El sol ya había bajado lo suficiente cuando mi madre despertó. Yo estaba hablándole, y al abrir los ojos, me sonrió. Mencionó que había dormido más de la cuenta, y con una risa ligera, se justificó diciendo que la manta y el árbol eran demasiado cómodos como para resistirse.
Mi padre, que parecía haber estado esperando el momento, no tardó en responder.
- Cariño perdiste parte del día por estar durmiendo.
Ella le devolvió una mirada divertida antes de preguntar qué habíamos estado haciendo mientras dormía. Yo simplemente dije que estaba sentado, mientras que papá se comía lo que quedaba del día de campo.
- No lo digas de esa forma, Saimón - protestó mi padre, frunciendo el ceño.
- Es literalmente así, papá. Yo ya comí lo suficiente, y lo último que quiero es engordar.
Mi madre soltó una carcajada mientras mi padre se quedaba boquiabierto, intentando procesar mis palabras. Después de unos segundos, se recompuso.
- Bueno, si llego a engordar, no hay problema. Nada que salir a correr al aire libre no pueda arreglar.
La risa de mi madre se intensificó, y yo no pude evitar reír también.
Mientras continúa la charla, mi madre notó que el cielo comenzaba a oscurecer. El color dorado del atardecer se había desvanecido, y pronto caería la noche. Con un suspiro, se levantó de la manta para mencinar que ya deberíamos ir a casa.
- Vamos, Saimón. Ayuda a recoger las cosas.
Asentí y comencé a guardar los utensilios y restos en la canasta. Mi padre también se puso en marcha, pero mi madre se quedó sentada un momento. Mientras recogía, encontré un sándwich en la canasta, intacto.
- Papá, parece que olvidaste este.
Lo tomé y se lo entregué a mi madre, quien lo recibió con una sonrisa y, sin pensarlo dos veces, le dio un mordisco.
- ¡Oye! Eso era mío - protestó mi padre, llevándose las manos a la cabeza como si hubiese perdido algo importante.
- Simplemente estoy comiendo - respondió mi madre con tranquilidad al ver su reacción.
- Te gusta verme sufrir, ¿verdad? - dijo él, llevándose una mano al pecho en un gesto de dolor.
La escena me hizo reír, al igual que a mi madre, quien tomó el cuchillo que habíamos usado para la comida y partió el sándwich por la mitad. Le ofreció una parte a mi padre, quien la aceptó con una sonrisa.
No pasó mucho antes de que él comenzara con su típica actitud melosa.
- Eres la mejor esposa que alguien podría pedir. No solo me das la mitad de tu comida, sino que siempre te preocupas por mí.
Intenté no escuchar, pero era imposible no notar el tono romántico de sus palabras. Mi madre, entre risas, le pidió que dejara de decir tonterías y que me ayudara a recoger.
- Estábamos teniendo un momento lindo, ¿no lo ves? - respondió él, alargando la palabra "lindo" con un tono exagerado.
Ella simplemente lo besó en la mejilla, y él aprovechó para robarle otro beso en los labios. Me quedé mirando hacia otro lado, incómodo.
- Papá, mamá, por favor. Estoy aquí.
Mi padre soltó una carcajada.
- Algún día te pasará lo mismo, Saimón. Ya verás cuando encuentres a alguien especial.
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Chance of routine (Furry/Gay)
Genç KurguSaimón Gálvez, un joven chico cualquiera termina siendo el mayordomo de Vincent Leclerc Dupont un imponente lobo blanco el cual se había interesado en el, cuando volvió a casa por la muerte de su padre Título de la historia en español: (Cambio de r...