Capítulo 19. "-Esto no puede estar pasando"

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Hasta que no me dirijo a la fiesta de disfraces del instituto no soy plenamente consciente de que es la primera vez en mi vida que no me he quejado por tener que asistir a una. Generalmente, soy yo la que se niega en rotunda mientras Leah se ve obligada a arrastrarme a la fuerza. Al parecer los papeles se han invertido esta vez, y no puede parecerme más extraño.

Las calles del pueblo, a estas horas, están tranquilas. Es agradable, aunque tengamos que llevar abrigos para combatir el frío. Me gustaría pasear durante toda la noche, sin ningún rumbo y sin ningún propósito. Caminar por caminar, lo llamaría yo. Para pensar, reflexionar y darme cuenta de qué cosas he podido hacer mal. Porque, si algo me ha enseñado la vida, es que no siempre llevamos la razón y, muchas veces, en una discusión, la culpa es de ambas personas. Por eso intento pensar en las cosas que he podido hacer mal con mi hermano.

Creo que, de lo que más debo arrepentirme, es de haberle hablado mal en algunas ocasiones. Me resulta muy fácil perder los papeles y eso ha podido provocar más de una discusión. Quizás nada de esto hubiese pasado si, desde el primer día, en vez de enzarzarnos en peleas absurdas, nos hubiésemos sentado a hablar. Él me habría expuesto su punto de vista, yo el mío. No nos habríamos movido hasta que hubiésemos aclarado las cosas, al menos por mi parte.

De haber hecho eso, probablemente ahora no estaríamos pasando por este mal trago.

Me pone nerviosa pensar que Daniel y Zack van a volver a estar a metros de distancia, respirando el mismo aire. Lo único que consigue tranquilizarme es pensar que la fiesta la organiza el instituto, por lo que van a haber profesores por todas partes. Mi hermano a veces carece de sentido común pero, después de lo que ha pasado esta mañana, quiero suponer que no va a volver a hacer algo parecido. Espero que, como mínimo, se mantenga al margen y deje que esta noche siga su rumbo.

—No sé si he hecho bien en ponerme este disfraz... —el comentario de Leah hace que deje de pensar en mis cosas. Oh, Dios, ya comenzamos—. Debería haber mirado los demás que has traído. ¡Con este parezco una niña pequeña!

—Si estás pensando en volver a casa, me niego en rotundo —le lanzo una mirada asesina antes de desviar mis ojos hacia la entrada del instituto, que está decorada con luces de colores—. Deberías haberlo pensado antes, Leah.

—Estás preciosa —murmura Will, acercándose a ella y rodeándola con su brazo derecho—. No hay disfraz que pueda quedarte mejor.

—Hazle caso a tu novio —intervengo de nuevo, a la par que comienzo a subir las escaleras—. Si te lo dice, por algo será.

El pasillo principal está decorado con calma y paciencia, se nota. Han colocado unas telas negras para tapar las taquillas y, encima de estas, han colocado más luces coloridas y brillantes. Al final del todo, enganchado a la pared, hay una pancarta con la frase «¡Bienvenidos! Poneos vuestro disfraz y a disfrutar» escrita en letras mayúsculas y grandes. No puedo evitar reír, parece que lo haya planeado un niño de cinco años ilusionado con que su fiesta de cumpleaños sea la mejor del mundo.

Las flechas en el suelo nos señalan la dirección que debemos seguir. Al parecer, el corazón de la fiesta está en el pabellón deportivo. Antes de entrar debemos entregarle nuestra entrada al profesor Greg, quien nos mira con una ceja arqueada y con el bigote de mosquetero medio despegado. No le digo nada porque, sabiendo como es, prefiero que otro se coma el marrón. Aparto las cortinas negras con las manos para poder ver el interior de la fiesta. Nada fuera de lo normal: han improvisado una pista de baile delante de un puesto de música, luces giratorias de colores vivos, un puesto de bebidas a la derecha y una zona para sentarse a charlar a la izquierda.

Me despido de Will y Leah para ir a buscar algo de beber. Siento la garganta seca, sin saber por qué. No reconozco a los dos chicos que trabajan en la barra de bebidas, así que supondré que lo han contratado para que ningún profesor tenga que estar sirviendo copas durante toda la noche. Me siento en uno de los taburetes rojos hasta que uno de los chicos se acerca a mí.

Stay AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora