SEBASTIÁN
Después de que Javier salió de la casa, el silencio que dejó atrás se sintió como un eco interminable. Me quedé de pie en la sala, observando a Sofía mientras ella intentaba procesar lo que había sucedido. Había tristeza en sus ojos, pero también una fuerza que me hacía admirarla aún más.
Sin decir nada, di un paso hacia ella y la tomé suavemente de la mano.
—Ven conmigo —susurré.
Ella me miró, con una mezcla de curiosidad y emoción en su rostro. No hizo preguntas, solo asintió y me siguió mientras la guiaba hacia mi habitación. Esta noche no quería dejarla sola, ni siquiera por un momento.
Cuando llegamos, cerré la puerta detrás de nosotros y me acerqué a ella, tomando su rostro entre mis manos. La besé con una suavidad que contrastaba con todo lo que había pasado antes. Quería que supiera que, a pesar del caos que había traído Javier, nada iba a cambiar lo que sentía por ella.
—Sebastián... —susurró, pero no la dejé terminar.
—Esta noche solo quiero tenerte cerca. No quiero pensar en nada más.
Ella asintió, sus ojos brillando con comprensión. Nos movimos juntos hacia la cama, donde me senté primero, atrayéndola hacia mí. Sus manos encontraron mi rostro, acariciándolo suavemente mientras me miraba con una intensidad que me desarmaba.
—¿Estás bien? —preguntó, su voz suave pero firme.
—Lo estaré, mientras estés aquí conmigo.
La sinceridad en mis palabras pareció tranquilizarla. Se inclinó hacia mí, y nuestros labios se encontraron de nuevo en un beso lento y reconfortante.
Nos acostamos en la cama, y la abracé, trayéndola hacia mi pecho. Su cuerpo encajaba perfectamente contra el mío, y su aroma llenó mis sentidos, calmando el torbellino que había sido el día. Deslicé mis dedos por su cabello, sintiendo cómo se relajaba más con cada caricia.
—No tienes que preocuparte por Javier —dije después de un rato, mi voz baja pero firme—. Me encargaré de que entienda que esto es serio. Que tú eres importante para mí.
Ella levantó la cabeza ligeramente para mirarme, sus ojos encontrando los míos.
—No quiero que esto cause problemas entre ustedes. No quiero ser el motivo de que discutan.
—No eres el motivo, Sofía. Javier y yo hemos tenido nuestras diferencias desde mucho antes de que tú llegaras. Pero eso no importa ahora. Lo único que me importa eres tú.
Sus labios temblaron ligeramente, como si estuviera a punto de decir algo, pero en lugar de hablar, se acurrucó más cerca de mí, enterrando su rostro en mi pecho.
El silencio que compartimos no fue incómodo. Fue un silencio lleno de significado, de todo lo que no necesitábamos decir en voz alta. La sentí relajarse completamente en mis brazos, y supe que este era un momento que nunca olvidaría.
Mis manos continuaron acariciando su cabello, su espalda, mientras mi mente divagaba. Pensé en todo lo que habíamos pasado para llegar a este punto, en las dudas, los miedos y las emociones que habían intentado interponerse entre nosotros. Pero nada de eso parecía importar ahora.
Sofía era mi refugio, mi ancla en un mundo que a menudo se sentía demasiado caótico.
—¿Te sientes bien? —pregunté después de un rato, rompiendo el silencio con suavidad.
—Sí —murmuró contra mi pecho—. Contigo siempre me siento bien.
Sus palabras me llenaron de una calidez que no podía describir. Besé la parte superior de su cabeza y la abracé más fuerte, como si al hacerlo pudiera protegerla de todo lo que estaba fuera de esta habitación.
No sabía cuánto tiempo pasó antes de que finalmente la escuchara respirar de manera uniforme, su cuerpo completamente relajado mientras el sueño la vencía. Me quedé despierto, observándola dormir en mis brazos, sintiendo cómo cada parte de mí se llenaba de un amor y una devoción que nunca había experimentado antes.
En ese momento, supe que haría lo que fuera necesario para mantenerla a salvo, para proteger lo que habíamos construido. Y aunque el camino adelante no sería fácil, estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío si eso significaba tenerla en mi vida.
Porque, mientras ella estuviera en mis brazos, todo lo demás parecía insignificante.
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Llámame Daddy
RomanceDespués de ser humillada públicamente por Javier, el chico más popular de la universidad, quien divulga una foto comprometida de ella, Sofía decide desquitarse de la manera más atrevida posible. Atrapada entre la burla y el desprecio, transforma su...