiaba la ayuda que una vez recibió de Fran.


Esa panza no tarda en estirar de nuevo– dijo Fran apenas rosando su dedo encima del estómago –es un bebé pequeño, no crecerá mucho– Jade sobaba su vientre sobre el suéter –sí, pero... bueno, aunque tienes buena altura, el padre es aún mucho más grande que tú– la duda se implanto en Jade.

Y era verdad, aunque el chico desde su llegada a la casa de su prometido solo creció 5 cm. desde los 1.63 metros, Luka era una roca, una montaña. Ahora sí que sabía que tendría un pequeño bebé gigante y su vientre se haría más y más grande.


No había pensado en eso. Espero que toquemos tierra ya para que pueda hacer algo. Necesitamos dinero– eso último no lo decía por Francis, el perfectamente podría irse y dejarlo apenas toquen puerto; lo decía por su bebé, no sabían cuánto iban a durar solos así que necesitaba lo básico, un lugar para dormir, ropa, mantas, comida –no te preocupes, te llevaré a un buen lugar, como te dije, un subsidio del gobierno. Estaremos bien– el joven todo lo creía a medias, no replicó, esperaron un poco más fuera del compartimento hasta que se fuera el sol y volvieron a la oscuridad de su hogar temporal.


Los días pasaban rápido o lento, aunque la mayoría lentos. Jade se volvía loco entre la oscuridad, el frío, las constantes peleas en idiomas que apenas y reconocía. Francis trataba de distraerlo platicando, aunque a veces Jade no respondía y pedía que se mantuvieran en silencio. Aunque el chico siempre le agradecía por tratar de distraerlo para que todo fuera más llevadero para los tres.
El comienzo del día dependía si el carguero iba por ellos temprano o no. Como ese día, el carguero fue por ellos a la hora de la comida, pero antes de llevarlos al comedor tuvo que decirles algo –estamos a dos días de su destino, lo que hagan después me da igual. Vamos a comer y de ahí les daré algunas cosas. Además, para que se vayan con una buena impresión de mí, los llevaré con el médico para que a ti– señalo a Francis –te revisen los puntos de la pierna, y a ti– ahora señalo a Jade –te puedan dar un examen general de cómo va todo– dejo de apuntarlos y comenzó a caminar hacía el comedor.

Jade estaba extasiado, pronto los días de dormir a medias, la desesperación de no saber cuándo salir de ese cajón y el frío que traía la marea consigo iba a terminar. Necesitaba estabilidad, necesitaba poder dormir a salvo en un lugar adecuado. Descansar sin el peso del mundo en sus hombros.


El carguero les devolvió —casi— todo el dinero, dejo que se llevará la colchoneta, les empacó comida enlatada y agua; además de un cambio extra de ropa para cada uno. Todo en otra mochila.

Llorar y seguir llorando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora