Obsesionado - IAG

Dieciseis - Mi mujer

Narra Iván
Estoy nervioso. Sí, yo, Iván Archivaldo Guzmán, la persona a la que muchos temen, estoy nervioso por una mujer. Jamás pensé que algo así me pasaría, pero aquí estoy. Creo que ha llegado el momento de dar el siguiente paso con Nicole.

Hoy le pediré que sea mi novia.

Aunque no les voy a mentir, también tengo miedo. ¿Y si me dice que no? Pero incluso si lo hace, no me rendiré; pelearé por su amor una y otra vez, porque ella lo vale.

Tenía todo planeado. Para empezar, comeríamos aquí en mi rancho. Mandé decorar un cuarto específico con flores, velas, luces cálidas y una mesa especial para nuestra comida. Después, iríamos a cabalgar. La llevaré a un río que significa mucho para mí, un lugar que visito cuando necesito pensar o relajarme. Es una parte especial de mi vida, y quiero compartirla con ella.

Haremos una pequeña parada en el río y, después, iremos a otro lugar aún más hermoso, que también decoré especialmente para esta ocasión. Todo está pensado para que este día sea inolvidable.

Al llegar al rancho, nos encontramos con el Nini. Lo vi acercarse con esa confianza característica suya.

—Buenas tardes, Iván —me dijo mientras chocaba su mano con la mía en un saludo firme. Luego dirigió su atención a Nicole, con una sonrisa pícara. —¿Tú debes ser la famosísima Nicole, verdad?

—Nicole, él es el Nini, el 09 o el 19, como prefieras decirle —la presenté. —Es el jefe de seguridad y un gran amigo. Si alguna vez necesitas algo, no dudes en pedírselo.

El Nini extendió la mano hacia ella.
—Un gusto, Nicole. Me llamo Néstor, pero puedes decirme Nini o 09, como te sientas cómoda.

Nicole correspondió el saludo con una amplia sonrisa.
—El gusto es mío, Néstor —respondió con esa educación que siempre la caracteriza.

—Bueno, los dejo solos, tengo cosas que hacer. Nos vemos luego. —El 09 se despidió y salió del rancho.

Volví mi atención a Nicole, tomé su mano y le dije:
—Tenemos varias cosas por hacer hoy, pero primero vamos a comer, ¿te parece? Así tomamos energía para lo que viene.

La guié hasta el cuarto que había mandado decorar. Estaba lleno de flores, luces cálidas, velas que iluminaban suavemente el lugar y, al centro, una mesa para dos con la comida lista. Sobre la mesa había un gran ramo de rosas blancas, rojas y rosadas, especialmente para ella.

Nicole entró, y su reacción me llenó el corazón.
—¡Wow, Iván! ¡Esto está hermoso! No lo puedo creer —dijo con una mezcla de emoción y sorpresa. Corrió hacia mí, me dio un beso corto en los labios y me abrazó con fuerza.

Sonreí y bromeé:
—Vas a ver que conmigo flores te van a sobrar, ¿eh? —Quería que entendiera que siempre haría todo por verla feliz.

Nos sentamos a la mesa, y comencé a sacar plática. Pero, aunque intentara actuar normal, los nervios me estaban consumiendo. Sabía que Nicole me conocía bien, y probablemente ya había notado mi incomodidad, aunque yo tratara de disimularlo.

Mientras comíamos, le conté un poco más de mi vida. Quería que ella conociera partes de mí que no siempre comparto: los lugares y cosas que me importan. La conversación fluía entre risas y miradas sinceras, y por un momento los nervios parecieron desaparecer.

Cuando terminamos de comer, me levanté y tomé el ramo de rosas. Se lo entregué con una sonrisa.
—Esto es para ti, princesa. Porque hoy es especial, y porque tú eres especial.

Nicole tomó las flores con cuidado, como si fueran algo precioso.
—Gracias, Iván. Todo esto es increíble. Nunca nadie había hecho algo así por mí. —Su voz era suave, pero sentí el peso de sus palabras.