De vuelta al caos

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Las semanas después de La Casa de los Famosos fueron una mezcla de emociones para Gala y Karime. La atención mediática era constante y, aunque ambas estaban acostumbradas al escrutinio público, esta vez todo parecía distinto. Compartir una experiencia tan intensa había creado una conexión especial, una que se quedaba en el aire incluso después de que cada una volvió a su vida.

Entre entrevistas, eventos y proyectos, mantenían contacto a través de mensajes y llamadas. Karime le enviaba fotos de cualquier cosa que le recordara a su amiga, y Gala respondía con emojis o comentarios privados que hacían referencia a bromas internas que surgieron en la casa. Sin embargo, cada conversación virtual dejaba un sentimiento de vacío: había una urgencia de verse en persona, de comprobar si ese vínculo era real también fuera de la casa.

Una noche, después de días de mensajes cruzados, Karime tomó la iniciativa y le propuso a Gala verse en un pequeño restaurante en la ciudad, uno escondido en una calle tranquila, donde casi nadie las molestaría. Gala aceptó sin dudarlo, con un entusiasmo que trataba de disimular.

Al encontrarse, no pudieron evitar sonreírse como si no se hubieran visto en años. Se sentaron en una mesa en una esquina, lejos del resto de los clientes, y comenzaron a ponerse al día entre risas y anécdotas. Al principio, la conversación giró en torno a temas ligeros, pero, poco a poco, sus palabras fueron revelando más de lo que pretendían.

—¿Te acuerdas de la vez que casi nos descubren tratando de escondernos en la cocina? —Karime sonrió, recordando una de sus escapadas nocturnas en la casa.

Gala soltó una carcajada. Solo ella podía entender la mezcla de emociones que esos recuerdos le traían.

—Sí, fue de las pocas veces en que pude relajarme ahí. No sé qué habría hecho sin ti... Te lo digo en serio. —Su tono cambió, y Karime lo notó.

Karime la observó en silencio por un momento, sopesando la sinceridad en sus palabras. Era extraño estar ahí, lejos de las cámaras y el ruido, con Gala mirándola como si le estuviera diciendo algo que iba mucho más allá de las palabras.

—A veces pienso que eso fue como una burbuja —dijo Karime, bajando la voz—. Una burbuja donde todo se sentía tan... real, pero también tan fácil.

Gala asintió lentamente, su mirada no se apartaba de la de Karime.

—¿Y crees que fuera de la casa no pueda ser real también?

Karime suspiró, sin saber muy bien qué responder. Era una pregunta que se había hecho a sí misma más veces de las que admitiría. Por un lado, deseaba que lo que sentía fuera genuino, pero al mismo tiempo no podía evitar preguntarse si la presión de los fans y el recuerdo de su tiempo en la casa habían influido en sus sentimientos.

—No lo sé —murmuró finalmente, mirando su copa de vino—. A veces creo que solo tengo miedo de que esto... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas— de que esto se vuelva complicado.

Gala sonrió, y, con un gesto suave, tomó la mano de Karime, entrelazando sus dedos como si eso respondiera a todas las dudas.

—¿Qué te parece si lo mantenemos simple? —susurró, su tono era firme pero amable—. Solo nosotras, sin cámaras, sin expectativas.

Karime la miró, sorprendida, y no pudo evitar sonreír. Gala siempre había tenido esa calma que la hacía sentir segura, incluso en medio del caos.

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