34 - 𝔠𝔬𝔫𝔢𝔵𝔦𝔬𝔫

154 29 67
                                    

¿Adonde me llevas? — le cuestioné a Mateo que nos había teletransportado a un campo rodeado de pequeñas flores blancas que, amontonadas, se veían como nubes.

El sol, que se estaba poniendo, iluminaba todo el lugar con tonos anaranjados y rosas, encerrándome en una especie de sueño del que no quería despertar.

— Falta poquito... ¿que, ya te cansaste? — se burló, mirándome mientras se mordía el labio inferior

Estamos caminando hace... mil años — exageré suspirando — ¿porque no nos llevaste directamente a ese lugar antes de hacerme caminar tanto con este vestido incomodo?

Tenía puesto un vestido rosa claro con estampado de flores, era corto terminando debajo de mis muslos y me quedaba ceñido al cuerpo.

— ¿Preferís algo así? — indagó chasqueando los dedos para que la prenda que vestía se convirtiera en un vestido de la época medieval con escote recto y mangas de princesa, en tonos verdes oscuros, con blanco en el centro y detalles dorados

Deje de caminar en el momento en el que noté el cambio. Me observé a mi misma con una sonrisa en la cara y di unas cuantas vueltas para verlo moverse.

— ¿No es de tu agrado? — dudó mirándome divertido con cierta ironía en el tono de su voz

— ¡No! ¡o sea, si! — dejé de dar vueltas, pero continúe riéndome por unos segundos — me encanta... ni se te ocurra cambiarlo

— Como mucho te lo puedo sacar... pero prometo no cambiártelo — exclamó para luego darse la vuelta

Eh... ni esperaste a que te respondiera — me quejé chasqueando la lengua — demonio maleducado

Se frenó en seco, pinchándome con sus alas que se extendían majestuosamente hacía atrás.

Auch — me lamenté acariciando mis brazos — ¿porque hiciste eso?

— ¿Me... ibas a responder? — se giró para quedar cara a cara conmigo, clavando sus ojos marrones en los míos

Asentí con la cabeza, sin dejar de observarlo.

Es que... yo pensé que ahora que... sabíamos más de nuestra vida pasada y que habíamos sido pareja... que — suspiré al ver como la sonrisa de Mateo crecía de a poco tornándose pícara — ay, dejá... no te digo nada

Comencé a caminar, pasando por su lado y sintiendo, por primera vez, el peso del vestido. Su mano me agarró con fuerza del antebrazo, frenándome.

— ¿Que me ibas a decir? — indagó con una curiosidad bastante notable — ¿te da vergüenza ahora?

Negue, haciendo montoncito.

Me intimide un poco, nada más — aclaré subiendo y bajando los hombros

— Bueno... decilo, entonces — me animó burlándose

Te iba a... a decir que hablabas mucho — lo miré de reojo aguantándome la risa— que si me lo querías sacar que lo hicieras y ya

Me soltó largando una carcajada, pero me acercó nuevamente a su cuerpo, dejando de reír. Se pasó la lengua entre el espacio que quedaba en medio de los dientes inferiores y los superiores, apretando sus dedos en mi cintura.

— ¿Te parece que hablo mucho... morocha? — consultó — porque si es así te saco el vestidito a las... ya

Dejé un cortó beso en sus labios, escuchándolo suspirar al momento en el que me aleje.

𝐏𝐄𝐑𝐅𝐔𝐌𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora