Me miro al espejo por décima vez. Mis nervios están a flor de piel, y si no consigo calmarlos terminarán jugando en mi contra. Respiro aire y, con lentitud, lo expulso. Hago eso tantas veces como hace falta, hasta que mi pulso cardíaco empieza a volver a la normalidad. Estoy acostumbrándome a no despertarme temprano, algo que hoy no podía ser menos. A estas alturas, ya no necesito alarma, mi cuerpo funciona como una, levantándome a la misma hora cada día.
No me he interesado de los planes de mi familia antes de salir por la puerta. No me apetece hablar con ellos, ni siquiera con Luke. Sé que él no tiene la culpa de nada, pero mirarle a los ojos hace que piense en Daniel. Durante toda la semana su plan ha sido encerrarse en la habitación y, a las tantas de la noche, salir a por algo de comer. No hemos vuelto a hablar de Chelsey. No hemos hablado de lo que ocurrió hacia unos días en el instituto. No hemos hablado de nada.
Le comenté a Will lo que ocurrió entre mi hermano y su hermanastra porque creo que, después de pasar tantos días preocupado por ella, es conveniente que lo sepa. Se quedó igual de sorprendido que yo, o incluso más. Ninguno de los dos esperaba que pudiesen estar juntos. Ni siquiera sabemos si es una relación formal o si se utilizan mutuamente con algún fin, como el de divertirse y pasar un buen rato. Will intentó hablar con ella, pero lo único que tenía para decirle es que dejásemos de meternos en su vida. Will me ha pedido que hable con Daniel y, pese a que le he dicho que lo haría, no he buscado que el momento llegase.
Ahora estoy enganchada a la espalda de Zack, apoyando mi mejilla encima de su chaqueta de cuero, mientras el aire revoluciona mi pelo. La primera vez que me subí en su moto sentí miedo, ahora no puedo sentir otra cosa que no sea libertad. Hace frío y, por muy entumecidas que sienta mis manos, no me quejo en ningún momento. Sé lo nervioso que tiene que estar y contarle mis penas va a desconcentrarle. Quiero que no tenga que pensar en otra cosa que no sea estar plenamente concentrado en hacer una buena carrera.
Dentro de un par de horas, como mucho, el sol dejará de iluminar el polígono donde se celebra la carrera, dando paso a los focos y linternas que, vulgarmente, llevan para que podamos ver. Al parecer, también saben qué trucos hacer para conseguir dominar la caja de luces que enciende las pocas farolas que hay en el lugar.
Cuando llegamos ya hay un número bastante grande de motos aparcadas. No me extraña que tanto corredores como espectadores quieran llegar temprano si tienen puestos de cerveza cada diez metros. Zack me ha pedido que, para no llamar demasiado la atención, me vista entera de negro. No ha resultado difícil, porque la mayoría de prendas de mi armario son así. Me ha parecido un poco exagerado pero, ya que estoy aquí sin que él quiera, no he puesto ninguna pega.
—¿Has pasado un buen viaje? —me pregunta. Dejo de mirar al grupo de motoristas que, entre risas y vasos de cerveza, pasan el rato.
—He pasado frío.
Zack me retira el casco antes de echarse a reír. Interpreto que, por su cara y su risa, debo llevar unos pelos horribles. Él me pasa la mano por la cabeza, intentando disimularlo como puede.
—Habérmelo dicho, Brooke. Te hubiese dado mi chaqueta.
—Entonces habrías acabado con todos los músculos gangrenados. Cómo habrías conducido tu moto, ¿eh?
Zack niega con la cabeza, sin abandonar una sonrisa de lado. Mientras me pierdo en su mirada, alguien le envía un mensaje.
—Walter ya está aquí. Vamos.
Zack entrelaza su mano con la mía antes de comenzar a caminar. Me gusta que quiera protegerme y hacerme sentir segura pero, por otro lado, me molesta. No quiero que tenga que estar pendiente de mí como si fuese una niña de cinco años que ha perdido a sus padres. Si estoy aquí, es porque yo he querido. Si ocurre algo, me lo habré buscado. Evidentemente, esos motivos no son lo suficientemente consistentes como para que Zack deje de hacerlo.
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Stay Away
Ficção AdolescenteConocer a Zack Price no entraba en los planes de Brooke. Conocer sus secretos, todavía menos.