Capitulo 4 ''Olivia''

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Olivia

Estoy asustada, no se a donde me llevan, me despertaron muy tarde en la noche y sin decir nada me cargaron y me sacaron de mi habitación, mi mama se quedo agarrando un abrigo mientras me sacan de la casa, hay un carro negro afuera, con el motor aun prendido, me ponen en el asiento trasero y mi mama se sienta junto a mí, sus manos están temblando y se muerde su labio, yo miro a todos lados, las calles vacías por la hora que es. Llegamos a un edifico que pareciera que se fuera a caer, pero al entrar todo está bien, como si todo afuera fuera una fachada.

Si esto me hubiese pasado unos años atrás estuviera berreando, llorando y gritando y pidiendo ayuda de mi mama.

Se ahora, que de nada me serviría eso, solo conseguiría ganar una paliza, por eso permito que lleven a donde sea que quieran, porque sé que puede que este mi mama aquí, pero de nada serviría, seguro y que cuando lleguemos a donde sea que vamos, se ira y aspirara polvo blanco o quizás se inyecte algo en el brazo, ya es normal eso, es mi día a día.

Y aunque solo tengo 10 años, se que son drogas, sé que no son buenas, se todas las cosas que hace para conseguirlas y ninguna es decente.

Yo solo estoy segura de una cosa, nunca quiero llegar a ser como mi madre.

Hay varios hombre, algunas caras conocidas que he visto en las fiestas de mi mama, otros jamás los he visto en mi vida, pero a una cosa es segura, que le temo a cada uno de ellos.

Hay una silla, una especie de banco, camilla, como sea que se llame esa cosa, al lado hay un mesa con unos envases con un liquido negro, al lado hay como una pistola, con una aguja en la punta, me llevan ahí y me sientan, mi mama se queda parada con la mirada perdida y blanca como un papel, trato de ver todos los rostros que me rodean, soy como un siervo frente a unos faros, escuche esa frase en una película, me agrado y cuando estoy asustada me imagino que me veo así. Algunos hombres sonríen, otros están serios. Un hombre con traje se acerca a mí y grita.

-La dama de pequeño Jax.- Comienzan todos a gritar y aplaudir, la música que estaba sonando se calla y me toman de los brazos y me ponen boca abajo, comienzo a luchar, comienzo a moverme, no quiero que me toquen, no quiero que pongan sus manos en mí.

Pasan una afeitadora por mi nuca y la limpian con algo, cuando la maquina que parece una pistola comienza a hacer un sonido como una avispas y luego siento tanto dolor como si muchas abejas me estuvieran picando, es una tortura y no sé cuánto tiempo pasa, solo sé que duele y varios hombres me retienen en la camilla mientras las lagrimas caen por mis mejillas.

Lo primero que hago al despertarme en poner mi mano en el tatuaje que me hicieron, me marcaron ese día como un ganado. Siempre digo que me iré a hacer otro tatuaje que cubra este, pero al final busco cualquier escusa para no hacerlo, porque a pesar que lo odio es un recordatorio constante de que debo ser fuerte y si permito que llegue a mi me hará daño y eso no es algo que voy a hacer, dejar que me hiera. Porque aunque esa ''J'' que tengo tatuada sea una de las cosas que más desprecio en la vida, es también un recuerdo de la vida de la que huí.

Cuando llego a la librería, esta Lauren en el mostrador y me muestra una sonrisa tímida, ella trabaja medio tiempo junto a mí y aunque no la conozco y no hemos hablado mucho, respeta mi espacio, no me teme ni, me mira mal, simplemente me deja ser.

Puedo decir que esta entre el pequeño grupo de amigos o más bien conocidos que tengo.

El día pasa lento y a eso de las 5 pm la puerta de la librería se abre y entra un hombre alto, muy alto, con un chaqueta de cuero y sé que aunque sonara cliché, pero es el hombre más hermoso que he visto en mi vida, con sus lente de sol aviador y su andar seguro hace que me sienta atraída por él y aunque suene estúpido es la primera atracción que he sentido por un hombre.

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