11. Somos Los Escarlata (II)

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Zeta abandonó su puesto y fue raudo a socorrer a su compañera. Tomó a Anna del brazo antes de que cayera y la subió con todas sus fuerzas, dejándola a salvo dentro del edificio. Por otro lado, Jin todavía se encontraba en la tirolesa, el cable comenzó a aflojarse por el arrebato del monstruo, Jin pudo soltarse en el último segundo para aterrizar junto con los demás, dio una vuelta sobre su hombro y usó la inercia para colocarse en un instante de pie. Rápidamente se acercó al balcón y llamó a Zeta por el radio, pero en ese momento la soga cedió del muro y cayó.

- ¡Mierda, la soga se soltó! ¿¡Zeta, como está Anna!?

-Ella está bien, despreocúpate -respondió el joven-. Encontraré otro camino, espérenme con Rex en la camioneta. Anna y yo los alcanzaremos de alguna manera.

Zeta dejó el intercomunicador para volver a tomar su Beretta y reducir a los monstruos cercanos. El edificio había tomado un color rojizo a causa del fuego consumiéndolo en el interior, el calor comenzaba a tornarse insoportable y el humo negro dificultaba la visión. Zeta y Anna se colocaron unas gafas protectoras de lentes amarillos para poder visualizar mejor el entorno.

-Anna, vas a tener que ayudarme. Consigue mantener a raya a estos demonios, yo fabricaré una salida.

A Zeta le vino a la mente cuando su amigo Roni había utilizado su ingenio para sacarlos de la prisión de la Nación Oscura y una de sus frases sobre que en su vida debería tomar decisiones muy importantes para sobrevivir. Si bien no contaba con muchas opciones, el joven intentó planificar en su mente una salida rápida y eficaz del edificio. Las escaleras quedaban completamente descartadas y el fuego inundaba absolutamente cada rincón de los pasillos. Optó por el ascensor.

Junto con Anna, salieron del departamento abriéndose camino contra los monstruos y se dirigieron rumbo al ascensor, las puertas eran de un enrejado metálico corredizo, por lo que no resultó problema poder abrirla. El problema real para Zeta, fue cuando vio que la cabina del ascensor se encontraba ocho pisos más abajo. No había señales de que hubiese fuego ahí dentro, pero la caída resultaba terrorífica a simple vista.

-Tengo una idea, ¿Qué tal si arrojamos ahí varios colchones y almohadas y nos tiramos?

Anna respondió con una mirada amenazadora y una rotunda negativa con su cabeza.

-Mierda, si tan solo estuviéramos unos pisos más abajo.

Esas palabras despertaron en la muchacha una idea, tomó del hombro a Zeta y lo llevó con ella nuevamente al departamento. La joven se acercó al pilar que Jin había utilizado para instalar la tirolesa, y comprobó que el cable seguía adherido ahí a la perfección. Luego miró por el balcón hacia abajo, el cable se encontraba suspendido en un vaivén constante y descendía varios pisos. Los suficientes para acortar distancia de altura. La joven intentó explicarle mediante lenguaje de señas a Zeta sobre su plan, y el muchacho captó la idea rápidamente.

-Eso es una locura -dijo Zeta con severidad, la joven bajó la mirada, desanimada-. Hay que hacerlo -dijo el muchacho finalmente, con una sonrisa.

Sin perder tiempo, ambos comenzaron los preparativos para su fuga, Anna se ocupó de instalar las correas a cada uno, mientras que Zeta utilizó un sofá para mantener momentáneamente alejados a los monstruos. El humo cada vez se volvía más espeso y el calor se intensificaba cada segundo que pasaba, los escombros de la estructura comenzaban a ceder y resquebrajarse, pedazos de concreto caían desde el techo y los muros. El tiempo apremiaba para ambos.

Zeta se colocó en posición junto al balcón, de espaldas a la ventana y subió al barandal revisando nuevamente si el correaje estaba bien colocado.

-Bien, Jin me enseñó un poco de esto en su división. Lo que haremos será inclinarnos hacia atrás al saltar y lograr que la inercia nos lleve al balcón de abajo. Asegúrate de soltar el cable solo lo necesario para caer solo un piso de distancia. Lo haremos de a uno por vez, yo te esperaré cuando sea tu turno y me aseguraré de que bajes bien.

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora