MIENTRAS TANTO, EN UN FUTURO LEJANO...
Yamamoto Genryusai se encontraba al borde del cráter humeante. Su capa carmesí, medio desgarrada por las garras y la metralla, ondeaba alrededor de su imponente figura. Tenía diez mil años, pero su postura no mostraba cansancio. El planeta entero yacía quemado detrás de él, su civilización reducida a cenizas y escombros resplandecientes. Soltó un suspiro lento, sus ojos fundidos recorrieron los restos carbonizados. Destellos de fuego aún bailaban sobre su armadura de guerra, reflejando el brillante tono de destrucción que una vez había sido una colmena alienígena en expansión.
Acababa de conquistarlos, a esas lamentables criaturas. Se habían atrevido a resistirse. Sus defensas planetarias habían sido impresionantes, al menos por un momento fugaz. Ahora, no quedaba nada. Su última fortaleza se había derretido bajo el ataque de sus llamas horas atrás. El nombre del planeta no importaba. Todo lo que importaba era que había sido conquistado en nombre del Imperio y en nombre de la Legión de los Devoradores, que Yamamoto comandaba.
Yamamoto levantó una mano enguantada y dejó que las brasas se arremolinaran alrededor de las yemas de sus dedos. Los débiles restos de su poder aún crujían en el aire. El suelo bajo él silbaba y la roca fundida burbujeaba como alquitrán. Estaba acostumbrado a eso. Era el Lord Comandante de los Devoradores, el más poderoso de los Astartes de Ryomen Sukuna. Su furia pirocinética, su dominio sobre las llamas, se había vuelto monstruosa a lo largo de milenios de guerra. Aun así, rara vez la dejaba fluir en toda su extensión. Hoy había sido una excepción.
Dio un paso adelante, ignorando la roca líquida que se aferraba a su sabaton. Unos pasos detrás de él, los Devoradores con armadura negra y roja formaban un semicírculo. Tenían las armas bajadas, sus posturas cautelosas, como si esperaran que más alienígenas salieran de entre los escombros. El hedor acre de carne quemada y metal chamuscado flotaba en el aire. No quedaba ningún alienígena, ni una sola alma viviente. Habían quedado reducidos a cenizas.
El comunicador de Yamamoto emitió un crujido. Un capitán de los Devoradores, con la respiración agitada por los nervios, habló rápidamente.
—Señor comandante, ha llegado una misiva. Tiene la máxima prioridad. Un código de Shibuya. ¿Lo recibirá? —El capitán hizo una pausa, con la voz ligeramente temblorosa—. El mensajero dice que es urgente.
Yamamoto entrecerró los ojos. Las llamas que se arremolinaban a su alrededor se calmaron un poco y el suelo pasó de estar al rojo vivo a estar enfriado. Tocó una runa en su brazalete. "Arregla el problema".
Se escuchó un zumbido estático. Luego, se escuchó una voz nítida: "Señor comandante, tenemos una situación. Un escuadrón nuestro, un escuadrón expedicionario, liderado por el capitán Jimu, enviado para ayudar a los Lobos Espaciales en una campaña de pacificación, fue encontrado muerto. Sus restos muestran señales de residuos de Energía Maldita, la misma firma que hemos rastreado antes".
La postura de Yamamoto se puso rígida. Sus dedos temblaron a sus costados. "¿Gojo Satoru?"
Se escuchó una pausa en el comunicador. "Sí, mi señor. Todas las señales apuntan al maldito de pelo blanco. Todo el escuadrón ha desaparecido".
Yamamoto apretó los dientes. La temperatura ambiente volvió a subir. Los Devoradores cercanos se movieron, tratando de darle algo de espacio a su comandante. Incluso con su armadura de guerra superior, el calor era insoportable.
—¿Dónde? —preguntó Yamamoto con voz entrecortada.
El tono del mensajero se volvió más tenso, como si leyera un guión aterrador. —En Valdaris, un planeta menor. Fueron enviados para ayudar a la campaña de Vlka Fenryka para purgar a los orcos. Sospechamos que Gojo Satoru desencadenó una incursión demoníaca y luego huyó. Al parecer, rasgó el velo lo suficiente para arrojar una multitud masiva de demonios, suficientes para devastar gran parte del mundo, incluida la FDP local. Los informes son contradictorios, pero sabemos que una gran cantidad de lobos fueron asesinados. Y el escuadrón expedicionario fue aniquilado.
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El Rey Maldito
AcciónEl Rey de las Maldiciones despierta... pero solo hay un problema. No tiene idea de dónde está ni cómo llegó allí. También está bastante seguro de que está en otro mundo completamente en un cuerpo que no era el suyo. O cómo el tipo al que le gusta co...