Sentimiento de vulnerabilidad

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A medida que su relación avanzaba, Gala y Karime comenzaron a mostrarse sus lados más vulnerables, algo que ninguna de las dos estaba acostumbrada a hacer. Habían pasado tantas experiencias juntas y habían derribado tantas barreras, que era inevitable que en algún punto sus inseguridades salieran a la luz. Aunque siempre habían sido abiertas y honestas entre sí, el avance de su relación implicaba también confrontar miedos que hasta entonces habían estado ocultos.

Karime, quien siempre se había mostrado fuerte y segura, comenzó a notar algo diferente en sus emociones. Había noches en que, aunque Gala estuviera a su lado, la invadía una sensación de duda, una pregunta recurrente que parecía martillar en su mente: ¿Seré suficiente para ella?

Estaba consciente de que Gala era alguien especial, alguien que, a su parecer, merecía lo mejor. Y aunque Gala le repetía constantemente cuánto la amaba, no podía evitar cuestionarse si en algún momento ella llegaría a darse cuenta de que había alguien que podría ofrecerle algo mejor.

Una noche, después de una cena tranquila y en medio de una conversación íntima, Karime decidió que era el momento de abrirse, de exponer esa vulnerabilidad que había intentado enterrar. Sentía que si no lo hacía, sus pensamientos comenzarían a afectarla de una manera que quizás Gala no entendería.

—Gala, ¿puedo decirte algo? —preguntó Karime, su tono más suave de lo habitual.

Gala la miró, notando el cambio en su voz. Asintió, acercándose un poco más y tomando su mano, lista para escuchar cualquier cosa que Karime necesitara expresar.

—Claro, lo que necesites. Aquí estoy.

Karime respiró profundamente, sintiendo que las palabras se atoraban en su garganta, como si al decirlas se hicieran demasiado reales.

—A veces... —empezó, bajando la mirada—, a veces me siento como si no fuera suficiente para ti. Como si, no sé, alguien más pudiera darte lo que yo no soy capaz de ofrecer. Y sé que es irracional, pero tengo miedo de que un día te des cuenta de que mereces algo mejor. O a alguien mejor.

Gala sintió un nudo en el estómago al escuchar la confesión de Karime. No esperaba escuchar aquello de alguien que siempre se mostraba tan fuerte y segura. La vulnerabilidad en la voz de Karime, la inseguridad en su mirada, le revelaron un lado que hasta entonces había estado oculto, y su reacción fue inmediata. Tomó las manos de Karime y las apretó con ternura, buscando que sintiera todo el amor que le tenía.

—Karime, escucha —le dijo, mirándola directamente a los ojos—. Eres todo lo que necesito. No quiero a nadie más, solo a ti. No me interesa si alguien tiene más o es diferente. Eres tú quien llena cada espacio en mi vida, quien me hace sentir completa. Nunca pienses que no eres suficiente, porque eres más de lo que alguna vez soñé.

Karime sintió que una mezcla de alivio y emoción se acumulaba en su pecho, aliviando el peso de sus pensamientos. Por primera vez, se permitió soltar un suspiro que había estado conteniendo desde hacía mucho tiempo.

—No sabes cuánto necesitaba escuchar eso —murmuró Karime, sintiendo que la tensión en sus hombros se desvanecía.

Gala sonrió y la abrazó, un abrazo profundo, de esos que decían más que cualquier palabra. Sentía que, aunque Karime había sido honesta sobre su inseguridad, lo importante era que habían encontrado una manera de sostenerse mutuamente. Se sentaron en silencio durante un rato, disfrutando de la cercanía y del simple hecho de saber que se tenían la una a la otra.

A medida que la noche avanzaba, Gala se dedicó a mostrarle a Karime cuánto la valoraba, no con palabras, sino con pequeños gestos: la forma en que le acariciaba el rostro, la manera en que entrelazaba sus dedos, y la dulzura con la que le dedicaba cada sonrisa. Karime, sintiendo aquel cariño tan genuino, supo en ese instante que, aunque las dudas y los miedos aparecieran de vez en cuando, todo estaría bien siempre que se mantuvieran honestas y se apoyaran mutuamente.

Más tarde, Karime la miró y, con un tono aún suave pero cargado de sinceridad, le dijo:

—Prométeme que, cuando tengas alguna duda, cuando algo te preocupe, siempre me lo dirás. No quiero que nada se quede sin decir. Sé que tengo mis inseguridades, pero contigo quiero ser diferente. Quiero ser alguien en quien puedas confiar plenamente.

Gala acarició su mejilla, sonriendo suavemente.

—Te lo prometo. Y tú también prométeme que, cuando esos pensamientos vuelvan, siempre me lo dirás. Quiero que sepas que siempre estaré aquí para recordarte lo especial que eres para mí.

Karime asintió, sintiéndose más segura que nunca. La conversación había sido difícil, pero necesaria. Ambas sabían que la relación no estaba exenta de retos, pero también sabían que juntos podían enfrentarlos y salir fortalecidas.

A medida que avanzaba la noche, Karime y Gala continuaron conversando, compartiendo risas, recuerdos y promesas. Y, aunque esa noche no necesitaba ser perfecta, para ambas fue todo lo que siempre habían deseado: una noche que reafirmaba su amor y que dejaba claro que, a pesar de las dudas, estaban dispuestas a luchar por lo que sentían.

Aquella noche, Karime comprendió que sus miedos no desaparecerían mágicamente, pero que ahora tenía a Gala para enfrentarlos. Y con ella a su lado, el mundo parecía un lugar mucho menos aterrador.

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