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Sabía exactamente dónde se metía, sabía que entregarse a ese León era su perdición, pero aún así, no le importo. Corrió el ri...
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No paso mucho tiempo hasta que el Rey Mago convoco una reunión, nadie estaba contento. Todos tenían las emociones a flor de piel aunque no lo aparentaran. Un ataque en el corazón de la capital de una forma tan imprevista dejaba en ridículo las charlas emotivas sobre cuan segura era la capital, sobre cuan capacitados eran los caballeros mágicos de sobrellevar una situación desesperaba. Dejaba en ridículo a los capitanes de orden, incluso al Rey mago, y al Rey de Clover.
Las grandes casas reales no estaban mejor, el ataque a la capital provoco un rompimiento de varios contratos de servidumbre lo que provoco disgustos por los pueblerinos quienes ahora cuestionan el poder de la realeza. Claramente, Augustus Kira no estaba para nada contento.
Y Julius ya tenía suficiente en la cabeza como para preocuparse de un rey exigente, así que como es de su costumbre respondió con una afirmativa al rey y actuó a sus espaldas convocando así una reunión improvista con los capitanes.
Esta reunión fue diferente, no solo por la ausencia de un capitán, ni por la inusual puntualidad de Julius, era por la densidad del ambiente. Cuando Rill llego con una sonrisa gigantesca como siempre, pero se le borró al instante y sudo frío hasta que Yami entro y casi lo hace caer haciéndolo reaccionar.
—Uh, problemas...— susurro entre dientes Sukehiro dándole un ligero empujón a Rill con su hombro para que se moviera.
El ambiente de la habitación era denso, Rill podría compararlo con el espesor asqueroso de las sopas y eso no le gustaba.
Rill se consideraba alguien flexible en muchos aspectos, pero ahora mismo no sabía como doblarse para aliviar el ambiente, sentía que ese era su deber, su responsabilidad y había fallado miserablemente. Su indignación creció cuando se sentó y frente suyo estaba el capitán Nozel.
Rill sonrió nervioso y dio una ligera risa que sonaba más como un jadeo ahogado, cuando busco una especie de salvavidas se dio cuenta de que el asiento al lado de Yami estaba vacío, un puesto perteneciente a Fuegoleon Vermillion
—Eh, ¿y el capitán Fuegoleon?— menciono ladeando su cabeza y sintió escalofríos por todos lados.
Sintió una mirada furtiva cortesía de Nozel, Rill sintió su garganta achicarse conocía la mirada de Nozel, había recibido su mirada desaprobatorias, arrogante y hostiles, pero la forma en que lo miro esta vez lo hizo sentirse como un niño que jugo con un jarrón y lo rompió.
Intento sonreír, pero el ambiente era tan pesado que no lograba decir algo al respecto, hasta que llego una mujer que podría denominarse flamante en muchos aspectos, Mereoleona Vermillion entro tan ruidosa como un trueno y rápida como un relámpago tomando su lugar donde debería ir Fuegoleon.
La reunión comenzó con Julius encabezando el lugar, pero las palabras apenas resonaban en los oídos de Nozel. No era descuido, ni falta de respeto. Era algo más. Un zumbido constante en su cabeza ahogaba cualquier otra cosa, mientras las imágenes de los sucesos volvían una y otra vez.