Franqueza, convicciones y respuestas de Pansy Parkinson.

26. Traidora a la sangre.

Era temprano, el sol aún no salía por completo y la mayor parte de la habitación donde dormía Pansy seguía a oscuras. La cama era elegante, con dosel de madera gruesa, tallada con figurillas de serpientes y fénix. El techo que sostenía las cortinas era firme, de un grosor mayor que los pilares que lo sostenían en cada esquina.

— ¡Alarte Ascendere!

— ¡¿Qué demon...!? ¡Aaaah! — Pansy despertó siendo elevada y chocando contra el techo de madera sobre su cama — ¡¿Por qué demonios hiciste eso?! — chilló tratando con todas sus fuerzas de no llorar ya que había recibido el impacto justo del lado izquierdo en su hombro.

— Te dije que el descanso había terminado. Vístete rápido y vámonos — Bellatrix apenas la miró antes de salir de la habitación.

Después de eso Pansy no necesito nada más para disimular, estaba verdaderamente furiosa, demasiado furiosa para querer controlar su temperamento una vez llegando al ministerio.

Al llegar Bellatrix y ella fueron a la oficina del primer ministro y desde ahí llamaron a Jaxley y McNair. Les solicitaron diez hits wizards, los más capacitados y fuertes para pelear contra Pansy.

El primer error de los hits wizards fue burlarse de Pansy tan solo verla, cosa que la enfureció más de lo que ya estaba, el segundo error fue creer que si le quitaban su varita sería más fácil de derrotar, y el tercer error fue siquiera pensar que tenían la posibilidad de desarmarla. A esas alturas de la pelea Pansy dejó sus intenciones de no ser tan dura a un lado y fue tal la fuerza de sus ataques que dos de los hits wizards salieron del lugar de la batalla casi muertos y el resto atemorizados de la fuerza de la chica que no dejó de ver los con asco.

— Pues... Los venció a todos — comentó McNair — Pero luego de la batalla de hace una semana no estaban en sus mejores condiciones.

— Puedo pelear contra ti ahora mismo — habló Pansy poniéndose frente a él — Sí tanto desconfías de mis habilidades compruébalas tú mismo — una sonrisa confiada lucía en su rostro.

— Todos sabemos que puedes vencer a McNair — Bellatrix los veía aburrida desde su asiento — Lo cierto es que sería interesante verte pelear contra él, pero no será pronto.

— Buenos días... Disculpe la interrupción Madame Lestrange, pero se me comunicó que solicitó mi presencia.

— ¡Oh! ¡Clegene! ¡Maldito inútil! Tardaste demasiado, pero pasa, pasa — dijo Bellatrix poniéndose de pie para recibirlo — No he pasado por alto tus logros. Para ser sincera, tus últimas proezas han sido de gran relevancia para la causa — comentó dándole una palmadita al hombre — Y sé tus ambiciones de unirte a nosotros de forma oficial.

— Me honra que me tomé en cuenta madame — Clegene mostró una sonrisa presumida e ignoró a propósito a las otras tres personas — Sí me llamó para ese asunto pienso que lo mejor sería tratarlo en privado...

— Ese asunto será tratado como a mí mejor me plazca — la sonrisa de Bellatrix era todo menos simpática — Y frente a las personas que se me antoje... Es por eso que quiero presentarle a alguien, o mejor dicho quiero que saludes a alguien que no veías hace años — se acercó a la joven, que hasta ese momento se había mantenido ocupada, inspeccionando la oficina en silencio — Ven aquí querida, saluda al viejo amigo de tu padre...

— ¿A quién tenem...? — Clegene enmudeció al ver a Pansy parada frente a él sonriéndole — Estás viva... — murmuró con horror.

— Mucho más viva de lo que aparento — Pansy levantó su mano a modo de saludo, cuando el hombre la estrechó lo jaló hacía ella — Y con más fuerza de lo que crees — dijo viéndolo a los ojos y muy seria.