MUÑEQUITO DE PORCELANA [LIANKUEA]

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Parte 2

Nunew seguía a Zee, siendo tirado por el chico más bajo y abriéndose paso por entre la gente. Su mejilla todavía ardía, y miró hacia los lados.

No entendía nada de lo que ocurrió. ¿Por qué esa chica tan desagradable lo golpeó? Mamá nunca le pegó. Ni siquiera le levantó la mano. Cuando se portaba mal o decía cosas que no debía decir, ella sólo se sentaba frente a él y le explicaba todo lo ocurrido con calma y tranquilidad. Ella se esforzaba mucho en que comprendiera las cosas, y Nunew ponía de su parte para hacerlo.

Como de esa vez que le dijo a un chico que era feo porque tenía orejas grandes, y lo acusaron de hacerle bullying. Él no entendía esa palabra, porque él no lo molestó, sólo le dijo lo que consideraba que era verdad, pero mamá le explicó que había ciertas cosas que no podía decir con tanta libertad y que era mejor callar porque podían hacer daño.

Sin embargo, Magic le dijo desagradable. Y ella no estaba invitada a eso. Y decía que volvería con P'Lian y que era su novio, cuando P'Lian era novio de Kuea. Magic Radchapon era una mentirosa, concluyó.

Se detuvo al ver algo que llamó su atención.

Zee se giró para verlo.

—¿Nu? —preguntó con expresión cansada.

—Gatito, hay un peluche de dinosaurio —dijo, apuntando a un puesto donde se veía un montón de vasos apilados y un estante con peluches—. Dijiste que me comprarías un peluche de dinosaurio.

Zee lo observó y suavizó su voz.

—Nunew, es mejor si nos vamos a casa —dijo al hablar, buscando lucir firme.

Nunew frunció los labios, inconforme con la respuesta. ¿Qué era esto, por qué le decía eso cuando Zee le dijo que se lo compraría?

—No, tú me lo prometiste —dijo, molesto—, ¡una promesa no puede romperse!

Zee vaciló un momento para luego asentir, agotado y con su cabeza comenzando a doler. Sólo debía conseguirle ese tonto peluche a Nunew y después irse a la casa del menor, ¿no? Una vez allí, podrían echarse en el sillón, acurrucarse y ver alguna película. 

Eso sonaba bien para Zee.

Caminó hacia el puesto. La verdad es que no quería jugar ese tonto juego de tener tres pelotas y botar todos los vasos, así que le preguntó al vendedor cuánto costaba ese jodido peluche.

—No se vende, amigo, tienes que jugar —dijo el hombre con una sonrisa desagradable.

—Por favor, es un regalo —insistió, haciendo una mueca.

—Hay que jugar —replicó el hombre.

Zee suspiró.

—Nu, ¿y si vamos a tu casa a ver una película? —dijo, tratando de persuadirlo.

Nunew le miró sin expresión.

—Pero me prometiste el peluche, lo quiero —contestó.

Zee soltó un gruñido bajo, sintiendo que estaba perdiendo los nervios. Cualquier otro día no le habría dado muchas vueltas al asunto, sin embargo, en ese momento, no entendía por qué Nunew actuaba así. Por qué luego de haber recibido una bofetada insistía en tener ese peluche estúpido.

Pagó una ronda. El tipo le entregó las tres pelotas.

Las lanzó, pero quedaron cuatro vasos de pie.

—Puedo ofrecerte un peluche pequeño —dijo el hombre.

—Nunew... —comenzó a decir.

—¡Quiero el peluche de dinosaurio! —insistió Nunew.