Llorar y seguir llorando.

12. CELOS.

El negocio prosperaba, así como su relación, ahora Jade recibía clases en casa, no era lo que esperaba, pero era algo... técnicamente jamás volvió a pisar tierra después de haber sido llevado a la mansión, y solo salía en compañía de su novio y Elli.

Como Jade pasaba mucho tiempo solo en casa en ocasiones se iba al área de descanso de los guardias, jugaban videojuegos, comían nachos o cualquier cosa que hubiera, conversaban. Iba a visitarlos los días en los que no tenía clases, cuando su novio no llegaba a la hora de la comida o cuando Elli no podía ir a pasar el día con él.

De todos los guardias se llevaba mejor con Henrick, llevaba bastante tiempo cuidando las propiedades de su jefe, le era leal, entregaría la vida por él.

Los negocios habían terminado rápido esa tarde, no aviso a nadie que iba de regreso, quería darle una sorpresa a Jade con su llegada y tal vez ir a ver una película esa noche.

En esa ocasión había llevado a su chofer, por lo que podía tener una mejor visión de todo lo que pasaba y, algo capto su atención... ese cabello rizado y rasgos finos, los reconocería en cualquier parte, la hermana de Jade, Aurora, salía a toda prisa de la estación de policías.

Le preocupo un poco, pues era algo inusual, se encargaría de averiguarlo a la mayor brevedad posible.

El auto arribo en la casa, solo quedaba por cruzar en gran camino de pedregal para llegar a las puertas de su adorada casa. Y a su amado novio.

Jade por otro lado estaba a gusto sentado en el sillón, jugando con Henrick, él hombre tenía pocos descansos y los pocos en donde no tenía otras cosas que hacer, se encontraba con Jade en el cuarto de descanso.

El chico iba ganando, uno de los pocos videojuegos que tenían en esa zona era Mortal Kombat, que curiosamente, era el más jugado. Una pelea entre Baraka contra Goro. Era genial.

Su novio esperaba encontrar a su joya en el cuarto, sin embargo se encontró con Elli, guardando sus cosas, lista para irse.
‒ ¿Y Jade?‒ se quitó el saco para ponerlo en el perchero, mientras Elli ponía la correa del bolso en su hombro.
‒Esta en la zona de descanso, no me dejo acompañarlo, vamos a comprar comestibles, quiere hacer un pastel de cereza‒.

‒Ocúpate, por favor, Jade pasara la tarde conmigo, después puedes retirarte‒ con un asentimiento se despidió y salió del cuarto.

Se encontraba de buen humor, no había nada que hiciera cambiar su día, excepto ver a Jade con otras personas, sea quien fuere. Incluso con Elli se sentía de esa manera. Pero nunca haría nada para lastimar a su gente, tampoco a Elli, pero con Jade todo era diferente, solo lo quería para él y el hecho de tener que lidiar verlo siendo tocado por otras personas, simplemente era difícil manejar eso.

El área de descanso se encontraba justamente a unos metros de los cochera, y si, tena que caminar mucho, pero no le molestaba, quería darle una sorpresa a su joya. Cada que alguno de sus hombres lo veía le daba un afectuoso saludo, era querido y respetado por su gente.
Mientras Jade terminaba de jugar, su celular sonó. Estaba listo para volver a la habitación al lado de Elli, además, el descanso de Henrick estaba llegando a su fin.
‒Nos vemos en muy poco tiempo Jade, hoy estuviste genial. No puedo creer que me hayas vencido‒ acaricio el cabello del niño con cariño y respeto.
‒No es mi culpa que seas pésimo en este juego... además, eres predecible‒ giro sus talones listo para ir por su teléfono.

Seguía sonando. Lo había dejado conectado para recargar su batería, era Elli, advirtiéndole que el jefe iba para halla; así que al ir por el su pie quedo justo adentro del cable, jalándolo con el otro y tropezando para caer al suelo, pero Henrick fue más rápido y lo sostuvo fuertemente de la cadera. Solo lo regreso a su pose original pero aun lo tenía sujeto, el chico era tan torpe, que no se sorprendería si volvía a estar a punto de caerse de nuevo.
‒ ¿Estas bien? Si te lastimas, el jefe va a cobrármela‒.
Ambos carcajearon. Sabían que era cierto.