Zack y yo decidimos dar una vuelta después de la agitada pelea que hemos vivido. No me apetece volver a casa. Sé que Daniel no estará ahí porque, al igual que yo, cuando está colapsado y nervioso lo que menos necesita es encerrarse entre cuatro paredes. En el fondo me alegro por ello. Prefiero que camine durante horas mientras toma el aire fresco para ver si de ese modo consigue calmarse un poco. Espero que, como mínimo, recapacite acerca de lo que ha hecho. Puedo llegar a entender que Zack le saque de sus casillas, porque a todos nos pasa, pero su comportamiento no ha sido el adecuado, ni mucho menos.
Finalmente acabamos yendo a Yummi's porque me apetece tomarme un café caliente y, a la par, porque me apetece enseñarle el lugar a Zack. Me gusta pasar el tiempo aquí, así que he pensado que él también podría venir de vez en cuando. Me resulta gracioso que haya tenido la misma reacción que yo al venir por primera vez: lo ha observado todo de arriba abajo, sin dejarse un solo detalle. Nos sentamos en la barra porque a Zack le apetece ver cómo Lola prepara nuestros pedidos. Es una mujer mexicana, llena de vida y de entusiasmo. Ha trabajado aquí desde que tengo uso de conciencia, por lo que me conoce de sobras.
—¿Qué te parece? —le pregunto apoyando mis brazos en la barra.
—Es alucinante —Zack alza la mirada al techo y, después, sonríe. Eso me hace sonreír a mí—. Me da la sensación de que, simplemente estando rodeado de esta decoración, te entran ganas de sonreír. ¿No te pasa lo mismo? —sonrío una vez más, sin poder evitarlo—. Sí, te pasa lo mismo.
Lola aparece delante de nosotros, entregándonos dos cafés bien calientes con extra de nata, como regalo. Le damos las gracias y, después, se aleja para atender a otro cliente.
—¿Cuánto tiempo hace que no participas en una carrera? —pregunto removiendo mi café con una cucharilla.
—¿A qué viene esa pregunta?
—Intento mantener la cabeza ocupada —me encojo de hombros.
Zack lanza un largo suspiro antes de hablar.
—La última vez fue cuando tu viniste en un acto de locura —sonríe de lado, provocando que le dé un golpe flojo en el hombro—. Desde entonces, nada.
—¿Eso quiere decir que estás pensando en dejarlo?
—No exactamente —Zack da un sorbo a su café, quemándose la lengua. Me da la sensación de que prefiere eso a tener que contestarme—. Me han ofrecido participar en una dentro de poco. Al parecer van a pagarme muy bien, más de lo normal.
—Joder, Zack —busco a Lola con la mirada. Al ver que está charlando con el otro cliente, continúo hablando—: No lo hagas.
—Brooke, no es ningún capricho —su respuesta suena a reproche—. Necesito ese dinero. Soy el primero que odia hacerlo, pero es mi única salida.
Poso mi mirada sobre el café, apretándolo con las manos. Siento cómo empiezan a arder, pero no me importa. Ese dolor no es nada comparado con el que me han provocado otras veces.
—Lo entiendo —digo, finalmente—. Y voy a permanecer a tu lado. Estaré apoyándote, te lo prometo.
—No puedo pedirte que te alejes de mí porque no soy capaz —no dejo de mirar el café porque sé que si le miro a los ojos, terminaré sonriendo como una boba—, pero sí necesito que te mantengas alejada de esa parte de mí. La que no me gusta. No pienso correr el riesgo de que te ocurra algo.
—No seas como mi hermano —ahora sí que le miro a los ojos—. No intentes poner orden en mi vida. Deja que tome las decisiones que crea necesarias.
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Stay Away
Teen FictionConocer a Zack Price no entraba en los planes de Brooke. Conocer sus secretos, todavía menos.