Reconstruyendo lo nuestro

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Gala pasó la noche en vela, escuchando el eco de las palabras de Karime en su mente, incapaz de sacudirse la tristeza y la confusión. El recuerdo de París aún era fresco, cada momento había sido perfecto, tan lleno de promesas y amor... ¿cómo podían haber llegado tan rápido a esta distancia?

Por la mañana, encontró la cama vacía a su lado y sintió un vacío aún más grande en el pecho. Karime se había quedado en la sala, durmiendo en el sofá. Al verla, Gala dudó si acercarse o simplemente dejarle el espacio que había pedido. Sin embargo, la idea de que esto se convirtiera en una grieta irreparable la empujó a dar el paso.

Karime se despertó al sentir su presencia. Parpadeó, un poco desorientada, y luego la miró, insegura de cómo empezar a hablar. Gala se sentó a su lado, abrazando sus rodillas, mientras el silencio llenaba la habitación.

—No sé cómo pasó esto —dijo Gala finalmente, con voz temblorosa—. Solo sé que duele, y no quiero que siga así.

Karime suspiró y pasó una mano por su cabello, evitando la mirada de Gala.

—Yo tampoco quiero esto, pero... siento que siempre estoy luchando contra algo. Una parte de mí sabe que te amo, Gala, que daría todo por ti, pero hay otra parte que... no sé, parece estar siempre intentando demostrar que puedo ser suficiente para ti.

—Karime... —Gala puso una mano sobre la de ella—. No quiero que sientas que tienes que probarme nada. Lo único que quiero es a ti, con tus dudas y tus miedos, con todo lo que eres. No necesito París para amarte; fue un sueño, sí, pero el verdadero regalo eres tú.

Karime se quedó en silencio, las palabras de Gala abriéndose paso en su corazón. Tomó la mano de Gala, apretándola con fuerza, como si aferrarse a ella pudiera hacer desaparecer la tensión que había entre ambas.

—Es solo que, a veces, me cuesta entender por qué me eliges a mí —admitió Karime, con una franqueza que le dolía—. Siento que nunca seré esa persona que tienes en mente, esa versión ideal de mí.

—Esa versión no existe, Karime —respondió Gala, apretando su mano con firmeza—. Eres tú la que me haces feliz, la que me llena de ganas de seguir adelante. No quiero idealizarte, solo quiero amarte como eres, con todas tus partes.

Karime cerró los ojos, dejándose llevar por las palabras de Gala, sintiendo cómo cada una de ellas tocaba las heridas que se habían abierto en su corazón. Hubo un silencio, uno que no parecía incómodo sino necesario. Ambas dejaron que el peso de lo dicho se asentara, enfrentándose a sus miedos y vulnerabilidades sin necesidad de palabras.

Finalmente, Karime abrió los ojos y la miró, con una determinación renovada en su mirada.

—Prometo que intentaré dejar de dudar tanto... de nosotras, de mí misma. No puedo prometer que será fácil, pero haré mi mejor esfuerzo, porque estar contigo es lo único que realmente importa.

Gala sonrió, sintiendo una mezcla de alivio y amor. Se inclinó hacia Karime, sus labios encontrándose en un beso suave, un gesto que sellaba sus promesas. En ese instante, ambas sintieron que el muro entre ellas comenzaba a derrumbarse, dejando espacio para que el amor y la confianza volvieran a florecer.

Mientras se abrazaban, sabían que este no sería el final de sus diferencias, pero también comprendían que, mientras enfrentaran cada obstáculo juntas, el camino seguiría adelante, y su amor tendría la fuerza para sostenerlas a ambas.

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