Capítulo 29: Un viejo amor

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Meredith:

Llevaba dos días en esta ciudad, y en mis pensamientos solo pasaba la idea de que mañana se casaba, y yo no podía hacer nada para impedirlo.

Me encontraba en un bar cerca de la casa de mis padres, justo en el mismo, donde venía cuando era adolescente, y nos metíamos de contrabando después de la preparatoria, y el mismo, donde la conocí a ella.

Mientras tomaba una cerveza, los recuerdos de ayer vinieron a mi mente, no solo se iba a casar, si no que estaba embarazada –hay Meredith, en que te metiste chamaca –hasta que se escuchó sonar la campana del bar, y yo por inercia volteo, observando a la persona que acaba de llegar.

Y ahí estaba ella, tan sencilla, y tan bonita como siempre, con sus chinos perfectos, que antes me volvían loca, y con una sonrisa de lado, mientras buscaba una mesa vacía, para sentarse.

Mi estómago se revolvió un poco, justo cuando sus ojos se posaron en los míos, provocando que agachara la mirada, y ella intensificara su sonrisa, acercándose a la barra donde me encontraba.

-Mira quien volvió –dice con su ironía de siempre, y yo ruedo los ojos.

-Porque siempre que intento no recordarte, apareces.

- Que bonita forma de recibir a un viejo amor –dice, mientras toma asiento a mi lado, y pide una cerveza - ¿qué te trae por aquí, rubia?

-Supongo que lo mismo que a ti, Cristina.

- ¿Mal de amores? –me dice, levantando su cerveza, y chocándola con la mía.

Éramos esas típicas ex, que terminaron odiándose, y seguían odiándose, pero cuando se encontraban, a pesar de la incomodidad, seguían compartiendo secretos.

-Para que te lo voy a negar, sí sé que me conoces bien...

-Escupe...

Y como si ella fuera una caja de secretos, de la que nunca saldrá nada de lo que le cuente, comencé a narrarle todo lo que había pasado las últimas semanas, mientras ella me veía, con una sonrisa comprensiva, y claramente sorprendida, por todo lo que le contaba.

Ella fue mi primer amor, también la persona que, más me lastimo, ya que no éramos compatibles, éramos tan iguales, que siempre había algo que nos hacía alejarnos, duramos casi 5 años juntas, y para mi sorpresa, cada que nos encontrábamos, podíamos hablar sin incomodidades, porque nos conocíamos también, que nos entendíamos, hasta mejor, que cuando éramos pareja.

-Pues esta difícil –menciona, acabándose su segunda cerveza de un solo trago –pero si me pidieras un consejo, te diría que dejaras tu orgullo, y que mañana te presentaras en esa iglesia, e impidieras esa boda –yo la miro, como si se hubiera vuelto loca –vamos, que sé que te mueres por hacer eso.

-No es así de fácil, mañana regreso al pueblo, y hare como si todo esto no paso...

-Tú lo haces complicado –refuta –porque no es tan difícil aceptar que la amas, que te mueres por recuperarla, pero tu miedo a volver a salir lastimada te paraliza, ese miedo, al darte cuenta que por primera vez, serias capaz de dejar todo lo que eres, por estar con esa chica, lo que nunca fuiste capaz de hacer por nosotras -yo voy a defenderme, pero su sonrisa triste, y su mano en mis labios, me lo impiden –si Mer... te asustaste al darte cuenta que una parte de ti, lo hubiera abandonado todo por ella, y cuando te diste cuenta, fue demasiado tarde, y ahora te aterroriza pensar, que si ella no está, nada en tu vida tendría sentido.

Ella tenía razón, pero él hubiera no existe, pero aquí, enfrente de la mujer con la que un día soñé construir una vida, y nunca llegamos siquiera a vivir juntas, me doy cuenta, que sí, cuando estuve con Addison, supe perfectamente, que una parte de mí, añoraba el dejarlo todo, y formar algo con ella, ya que, si ella regresaba a su ciudad, yo estaba dispuesta a ir tras ella.

