Promesa y expectativa

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Aquí tienes el capítulo con la pelea y la tensión al regresar de París:

Una mañana soleada, Karime decidió sorprender a Gala con un viaje que había estado planeando en secreto. Sin darle detalles, la llevó al aeropuerto, donde solo le entregó el boleto cuando ya estaban a punto de abordar. Gala, sorprendida, leyó el destino: París. Su mirada se iluminó y una sonrisa emocionada se dibujó en su rostro.

—¿Estás lista para cumplir una promesa? —le susurró Karime al oído, con una chispa en los ojos.

Al llegar a la Ciudad de las Luces, se dejaron envolver por la magia de cada rincón. Pasearon de la mano por las calles empedradas de Montmartre, admiraron las obras en el Louvre y disfrutaron de la comida en acogedores cafés parisinos. La emoción de Gala crecía con cada paso, pero en el fondo, ambas sabían que el verdadero momento aún estaba por llegar.

Finalmente, una noche, Karime la llevó hasta la Torre Eiffel. Bajo las luces titilantes que iluminaban el cielo nocturno, Karime se detuvo, mirándola con una intensidad que le quitó el aliento.

—Gala... —comenzó, con un tono suave pero decidido—. Estar contigo hace que todo cobre sentido. Te prometí que te besaría aquí, bajo la Torre Eiffel, y quiero que sepas que este momento es solo el inicio de todos los que quiero vivir contigo.

Gala sintió su corazón acelerarse y sin decir nada más, Karime se inclinó hacia ella. Los labios de ambas se encontraron en un beso dulce, lleno de todas las emociones acumuladas desde que comenzaron esta historia. El mundo pareció detenerse, y por un instante, solo existían ellas dos, bajo el cielo parisino, cumpliendo esa promesa que las unía aún más.

De regreso, sin embargo, el aire entre ellas comenzó a cambiar. La magia de París parecía haberse quedado atrás, y de alguna forma, la realidad comenzó a pesarles. En el avión de vuelta, Gala notó que Karime estaba en silencio, perdida en sus pensamientos. Intentó darle su espacio, pero la incomodidad se volvió tangible.

Ya en casa, el tema que ambas habían evitado finalmente estalló una noche cuando Karime sacó a relucir una vieja inseguridad.

—Gala, ¿te das cuenta de que a veces parece que esperas demasiado de mí? —dijo Karime, con el ceño fruncido—. París fue increíble, pero no puedo darte ese tipo de cosas todo el tiempo. Siento que estás esperando que siempre haga algo extraordinario.

Gala parpadeó, sorprendida por la acusación.

—¿Esperar demasiado? —respondió, con una mezcla de confusión y herida—. Karime, no necesito París ni gestos extravagantes para ser feliz contigo. Solo quiero que estés presente, que seas tú.

—¿Y entonces por qué siento que cada cosa que hago no es suficiente para ti? —La voz de Karime se rompió un poco, la tensión acumulada comenzando a desbordarse—. Es como si... como si siempre me estuvieras midiendo.

—No es cierto, ¡jamás te mediría! Solo... solo quiero que estemos bien, ¿es tanto pedir? —replicó Gala, sintiendo una punzada de dolor en el pecho—. ¿Por qué estás distorsionando esto? Fue un viaje increíble, una promesa cumplida, y ahora actúas como si eso fuera un peso para ti.

Karime respiró hondo, tratando de controlar la frustración.

—No estoy diciendo que sea un peso, pero... —hizo una pausa, buscando las palabras—. Siento que hay expectativas de tu parte que nunca podré alcanzar, y eso me asfixia.

Gala miró a Karime, herida y vulnerable.

—Lo último que quiero es hacerte sentir así. Pero tal vez... tal vez no soy la única con expectativas aquí, Karime.

Hubo un largo silencio. Ambas se miraron, cada una aferrándose a sus emociones, incapaces de dar el primer paso para calmarse. Finalmente, Karime giró sobre sus talones, murmurando un "necesito espacio" antes de salir de la habitación, dejando a Gala sola, envuelta en una mezcla de confusión, tristeza y un amor que, en ese momento, parecía tan frágil como lo había sido eterno bajo la Torre Eiffel.

La tensión y el malentendido entre ellas queda en el aire, creando una grieta que ambas tendrán que resolver si quieren encontrar el camino de vuelta a la paz que sentían en París.

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