Chiara Oliver.
—¿Qué dices? —dijo Violeta, riendo al principio, como si no pudiera comprender lo que acababa de decir. Su risa se mezclaba con una incredulidad palpable, como si pensara que todo aquello era alguna broma extraña que yo estaba inventando. Pero en su mirada, algo cambió. Una chispa de duda apareció en sus ojos, como si algo de lo que estaba escuchando estuviera comenzando a hacer clic en su mente, aunque todavía no pudiera entender del todo lo que significaba.
—Violeta, te lo estoy diciendo en serio. Yo era el sol, y tú... tú eras la luna —respondí, ya sin dudas, como si al pronunciar esas palabras estuviera devolviendo la pieza que faltaba de un rompecabezas que ambos habíamos estado armando sin saberlo. La foto, esos recuerdos que comenzaban a brotar con fuerza, lo confirmaban. Y en ese instante, todo cobró sentido: la conexión tan inmediata que sentíamos, la familiaridad que no podíamos explicar, esa sensación de haber estado siempre juntas, como si el destino nos hubiera puesto una al lado de la otra para reencontrarnos.
Violeta dejó de reír, y su rostro se fue transformando a medida que procesaba lo que le estaba diciendo. La sorpresa y la incredulidad fueron reemplazadas por algo más profundo, una mezcla de confusión, pero también de una extraña comprensión que la abrumaba. Puedo ver cómo se cubrió la boca con las manos, incapaz de hablar, y sus ojos comenzaron a brillar con esa chispa de reconocimiento. Como si en ese instante, todo lo que habíamos vivido juntas últimamente tuviera un contexto que ella nunca había considerado. Todo encajaba, pero de una forma que no podía ser simplemente una coincidencia.
—¿Eras tú? —murmuró finalmente, su voz un susurro de asombro.
Me quedé mirándola, sin palabras. Yo también estaba tratando de procesar lo que acababa de descubrir. ¿Cómo era posible que no lo hubiéramos recordado antes? Todo fluía entre nosotras de una manera tan natural, tan orgánica. No se trataba solo de atracción, o de cómo nos veíamos ahora. No. Era algo más.
Recordé aquellos días de verano en Menorca, los veranos en los que compartíamos risas, secretos y, por supuesto, nuestro primer beso. A veces me preguntaba por qué, en algún lugar profundo de mi corazón, siempre había sentido que Violeta era más que una amiga, más que solo la niña con la que pasaba los días en la playa. Recuerdo cómo nuestras manos se entrelazaban de manera espontánea, cómo siempre nos sentíamos como si nada pudiera separarnos, como si no hubiera distancias ni tiempos que nos pudieran apartar.
Y ahora, con la revelación, todo eso cobraba sentido. Era como si, de alguna forma, ese primer amor, esa primera conexión tan pura y tan intensa, nunca se hubiera ido. Habíamos crecido, nos habíamos distanciado, pero de alguna manera, algo de esa niña que fuimos seguía presente en nosotras, marcando nuestra relación actual de una manera que nunca podríamos haber anticipado. La familiaridad, la conexión instantánea entre nosotras, no era casualidad. Habíamos sido dos niñas que se amaban sin entender del todo lo que significaba el amor, pero que en ese momento compartieron algo tan verdadero que había quedado grabado en lo más profundo de nuestra memoria emocional.
Violeta parecía estar procesando también esa conexión, ese descubrimiento, y pude ver cómo sus ojos se oscurecían por un segundo, como si estuviera recordando también. El primer beso, la forma en que nos despedimos sin prometer nada, como si el destino nos hubiera dicho que, de alguna manera, nos encontraríamos otra vez, aunque de una forma completamente diferente.
—¿Por eso? —murmuró, más para sí misma que para mí. Era como si hubiera encontrado la respuesta a todas esas preguntas no resueltas que se había hecho sobre lo que sentía. Yo sentí lo mismo. Las piezas del rompecabezas estaban cayendo lentamente en su lugar, y aunque aún quedaban preguntas, ya no sentíamos que estábamos perdidas.
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Más que una segunda oportunidad//kivi
Fanfiction"Chiara es una joven con un corazón dañado, había jurado nunca más rendirse a la ilusión de las segundas oportunidades. La última vez que se había abierto al amor, había sido brutalmente lastimada. Ahora, su corazón estaba rodeado de una muralla de...