Capítulo 10: El señor de los Zombis.
Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino -Charles Reade.
Entre la espada y la pared. Zeta sentía un ligero pinchazo en la boca del estómago, su mente parecía haberse apagado y se encontraba totalmente enredado. Una mezcla de sentimientos se aglomeraban en su cuerpo, pero el que más se hacía notar era el miedo vibrando por toda su piel. Miedo al enorme peso de responsabilidad que se le había adjudicado de un momento para otro, sin aviso previo.
En menos de diez minutos, el presidente de la Nación Escarlata le dio la orden de una misión de búsqueda tan exageradamente peligrosa, que todavía no acababa de procesarlo y no le hacía ninguna gracia. En menos de ocho minutos, él mismo, de forma mecánica, aceptó la misión sin considerar los riesgos, que ahora si consideraba, y no le hacia ninguna gracia. En menos de cinco minutos, había sido arrollado por aplausos y aclamaciones por parte de la nación entera por su absurda valentía al aceptar, lo cual no le hacía ninguna gracia tampoco, aunque le había gustado el breve momento de fama.
Y ahora mismo, como cuando su madre lo preparaba para ir al colegio de muy pequeño, dentro de la armería, un grupo de cuatro soldados lo equipaban con la armadura oficial de la Nación Escarlata; una armadura policial que combinaba los colores negros y rojo; contaba desde hombreras y rodilleras, hasta chaleco y unas botas que sintió algo apretadas. Mientras tanto, el presidente se ocupaba de repasarle los detalles de la misión, y casi al unísono, la asistente del presidente, Patricia, le daba un instructivo del uso armamentístico y de los artilugios que llevaría.
-Esto no me gusta nada -expresó Zeta en un hilo de voz, volviendo a la realidad.
-Tranquilo, es normal que estés nervioso, pero si prestaste atención a las indicaciones que te acabo de detallar, no tendrías por qué preocuparte. Será como un simple trámite, buscaras las cosas y vendrás. Es fácil, ya lo verás -lo animó el presidente.
- ¿Qué indicaciones? -Zeta no había escuchado una sola palabra del presidente, hasta ahora.
-Escucha con atención, no hay mucho tiempo -Patricia ahogó su pregunta, mientras lo tomaba del brazo para que caminara junto con ella-. Ya le hemos colocado un silenciador a tu arma, y entendiste el uso de las gafas de visión nocturna, ahora voy a necesitar que me digas todo lo que sabes sobre esos monstruos nocturnos.
La mente de Zeta todavía se preguntaba sobre las indicaciones que le había dado el presidente.
- ¿Monstruos nocturnos? -repitió el joven, mecánicamente.
- ¿No sabes nada de ellos? -Patricia giró su cabeza, y se dirigió al presidente en un susurro molesto-. ¡No sabe nada de ellos!
El presidente se encogió de hombros y le respondió de manera que solo ella escuchara.
-Explícale rápido.
- ¿Por qué me pesa tanto el brazo? -preguntó Zeta, intentando alzar su brazo derecho.
La caminata siguió, cruzaron por todo el patio exterior de la nación dirigiéndose hacia las puertas a la vez que esquivaban a todas las personas que se les cruzaban.
-Préstame mucha atención, no te lo diré dos veces. Existen un tipo especial de estos seres, que solo se aparecen por las noches ¿seguro nunca te topaste con uno así?
-No que recuerde. Jamás salía de noche, es suicidio -respondió Zeta. Sus palabras no le dieron mucho ánimo.
-Debes tener mucho cuidado con ellos, son rápidos y pueden verte a través de la oscuridad.
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Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión Clásica
Science FictionTras despertarse en un callejón baldío, cubierto de sangre y sin ser capaz de recordar su identidad, un solitario y desconfiado joven no tendrá más opción que sobrevivir a un mundo en donde las leyes ya no existen, los muertos cobran vida, el orden...