EXTRA: INNER CHILD

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Lian no pudo evitar sonreír cuando entró al departamento, encontrándose con Dash saltando una vez abrió la puerta, su lengua fuera, contento por verlo allí.

Lo tomó en brazos, riéndose, y dejando su mochila sobre el sillón, viendo que Kuea no estaba por ningún lado. Suponiendo dónde debía hallarse, fue hacia el pequeño ático del departamento que compartían, donde el tragaluz del edificio daba paso a un cálido sol primaveral. En ese pequeño ático, vio a Kuea sentado en el suelo, con su cabello de un fuerte color rubio brillando gracias a la iluminación, observando su caballete con una pintura secándose en la tela.

—¿Bebé? —preguntó, con su tono calmado.

Kuea no se giró y Lian dejó al perrito en el suelo, que fue donde el menor, llamando su atención. El chico le acarició la cabeza, distraído, así que Lian también se acercó. Se sentó en el suelo junto a él, deslizando su mano izquierda por el cuello del muchacho.

Kuea le miró, con una sonrisa amplia en su bonito rostro e inclinándose para darle un beso en los labios. Lian lo recibió con gusto.

El de cabello rubio tenía el rostro lleno de pintura de muchos colores, su ropa también se encontraba sucia, pero no parecía ser consciente de ello. Al mayor tampoco le molestaba un poco.

—¿Qué pintas? —le preguntó, su voz baja.

Los ojos de Kuea lucieron desconcertados un momento, así que Lian se corrigió.

—¿Estás pintando algo especial? —dijo ahora, con señas.

Kuea se recostó contra él, besando su mejilla fugazmente.

—No —dijo, también en señas—. Me aburrí y no tengo inspiración para la próxima exposición, así que quise pintar cualquier cosa. Este es Dash.

Lian miró el caballete, con todos los trazos de pinturas manchando la tela, y muchas partes se veían como si hubiera lanzado tarros de pintura allí, lo que explicaría su ropa sucia. Pero en el centro, había también una mancha blanca desparramada con dos puntos negros.

Lo encontró muy adorable, sobre todo, porque cuando Lian le presentó a su mascota, fue muy duro para Kuea. Demasiado duro, lo supo enseguida cuando vio los ojos quebrados de su novio, y los siguientes meses no fueron mejor: el menor evitaba mirar al perro, evitaba tocarlo y dirigirse a él. Lian no lo presionó en ningún momento, consciente de que la muerte de Lucky iba a ser una herida de la que Kuea jamás podría deshacerse.

Sin embargo, Dash se ganó el corazón de Kuea luego de un tiempo, en especial cuando su novio parecía estar a punto de perder el control. El perro siempre parecía anticiparse a esas situaciones, ladrando, en caso de que Lian estuviera en el departamento, o recostándose contra Kuea si no estaba allí, lamiendo su cara con evidente cariño.

Kuea lo adoraba.

—Podríamos colgarlo en el comedor —dijo Lian, revolviéndole el cabello.

Kuea lo abrazó por el cuello, con sus ojos repentinamente llorosos, y el mayor sólo lo estrechó con fuerza, porque sabía que era difícil para su novio.

Al alejarse, Kuea sorbió por su nariz.

—Lamento no hablar hoy —se disculpó de pronto.

—No —ahora Lian habló, tranquilo—. No te preocupes, bebé. Está bien —besó la punta de su nariz, sacándole una pequeña sonrisa—. Yo te quiero así, para siempre. Siempre te amaré.

💙🧡

El fin de semana fueron a comer a casa de JJ y Net.

Kuea parecía sentirse mejor ese día, a pesar de que toda la semana fue algo tormentosa para el pobre chico. Debido a eso, Lian no lo presionó demasiado.

MUÑEQUITO DE PORCELANA [LIANKUEA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora