Capítulo 27: Confesiones amargas

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Sí, yo quería ser esa mujer,
La madre de tus hijos.
Y juntos caminar hacia el altar...
Directo hacia la muerte.

Y al final, ni hablar.
Los dos nos destruimos.
Y al final, ¿qué tal?
Tú y yo ya no existimos.

Rosa pastel / Belanova.

Addison:

Un desastre, eso, las últimas dos semanas han sido un completo desastre. Entre vómitos matutinos, preparativos para la boda, partos de emergencia, un prometido estresante y un hospital que dirigir, no tenía tiempo, ni para respirar, pero mi cabeza era un completo desastre también, y aunque me llenara de trabajo, mi mente buscaba el tiempo suficiente, para pensar en ella.

Tratando de ignorar a mis pensamientos, me dispuse a trabajar, en algunos expedientes que tengo que revisar, y milagrosamente me logro concentrar, hasta que la puerta se abre de golpe.

Levanto la mirada, pensando que era mi secretaria, y realmente espero que lo que tenga que decirme sea de vida o muerte, para interrumpirme así.

Pero mi corazón se acelera, cuando la que entra por esa puerta no es mi secretaria...

-Te amo –es lo único que sale de su boca –te amo Addison, realmente lo hago.

Y al escuchar esa voz, el sonido de esas palabras, y mi corazón acelerado, provocaron que los papeles que tenía en mi mano, cayeran sobre la mesa, y mis ojos se abrieran muy sorprendidos, por tenerla enfrente de mí, era ella, era mi Mer...

-Meredith –digo tartamudeando - ¿tu?, pero, ¿Cómo?

-No lo sé –murmura, casi sin poder pronunciar palabras –no sé qué hago aquí, pero déjame explicarme, antes de que mi pánico, me haga huir de aquí.

Sin poderlo controlar, mis labios ensancharon una pequeña sonrisa, debido a su nerviosismo, se veía tan tierna ahí parada, se veía tan perfecta como la última vez que la vi, parecía que habían pasado varios años, de la última vez que la tuve conmigo.

-Disculpe doctora –la voz de mi secretaria, impidió que Mer siguiera hablando –le pedí que esperara, pero ella se me adelanto y...

-Está bien Ana, no te preocupes, déjanos solas, por favor.

Ella solo asintió, y extrañada por mi petición, salió, dejándonos solas otra vez.

- ¿Quieres tomar asiento? –pregunto amable.

-No, si me muevo de aquí, temo que mis pies me lleven hasta donde estas y te bese.

-Mer, ¿qué estás haciendo aquí?, ¿qué es lo que quieres?, han pasado dos semanas, y...

-Te amo –me dice interrumpiéndome, y tomando el valor suficiente para abrirse ante mí, sin dejarme hablar -llevo dos semanas arrepintiéndome por haberte dicho que te fueras, que olvidaras lo que vivimos, y orillarte a casarte con él, pero ya no puedo aguantar todo este dolor que siento, simplemente te amo Addison. No estoy aquí para pedirte nada, pero llevo dos semanas tratando de convencerme de que lo mejor fue dejarte ir, pero solo me estoy mintiendo a mí misma, sé que cambie tu mundo, como tú lo hiciste con el mío, me enamore, como nunca lo había hecho, de una forma rápida, e intensa... sé que no tengo ningún derecho de decirte todo esto, pero tenías que saberlo, no trato de que cambies de decisión, solo quería que lo supieras... que supieras que mi mundo se desmorona más, cada que abro los ojos y tú no estás ahí.

Mis manos comenzaron a temblar, y mis ojos se humedecieron un poco, desde el momento en que ella comenzó a hablar, y yo trataba con todas mis fuerzas no desmoronarme ahí mismo.

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