-Cristina, no hubiera funcionado –reconocí, regresando mi vista al caballito de tequila, enfrente de mi –tenemos vidas muy diferentes, ella es una cirujana, y obstetra muy importante, dirige el mejor hospital del país, es rica, conocida, acostumbrada a los lujos, a hospedarse en los mejores hoteles, y a comer en los restaurantes más lujosos... yo soy solo una psicóloga infantil, que trabaja en una comunidad de escasos recursos, y que no solo, no tiene donde caerse muerta, si no que eso le encanta.

Ella analizo atentamente mis palabras, antes de hablar...

- Por algo estas aquí Meredith, a ver, dime, aunque sea una cosa que hayas descubierto de Addison en estos días, algo de lo que nunca te hubieras imaginado, y que sin embargo te gusto.

Yo respiro, y comienzo a pensar, en todo lo que conocí de ella, en tan poco tiempo, y que realmente me gusto.

-Es soñadora, sabes, es una niña que la han obligado a ser mujer, es curiosa, me encanta la forma en la que se emociona, cuando conoce algo nuevo, me gusto la manera en la que sus ojos se iluminaron, cuando le conté mis sueños, ella me miraba con ilusión –enfrente su mirada –ella vivía mis sueños, Cristina, realmente lo hacía.

-Como no lo hice yo –murmura, con tristeza, y yo asiento –Mer, sabes que no soy la mas indicada para hablar de amor, exactamente, pero hay algo que sí puedo decirte, cuando llegaste a esa comunidad, fue porque habías terminado conmigo, con una mujer tan parecida a ti, pero que no compartía los mismos intereses, las mismas metas, ambas remábamos para direcciones diferentes, y eso frustraba tus sueños –ella tiene mucha razón, y eso me hace recordar a la pelirroja, y su analogía de la bicicleta –y de repente llego ella a tu vida, una chica tan diferente a ti, y que cambio tu mundo completamente, Mer –suspiro, dándole un trago a mi tequila –sé que es difícil para ti esta situación...pero es hora de que dejes de pensar en los inconvenientes, en lo imposible, porque no importa que suceda a partir de ahora, no importa su nivel económico, sus caprichos, el que sean tan parecidas al agua y al aceite, por lo que me platicas, o que este embarazada, porque sabes que aunque te empeñes en negarlo, cuando vuelvas a la comunidad, y ella no esté ahí, te darás cuenta la falta que te hace.

Yo la veo muy atenta, tratando de comprender, porque a pesar de todo, intentaba ayudarme, intentaba hacerme entrar en razón, para que no alejara a la pelirroja, y aunque me cueste aceptarlo, todo lo que dijo era cierto.

-Entonces, ¿qué dices?, mañana nos presentamos en esa iglesia, e impides esa boda, ¿o te da miedo el éxito? –yo la veo, con los ojos chiquitos, analizando su propuesta.

-Está bien, impidamos esa boda –ella me sonríe de forma cómplice –solo que tendremos que llevar a Ellie, se enojaría, al saber que hicimos esa locura, y ella no fue parte.

-Está bien, creo que es algo justo.

Y yo no sé si sea por el tequila, o porque me siento agradecida con ella, por abrir mis ojos, pero me acerco lentamente, con la intención de besarla, pero ella se aleja, evitando que mis labios choquen con los de ella.

-No Meredith, así no, tienes que recuperar a tu princesa, y si nos besamos, no sería algo justo para ella –y tiene razón.

-Perdón –digo alejándome un poco más, de forma torpe, por supuesto que el tequila, estaba haciendo estragos en mi comportamiento.

-Demasiado tequila por hoy –dice levantándose, e invitándome a hacer lo mismo –te llevare a tu casa, te ducharas, y descansaras, y mañana te espero en el café, cerca del centro, para ir a esa iglesia, y recuperar a tu chica.

Yo la miro con una gran sonrisa, y deposito un beso en su mejilla –gracias –ella solo me sonríe, y me lleva a casa.

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Hola, espero les guste este nuevo capitulo y si es asi denle estrellita y comenten. (⁠.⁠ ⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠).

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