El camino de vuelta fue tenso. Cada sonido, cada sombra nos hacía detenernos y preparar nuestras armas. Los infectados aún estaban lejos, pero el conocimiento de que una horda de esa magnitud venía hacia nosotros hacía que el tiempo se sintiera como una trampa mortal.
Al llegar a la base, las puertas se abrieron rápidamente al vernos, y fuimos recibidos por uno de los guardias.
—Llévennos con el líder, ahora —dijo Hyein, apresurada.
Otros guardias nos condujeron hasta la sala de vigilancia donde el líder nos esperaba. Al entrar, se giró hacia nosotros con esa sonrisa que comenzaba a detestar más cada día.
—De vuelta tan pronto... —comentó con un tono burlón—. ¿Extrañaban mi compañía? —inquirió, colocando sus manos en su escritorio.
—No hay tiempo para juegos —le dije de manera abrupta, interrumpiéndolo—. Una enorme horda de esas cosas se dirige hacía aquí.
El líder dejó de sonreír por un momento. Sus ojos brillaron con una mezcla de incredulidad y preocupación.
—¿Cuántos? —preguntó, con un tono más serio que de costumbre.
—Demasiados —respondió Hyein—. Centenares, si no más. Estarán aquí pronto.
El líder permaneció en silencio, procesando la información. Luego, lentamente, una sonrisa volvió a formarse en su rostro.
—Bueno, parece que tendremos una fiesta. Perfecto. Nos prepararemos —exclamó, alegre.
Mientras hablaba, no pude evitar notar la mirada de Hyein, fija en él. Había algo en sus ojos, algo que no había visto antes. Era como si estuviera evaluándolo, cuestionando cada una de sus decisiones.
—Ustedes, descansen un poco. Los necesitaré en plena forma más tarde —dijo el líder finalmente, despidiéndonos con un gesto.
Fue entonces cuando mis ojos se posaron en algo que no había notado antes. En una de las estanterías de la sala de vigilancia había un frasco de vidrio, y dentro de él, una planta extraña. Sus hojas eran de un verde intenso, y de sus raíces brotaban pequeñas espinas que parecían pulsar suavemente, como si respiraran.
—¿Qué es eso? —preguntó Jihyo, siguiendo mi mirada.
El líder sonrió aún más, si es que eso era posible.
—Oh, eso. Es una reliquia de tiempos pasados. Nada que deba preocuparles.
Salimos de la sala en silencio, pero el peso de lo que habíamos visto aún pesaba sobre nosotros. Una horda de un tamaño que jamás había visto estaba en camino, y sabíamos que la calma de este lugar estaba a punto de romperse.
Nos dirigíamos a la habitación donde yacían nuestras celdas, pero la atmósfera entre nosotros estaba cargada. Cada uno procesaba lo que acababa de ocurrir a su manera. Jihyo caminaba junto a mí, con los brazos cruzados, claramente inquieta. Hyein iba un par de pasos por delante, su paso firme pero tenso. Sabía que su mente no estaba aquí.
Cuando llegamos a la entrada de la habitación, Jihyo finalmente rompió el silencio.
—¿De verdad va a quedarse tan tranquilo? —su voz era apenas un susurro, pero el filo en ella era inconfundible—. Una horda como esa va a arrasar con todo esto.
—Tranquilo no es la palabra —respondí mientras dejaba caer mí mirada—. Él sabe algo. O al menos cree que sabe cómo manejarlo.
—Eso no me hace sentir mejor —replicó ella, soltando un suspiro frustrado.
El silencio volvió a instalarse entre nosotros. Jihyo se colocó frente a mí, sus ojos buscaban los míos, pero yo los mantuve fijos en el suelo. Ella me abrazó, escondiendo su rostro en mí pecho. Yo le correspondí. Cada que ella tenía miedo, siempre me abrazaba.

ESTÁS LEYENDO
I Will Never Leave You Alone
FanfictionEstaba a punto de graduarme de la universidad junto con mis amigos, éramos inseparables. Todo estaba bien, hasta que aquellos monstruos aparecieron. No sabía que hacer, estaba realmente asustado, la ansiedad invadía mi mente. Pero... Todo va a estar...