Los días compartidos

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Tras la noche de confesiones, Gala y Karime comenzaron a pasar más tiempo juntas, descubriendo una faceta más cercana y más cómoda. Gala, que solía ser reservada, encontró en Karime una compañía que la hacía sentir en casa. Por su parte, Karime comenzó a descubrir aspectos de sí misma que antes desconocía, gracias a la honestidad que encontraba en Gala.

Se estableció una especie de rutina no oficial entre ellas. Cada vez que Karime tenía una noche libre, aparecía en el departamento de Gala sin previo aviso, con comida en mano y algún plan sencillo. A veces simplemente cocinaban juntas y otras veces veían películas en el sofá, envueltas en mantas.

Una noche, después de ver una película y compartir un helado, Karime le lanzó una mirada juguetona.

—¿Sabes que nunca has probado mis tacos caseros, verdad?

Gala soltó una risa incrédula.

—¿Caseros? ¿Tú cocinas tacos?

Karime asintió con una sonrisa orgullosa.

—Y no cualquiera, los mejores de la ciudad.

Esa misma noche, se dirigieron a la cocina. Entre risas y el aroma de especias, compartieron anécdotas de su infancia y momentos de vulnerabilidad. Los tacos resultaron ser más una excusa para pasar tiempo juntas que un plato sofisticado, pero ninguna de las dos lo mencionó. Era uno de esos momentos simples que quedaría guardado en su memoria como algo especial.

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