Cuando la fusión de dos historias destinadas a no cruzarse surge de la aleatoriedad, se unen para emprender un viaje único y extraordinario. Yuji Itadori, un adolescente de 15 años, es admitido en la preparatoria Itan, una institución que acoge a es...
Y ahí estaban ambos, Itadori y Mahito, dos fuerzas completamente opuestas, en una confrontación que resonaba con la intensidad de un terremoto. La ira de Itadori estaba al límite, alimentada por la tragedia que acababa de presenciar. Con cada paso que daba hacia adelante, su respiración era más pesada, pero su determinación no flaqueaba.
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Itadori subió los escalones, cada paso cargado de una intensidad que hacía temblar el ambiente. La rabia y la desesperación lo impulsaban hacia adelante. Con un rugido, lanzó un golpe directo a Mahito, quien esquivó con agilidad.
El impacto fallido destrozó el suelo, formando un cráter y dejando grietas en las paredes cercanas.
—¡Sigues fallando! —se burló Mahito, mientras deformaba su cuerpo para crear grotescas alas de carne y energía maldita, buscando formas de mantener la distancia.
Sin embargo, Itadori cerraba la brecha con una ferocidad implacable. Sus movimientos eran impredecibles, cada golpe resonando con una fuerza que dejaba cicatrices en el entorno.
Mahito frunció el ceño al recibir un impacto directo en su costado. Había anticipado un golpe desde el puño izquierdo de Itadori, pero este lo sorprendió atacando con el derecho, enviándolo contra una pared.
Otro golpe casi lo alcanza, dejando un cráter en el lugar donde Mahito estaba segundos antes. Su sonrisa burlona desapareció al darse cuenta de que su ventaja comenzaba a desmoronarse.
Creyendo que podía predecir los movimientos de Itadori, Mahito se dio cuenta de que sus anticipaciones eran inútiles. Cada ataque rompía las reglas que él creía comprender.
En un parpadeo, Itadori desató una ráfaga de golpes. Mahito intentó esquivar, pero varios impactos alcanzaron su rostro, lanzándolo hacia el siguiente pasillo.
Con un ágil salto, Mahito aterrizó al final del corredor y reajustó su cuerpo rápidamente. El pasillo quedó en un tenso silencio. Ambos se estudiaban, inmóviles, como si el tiempo se hubiera detenido.
Itadori apretó los puños, concentrando energía maldita, mientras observaba a Mahito transformar su cuerpo. De su costado emergieron tres brazos adicionales, alargados en cadenas terminadas en cuchillas. Estas se movieron con un sonido metálico, apuntando directamente a su adversario.
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