11. Somos los escarlata (III)

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Anna enarcó una ceja, confundida. No comprendía de qué manera distraería a tamaña bestialidad con esas dos insignificantes armas de mano. Intentó preguntar algo al respecto, pero Zeta no le dio la oportunidad.

- ¡Tres!

*****

- ¿No les parece que Zeta y Anna están tardándose un poco más de lo que debería? -preguntó Rex, desde el asiento del conductor de un jeep de la Nación Escarlata que llevaba adherido a la caja del vehículo una potente ametralladora.

-Ya pasaron como veinte minutos, podemos darlos como muertos y volver a la Nación -añadió, Franco sentado sobre la caja del jeep.

-No seas pesimista, Franco -dijo Jin-. Es mi segundo mejor traceur, no va a morir así de fácil.

- ¿Qué es un traceur? -preguntó María, quien se encontraba dentro del vehículo.

-Tómalo como un discípulo, él es mi segundo mejor discípulo en el peligroso y extremo arte del desplazamiento -respondió Jin. Siempre inflaba el pecho orgulloso, cuando hablaba de Parkour-. El mejor de todos es Rex, tiene un talento natural. Muy raro ya que es alto, pero eso lo hace mucho mejor, los saltos que da son para morirse.

Rex se ruborizó ante el alago.

-No es la gran cosa.

- ¡Si lo es! Deberías estar orgulloso de tu habilidad, has dominado cada truco que te enseñé en muy poco tiempo.

-Me gustaría ver eso -se sumó Claudia, a la conversación.

-Cuando quieras, querida. Al llegar a la Nación les mostraré mi división, es la mejor de todas y ahora mismo necesitamos más gente con nosotros.

- ¡Sería genial! -expresó María, ansiosa.

Romeo y Lucas se encontraban un poco más alejados al jeep conversando entre ambos.

- ¿Crees que estas personas son de fiar? No me gusta nada como ese chino engreído está mirando a María.

-Por el momento estamos en deuda con ellos -respondió Romeo-. Además no parecen malas personas, era hora de encontrar un lugar en el que poder vivir tranquilamente sin tener que preocuparnos de estos monstruos. Las chicas lo necesitaban.

-No sé, yo tengo mis dudas. Además, ¿Por qué todavía no nos vamos? El edificio a esta altura ya estaría completamente consumido en llamas y esos dos ya serian carbón -dijo Lucas, observando la humareda negra que se alzaba a una manzana de distancia de su posición.

- ¡Oye viejo, te escuché! -Dijo Jin, enfadado desde el jeep-. No puedes hablar así de Zeta, él logrará llegar aquí a salvo con Anna. Además, no te olvides que estamos hablando del Señor De Los Zombis, que no es poca cosa. ¿Tú quién eres, eh? No eres nadie, viejo.

-Tranquilo Jin, no seas tan malo con él -le susurró Sam-. Además ya te hablamos sobre ese tema del Señor De Los Zombis.

-Lo sé, pero ellos no lo saben Sam y es bueno que se corra la bola, así las demás naciones nos tendrán miedo. En especial la Nación Oscura.

-No creo que ellos le tengan miedo a Zeta -siguió susurrando la oji verde.

-A Zeta no, pero sí al Señor De Los Zombis -dijo Jin, mientras guiñaba un ojo.

En ese momento, Franco observó algo a la distancia y se colocó de pie para poder tener una mejor panorámica.

-Es Anna -afirmó, Franco bajando del vehículo.

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora