-Entiendo, gracias Ulises -dijo Jin, mientras ambos salían de la tienda-. Vamos con los demás.
*****
- ¿Cuántas balas te quedan? -preguntó Claudia, aferrada lo más posible a la puerta.Zeta y Abigail se encontraban espalda con espalda luchando con cada monstruo que se aproximaba a su posición. La masa de criaturas se aglomeraba en un semicírculo alrededor de una improvisada trinchera que Zeta había construido, en un intento por darles un poco más de tiempo de vida.
-A mi hace rato se me acabaron, por eso estoy bateando cabezas con esto -respondió Zeta, usando la culata de la escopeta para arrancar la cabeza de un zombi que se le aproximaba.
-No te preguntaba a ti, ella raciona más las balas que tú, es obvio que se te acabarían rápido si disparas como un animal.
-Me quedan apenas tres -respondió Abigail, mientras se encargaba de extraer su chuchillo del ojo de un zombi.
Zeta dio otro batazo más a uno de ellos, provocando que cayera de espaldas y tumbara a un grupo detrás de él, luego utilizó su pierna para propenderle una patada feroz a otro que se acercaba peligrosamente a Abi.
-No disparo como un animal, simplemente uso mis armas en su máxima capacidad, ¿Qué tiene de malo eso? -Se excusó, mientras empujaba a dos monstruos con el reverso del arma-. No dejen que pasen de la barricada o se amontonarán más.
-Que moriremos ahora, eso tiene de malo -se quejó Claudia.
-No moriremos, alguien nos salvará en el último minuto -respondió Zeta, utilizando nuevamente su arma como un bate-. Eso espero.
Abigail no vio más remedio que volver a utilizar su pistola, apuntó a un zombi Parca que se acercaba velozmente por el lateral derecho y cuando la criatura tomo vuelo en el salto final, la muchacha efectuó el disparo que terminó con su muerta vida. El cadáver cayó junto a Zeta, quien lo arrojó a la manada de muertos para abrir un poco de espacio. Noelia, mientras tanto, seguía golpeando la puerta a sus espaldas, con el anhelo de que se abriera en algún momento, pero no fue el caso.
- ¿A quién se le ocurre cerrar la puerta habiendo gente dentro? -dijo Noelia, quien por cada palabra, golpeaba más fuerte intentando ser escuchada por alguien.
-Lo hicieron por su seguridad personal, es bastante lógico. Evitan que todos estos monstruos pasen al otro lado -respondió Abigail, quien uso su segunda bala en un cortador.
- ¿Cómo puedes pensar tan fríamente en una situación así? -inquirió Claudia.
-La soledad te vuelve frio y calculador-afirmó, la muchacha.
-En eso tienes razón -la secundó, Zeta-. Por eso mismo yo cantaba todo el tiempo.
Ambas lo miraron con confusión, luego retomaron sus actividades.
-En situaciones en donde todo está mal, lo mejor es cantar para despejar a la mente del peligro que estás viviendo -explicó Zeta, mientras ahora usaba un madero ancho para batear a los monstruos.
-Entonces no era mi imaginación -dijo Abi, aguantando una sonrisa-. Si estabas tarareando una canción cuando matabas zombis hace un rato.
-Yo también lo escuché, pero creí que me lo imaginaba -compartió, Claudia-. ¿Estabas tarareando Ojo de tigre?
-Es la mejor canción para matar zombis -. Exclamó Zeta, alegremente mientras se dirigía a un zombi a la carrera efectuándole un brutal gancho emulando a un boxeador-. La escuchaba siempre que hacia boxeo. ¡Chan... chan, chan, chan!
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Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión Clásica
Ciencia FicciónTras despertarse en un callejón baldío, cubierto de sangre y sin ser capaz de recordar su identidad, un solitario y desconfiado joven no tendrá más opción que sobrevivir a un mundo en donde las leyes ya no existen, los muertos cobran vida, el orden...