Nuestra noche especial

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La primera noche realmente especial llegó, y Karime había preparado una sorpresa que Gala no olvidaría fácilmente. No era un evento grandioso, sino algo profundamente personal y significativo, pensado en cada detalle para hacerla sentir amada y apreciada.

Al terminar de arreglar el departamento, Karime se detuvo un momento, repasando todo con la mirada. Había cocinado una cena especial, algo que apenas había intentado antes, pero cada plato lo había hecho con dedicación y paciencia, imaginando la expresión de Gala al probarlo. Las luces del departamento eran tenues, iluminadas solo por unas cuantas velas que proyectaban sombras suaves en las paredes. La música flotaba en el ambiente, una melodía tranquila y envolvente que hacía que todo el espacio se sintiera acogedor.

Cuando Gala llegó y abrió la puerta, sus ojos se agrandaron al ver el esfuerzo y el cuidado que Karime había puesto en cada detalle. Se quedó en silencio por un momento, admirando el ambiente y, especialmente, a Karime, quien esperaba su reacción con una sonrisa cálida.

—¿Todo esto por nosotras? —preguntó Gala, su voz suave pero llena de emoción.

Karime asintió, acercándose con pasos lentos hasta tomarle la mano.

—Sí, por nosotras. Quería hacer algo especial para recordar lo importante que eres para mí. Para que nunca olvidemos lo que compartimos —respondió, mirándola a los ojos.

Conmovida, Gala se acercó y, sin palabras, le dio un suave beso, un gesto que transmitía todo lo que sentía en ese momento. El esfuerzo de Karime, sus intenciones, su dedicación, todo era una prueba de lo profundo de su amor.

Se sentaron en la mesa, una al lado de la otra, mientras Karime comenzaba a servir los platos. Gala probó la comida, y tras el primer bocado, sonrió ampliamente.

—Karime, esto está increíble —dijo Gala con una risa suave, sintiendo la mezcla de sabores—. Jamás pensé que cocinaras tan bien.

—Para ser honesta, tampoco. Pero supongo que cuando alguien realmente te importa, haces cosas que nunca imaginaste —respondió Karime, riéndose también y sintiéndose aliviada de que todo estuviera saliendo como esperaba.

La cena continuó con risas, miradas, y momentos en los que se detenían simplemente para observarse. Recordaron anécdotas de la casa, de cómo se conocieron, y se rieron de situaciones que en su momento habían parecido tensas, pero que ahora eran recuerdos entrañables. Entre cada palabra y cada gesto, había un sentimiento de intimidad profunda, una conexión que iba más allá de las palabras.

Tras terminar de cenar, Karime guió a Gala al sofá. Apagaron todas las luces menos unas pocas velas que quedaban en el rincón, y se acomodaron juntas, cada una abrazada a la otra, con los pies entrelazados y las manos entrelazadas en un contacto suave pero firme. Estuvieron un rato en silencio, simplemente disfrutando de la presencia de la otra. Podían escuchar la respiración de ambas, los latidos de sus corazones acompasados, y en esos momentos no había necesidad de decir nada. Era como si, en ese abrazo, estuvieran compartiendo todo lo que sentían.

Gala giró suavemente para mirarla, sus ojos reflejando la luz cálida de las velas.

—¿Te das cuenta de lo lejos que hemos llegado? —murmuró Gala, sus palabras impregnadas de cariño.

Karime sonrió y asintió, acariciando suavemente el rostro de Gala.

—A veces pienso que todo ha sido un sueño. Pero luego me doy cuenta de que es real, que tú eres real, y que estamos aquí, juntas —respondió, su voz apenas un susurro.

Sin decir más, Gala se inclinó y la besó con suavidad, un beso lento que transmitía todo el amor que sentía. Karime correspondió, dejando que el momento las envolviera completamente. La calidez de sus labios y la cercanía de sus cuerpos les recordaban por qué habían luchado tanto por estar juntas, y por qué habían superado cada obstáculo.

Después del beso, se miraron durante un largo rato, ambas sintiendo que, en ese instante, estaban exactamente donde debían estar.

—Gracias por esta noche, Karime. Por todo lo que has hecho por mí, por nosotras —dijo Gala, acariciando su mejilla con cariño.

Karime la miró con ternura, sus manos rodeando la cintura de Gala, y le respondió con sinceridad.

—Gracias a ti por estar aquí, por ser mi refugio. No importa qué pase, sé que mientras estemos juntas, todo estará bien.

Volvieron a besarse, cada caricia lenta y sentida, como si no existiera nada más que ellas en el mundo. Esa noche fue su refugio, un espacio íntimo que quedaría grabado en sus corazones. Había sido mucho más que una cena o un ambiente romántico; había sido una reafirmación de su amor, de que, a pesar de todo lo que habían vivido y las dudas que aún podían surgir, siempre tendrían a la otra para apoyarse.

Se quedaron dormidas en el sofá, abrazadas, cada una sintiendo que no había mejor lugar en el mundo que los brazos de la otra.

Un lugar para nosotras🫀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora