Cuando la fusión de dos historias destinadas a no cruzarse surge de la aleatoriedad, se unen para emprender un viaje único y extraordinario. Yuji Itadori, un adolescente de 15 años, es admitido en la preparatoria Itan, una institución que acoge a es...
Los días transcurrieron con rapidez, y en los aposentos de la residencia Gojo, alguien no podía ocultar su emoción. La energía de Itadori desbordaba mientras realizaba saltos y acrobacias por todo el lugar, como si no pudiera contenerse.
—¡Es hoy! ¡Es hoy! ¡Esta vez no me equivoqué! —exclamó, deteniéndose frente a Gojo y apuntándolo dramáticamente con un dedo—. ¡Vamos ya!
Gojo, sentado cómodamente en el sofá con una expresión relajada, alzó una ceja tras sus lentes. —Tranquilo, escarabajo —respondió con tono burlón—. No puedes aparecerte así como si nada entre los demás hechiceros. —Hizo un gesto amplio con las manos—. Sería raro que, después de algunos meses, aparezca alguien que supuestamente estaba muerto. ¡Déjalos que se sorprendan!
Itadori se detuvo de golpe, rascándose la nuca con aire avergonzado. —Ah... Es cierto. —Sus ojos recorrieron el lugar como si buscara una salida a su incomodidad—. A todo esto, ¿y los demás? Pensé que vendrían temprano para esto.
Con una sonrisa traviesa, Gojo sacó su teléfono y le mostró un mensaje en la pantalla. —No, no. A ti te hice venir antes porque tenemos una misión muy importante... ¡Ijichi! —exclamó teatralmente mientras apuntaba hacia la puerta.
La puerta se abrió de inmediato, y el siempre formal Ijichi apareció con una expresión desconcertada. Su uniforme impecable contrastaba con el objeto que llevaba en el rostro: un pasamontañas negro.
—¿De verdad tengo que usar esto? —preguntó, mirándolo con evidente incomodidad.
Gojo, incapaz de contener una risita, asintió con toda la seriedad del mundo. —Es parte de la tradición. Tú, de todos, deberías saberlo mejor.
Itadori, sin entender absolutamente nada, recibió otro pasamontañas que Gojo le lanzó sin previo aviso. Lo sostuvo frente a él, inspeccionándolo con una mezcla de curiosidad y confusión.
—¿Qué se supone que haremos con esto? ¿Vamos a esquiar? —preguntó, ladeando la cabeza.
Gojo, con una sonrisa que no auguraba nada bueno, se puso de pie y se acercó, colocando una mano en el hombro de Itadori.
—Mejor aún. La preparatoria Itán ya sabe que tú, Hitohito y la chica nueva irían a la escuela hoy. Sin embargo... —hizo una pausa dramática, ajustándose los lentes—, a ellos dos les mentí sobre la hora de la reunión. Pasaremos a buscarlos nosotros mismos. —Hizo un gesto amplio, señalando hacia la salida—. Confía en mí y sigue la corriente, ¿sí?
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Itadori parpadeó un par de veces, tratando de procesar el plan, pero finalmente decidió no cuestionarlo demasiado.
—Ahhh... ya entiendo. —Su expresión cambió lentamente mientras una sonrisa traviesa aparecía en su rostro. Después, comenzó a reír suavemente, contagiándose de la energía de Gojo.