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Parte 1

No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Kuea como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shin se lo llevó. 

Lian dio su declaración cerca de diez veces, todas a distintos policías, mientras JJ trataba de controlar las salientes lágrimas que escapaban de sus ojos cada tanto.

—Será mejor que vayan a casa —dijo el último policía con tono amable—, este no es ambiente para niños como ustedes.

Lian quiso replicar, aunque sabía que, en el fondo, algo de razón tenía. JJ y él no podrían hacer nada porque eran sólo dos adolescentes, ni siquiera los padres de Kuea tenían las capacidades para actuar. 

Sólo debían esperar y eso lo hacía sentir... impotente.

Dejó a JJ fuera de la casa de su mamá sin decir otra palabra, era casi la una de la mañana y realmente necesitaba dormir, por muy poco que fuera. Sabía que, cuando despertara, iría otra vez a casa de Kuea para saber cualquier cosa. Lo que fuera. 

Él lo único que quería era que estuviera a salvo y pedirle perdón por todo lo que hizo. 

JJ se bajó, apenas despidiéndose, así que Lian no tardó en ir a su casa. Para su fortuna, sus padres ya estaban durmiendo, por lo que sólo subió a su cuarto y se acostó. Sorpresivamente, cayó dormido de inmediato.

Aunque durmió mal, con pesadillas que no podía recordar bien, pero le hicieron transpirar el resto de la noche y parte de la mañana. Despertó con los ojos lagrimosos y ojeras marcadas en su rostro. Lo primero que hizo al levantarse fue revisar su móvil, esperando ver algún mensaje –de quién fuera–, donde le decían que Kuea estaba a salvo. Estaba con ellos.

Pero no había nada. Sólo silencio helado, que provocaba que su estómago se revolviera por el dolor.

Frotó sus ojos, sentándose sobre la cama un momento para luego ir al baño y darse una ducha. Iba a desayunar y después iría donde Kuea, aunque no sabía si iba a lograr que su estómago digiriera algo por la situación en la que estaba.

Menos cuando, una vez vestido, entró al comedor y se quedó quieto.

¿Qué mierda?

—¡Lian! —dijo su mamá con una sonrisa amplia—. Magic ha venido a desayunar con nosotros, ¿no es una buena chica?

Lian miró a Magic entremedio de sus padres con una sonrisa amable y dulce, pero en ese instante, sólo la odió. Wheein, sentada también, lucía incómoda y fuera de lugar, como si no supiera qué decir.

—Sí —dijo, y su voz salió brusca, pero no le importó. Ya no tenía ganas de comer algo—. Voy saliendo.

—¡Lian! —espetó su papá—. Ven, Magic quiso venir a comer con nosotros y lo mínimo que puedes hacer es sentarte en la mesa.

El muchacho pudo sentir cómo su mandíbula se tensó y sus ojos se entornaron. De verdad, lo que estaba haciendo Magic rozaba ya lo maniaco.

—Li, ven —dijo la chica, sin dejar esa sonrisa.

¿Qué vio Lian en ella, en primer lugar? Sí, era bonita y muy inteligente, pero estaba podrida, lo sabía desde que vio la manera en que esquivaba a su propio hermano en el colegio. Sin embargo, trató de justificarla siempre, porque decía que todos actuaban de esa forma, que si ella no se llevaba bien con JJ, tenía el derecho a evitarlo.

Sin embargo, que todos dijeran que algo era cierto no hacía que ese algo fuera, efectivamente, cierto.

Todos decían que Wheein era una chica tonta y superficial, pero eso era mentira. Wheein era muy inteligente, preocupada y cariñosa por el resto.

MUÑEQUITO DE PORCELANA [LIANKUEA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora