Capitulo 5: Bienvenidos a la Nación Escarlata.
"Aquel que tiene mil amigos, no le sobra ni uno. Aquel que tiene un enemigo, lo encontrará en todas partes" -Ali ibn-Abi-Talib
—Por favor... vuelve. —Susurró una voz, apenas audible.
Zeta abrió bruscamente una puerta de madera, esta era opaca, sin detalle alguno que la caracterice. Pero de nuevo, la habitación estaba completamente vacía. La cerró y siguió buscando, mientras corría a toda velocidad por unos estrechos y oscuros pasillos que parecían interminables.
Volvió a divisar otra puerta exactamente igual a la anterior, pero colocada en otra posición, esta vez la puerta estaba de cabeza, y ubicada más arriba, tocando el techo. ¿O era Zeta quien estaba de cabeza? No entendía bien que era lo que pasaba, ni le interesaba saberlo. Solo quería ubicar la proveniencia de esa misteriosa voz que le erizaba la piel con solo oírla.
Procedió a estirarse para alcanzar el pomo y abrió la puerta, pero nuevamente la habitación estaba vacía, cuatro paredes sin absolutamente nada, simplemente un foco de luz alumbrando desde el suelo ¿O era ese el techo? A Zeta le daba igual, sabía que algo raro estaba sucediendo, siguió su camino por otro pasillo, bajo por unas escaleras, dobló a la izquierda en una bifurcación, subió por otras escaleras y siguió corriendo, sin detenerse nunca, buscando alguna otra puerta... pero no había nada. Ya no habían puertas, simplemente penumbra y pasillos infinitos. Le pareció haber pasado unas cinco veces por los mismos lugares, pero era imposible, siempre tomaba caminos distintos para variar la ruta. Estaba atrapado en un macabro laberinto sin salida.
—Por favor...—La misma voz volvió a susurrar. Un susurro que rebotó resonando entre todas las paredes de ese extraño lugar. Zeta no cedió la marcha, volvió a cruzarse con la misma bifurcación de hace un rato, pero esta vez se dirigió a la derecha. Mientras corría, el joven notaba como las paredes comenzaban a cambiar, ya no eran de concreto. Ahora estaban hechas de maderas, tablones de madera vieja clavadas una sobre la otra.
Al final del pasillo Zeta notó un resplandor blanco, sin siquiera dudarlo aceleró la marcha. Mientras avanzaba las paredes iban haciéndose más y más angostas, como si quisieran aplastarlo. Corrió lo más rápido que pudo, las paredes seguían cerrándose. Inmediatamente, de entre los tablones comenzó a brotar un líquido rojo, que llegó a inundar un poco el suelo y que salpicaba por cada pisada que daba el joven. ¿Sangre?>
Zeta veía el final del pasillo muy cerca, no faltaba mucho, aceleró todavía más la marcha. Sentía un ardor que parecía que se le quemaban las piernas del esfuerzo, su agitación retumbaba en el pasillo, pero no se rindió... siguió hasta el final. Debía llegar a toda costa.
El umbral de luz blanca comenzó a cubrirlo, nuevamente escuchó esa voz, pero ahora podía oírlo más fuerte, con más claridad.
—Sálvame por favor... ¡No me dejes!
*****
Zeta abrió rápidamente sus ojos, su respiración era agitada, sudaba en frio. Instantáneamente se llevó una mano a la frente, secándose el sudor y luego se peinó hacia arriba como siempre solía hacerlo deslizando sus dedos entre su castaña cabellera. Alzó un poco su cuerpo, ya que estaba recostado en el asiento trasero del auto, miró a través de la ventanilla al cielo, seguía siendo de noche, el sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte.
Rex se encontraba sentado en el capó del vehículo haciendo guardia, como habían acordado el día anterior. Ambos decidieron esperar a que la noche pasara antes de adentrarse a la ciudad, y buscar la nación escarlata. Así que se colocaron en una banquina de la ruta, en las afueras de la ciudad para pasar ahí la noche. Acordaron cumplir turnos de guardia de tres horas cada uno, mientras el otro descansaba.
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Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión Clásica
Science FictionTras despertarse en un callejón baldío, cubierto de sangre y sin ser capaz de recordar su identidad, un solitario y desconfiado joven no tendrá más opción que sobrevivir a un mundo en donde las leyes ya no existen, los muertos cobran vida, el orden...