La frontera entre amistad y algo mas

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Después de aquel viaje, Gala y Karime se encontraban más a menudo, casi como si hubiera una razón  para no dejar enfriar el vínculo que estaban creando. Sus reuniones eran cada vez menos planeadas y más naturales. Karime solía ir a casa de Gala sin avisar, con una bolsa de comida o una botella de vino en la mano. A Gala le gustaba ese estilo relajado, esa cercanía sin pretensiones.

Un día, después de pasar la tarde viendo películas, Karime notó que se hacía tarde y se levantó para irse. Sin embargo, cuando estaba en la puerta, sintió la mano de Gala en su brazo.

—¿Te vas tan pronto? —preguntó Gala, su voz suave.

Karime se giró, con una sonrisa algo tímida, y se quedó en silencio, buscando las palabras.

—No quiero... —murmuró al fin, apenas audible.

Sin decir más, Gala la rodeó con los brazos y apoyó la cabeza en su hombro. Era un abrazo sin prisa, lleno de lo que ambas sentían pero no se atrevían a verbalizar. Allí, en el silencio de la noche, sin siquiera mirarse a los ojos, ambas comprendieron que estaban en una especie de frontera, una línea invisible entre amistad y algo más profundo.

Aquella noche, Karime decidió quedarse y, mientras ambas dormían, sus cuerpos encontraban una paz inesperada en la cercanía. Sin decirlo, ambas sabían que su relación estaba cambiando, y que esta vez no era solo la nostalgia de la casa lo que las mantenía juntas.

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