Capítulo 13. "-¿Eso quiere decir que te importo un poquito?"

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Contengo las ganas de llorar al escuchar las palabras del enfermero. No puede ser posible que Zack esté inconsciente, debe ser una maldita broma. Le miro a los ojos como si de ese modo pudiese cambiar lo que ha dicho por algo más bonito y alegre. Él me mira apenado, sabiendo qué pasa por mi mente.

Mi vida se ha convertido en una enorme bola de problemas que, de momento, parece no tener solución. Son tantos que no sé ni por cuál comenzar. El primero de todos y el más importante, Zack está en el hospital, inconsciente. Segundo, me he escapado de la merienda con la familia Sprouse y todavía no se me ha ocurrido ninguna excusa creíble para evitar un castigo de por vida. Tercero, las constantes discusiones con Daniel y la mala situación con Brad. Cuarto y último, Adams. Siento la necesidad de vengarme de él o, como mínimo, de hacer que pague todo lo que ha hecho.

El enfermero hace una mueca extraña. Es entonces cuando me doy cuenta de que todavía no le he respondido.

—¿Qué le ha ocurrido?

—Un golpe en la cabeza es lo que le ha provocado estar inconsciente —me responde mirando los papeles de antes—. Por lo demás, ha tenido bastante suerte. Tiene magulladuras, arañazos y quemaduras por todos lados, pero nada que le ponga en peligro. Necesita mucho reposo para poder curarse.

—¿Y cuándo se despertará?

—No podemos decírtelo con exactitud. Depende de cómo reaccione su cuerpo a la medicación. Eres la única persona que viene con él, ¿no?

—Sí —me limito a responder.

Sé que es un poco extraño que, siendo un adolescente, ni sus padres ni ningún familiar cercano haya aparecido. No sé si puede venir alguien pero, por lo que me dejó entrever Zack, no creo que sea posible. Voy a limitarme a dar aquella información que sé y, sobre las cosas que no sepa, mantendré la boca callada.

—Necesitamos ponernos en contacto con sus padres. ¿Puedes avisarles?

—No tengo contacto con ellos, pero sé que están fuera del país. Actualmente vive en mi casa, mis padres son quiénes están a su cargo.

—¿Entonces puedes avisar a tus padres?

—También va a resultar imposible —me cruzo de brazos—. Ahora mismo están ocupados. Les he informado de todo, pero no pueden venir.

—De acuerdo... —murmura, frunciendo el ceño—. No sirve de nada que te quedes en la sala de espera. Deberías marcharte a casa a descansar.

—No me importa quedarme —mi voz suena a suplica.

—Es mejor que descanses —él me sonríe, intentando convencerme—. Créeme, la falta de sueño no va a jugar a tu favor. Puedes volver mañana, si de ese modo te quedas más tranquila.

—Está bien —desisto—. Mañana estaré aquí de nuevo.

—Por cierto —me giro al escuchar su voz de nuevo—. Nos hemos encargado de traer aquí su moto. Está un poco magullada, pero nada que no se pueda arreglar llevándola al mecánico.

La moto. Con todo lo que ha pasado no he sido capaz de recordar que existía.

—Gracias. Significa mucho para él.

Después de dedicarle una última sonrisa salgo de la sala hospitalaria. Tengo que guiarme con los carteles de las paredes y del suelo, porque antes estaba tan colapsada que no he prestado atención del camino. Salgo una vez más al exterior, dándome cuenta del frío que hace. No sé dónde narices he dejado mi chaqueta. Lo último que recuerdo es que la coloqué encima del cuerpo de Zack. Me froto los brazos para intentar entrar en calor mientras llamo a mi padre.

Stay AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora