12. Cuenta Regresiva (II)

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-Yo soy Abi...Abigail.


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-Abigail, es un nombre muy bonito -dijo Patricia, mientras rellenaba un papeleo-. Solo unas cuantas preguntas de procedimiento más y terminamos.

La joven asintió observando a su alrededor con curiosidad. Se encontraba en una habitación de paredes oscuras y pequeñas, iluminada únicamente por una lámpara ubicada en una mesa redonda donde se encontraban Patricia y ella, frente a frente.

Había sido llamada por la mujer para ser registrada como miembro de la Nación Escarlata, luego de que Zeta la hubiese escoltado hasta su despacho. Hacia ya unos largos minutos que se encontraba ahí, respondiendo preguntas para la asistente del presidente y había visto muy poco los exteriores de la Nación. Pero eso poco que vio, bastó para resultarle un tanto extraño. Dentro, las personas se movían con total libertad. No parecía haber miedo a los monstruos dentro de los muros, la gente deambulaba como en los viejos tiempos, riendo y hablando entre sí, sin preocuparse por nada más. Había visto a varios soldados uniformados también, pero tampoco imponían un porte autoritario hacia las personas, sino que trasmitían una sensación de seguridad bastante cálida y agradable. Supuso que no le costaría adaptarse a este nuevo ritmo.

- ¿Pertenecías a algún grupo de supervivientes antes de toparte con nosotros?

-No, estaba sola por mi cuenta.

- ¿Cuentas con algún tipo de familiar, amigo, o conocido que continúe vivo?

La muchacha miró con un tinte de desconfianza a Patricia.

-Eso es personal.

-Lo siento, querida. Pero te pregunto esto porque puedes pedir un rescate si lo deseas. Tan solo necesito la ubicación de donde creas que pueden estar y comenzaremos por ahí. No es mi intención presionarte.

-Entiendo -dijo Abi, bajando la vista-. No, no tengo a nadie.

-Perfecto. Lo último que necesito es tu firma, aquí.

Abigail firmó y se retiró del lugar. La habitación contigua daba a una sala de espera angosta y cerrada, donde Ignacio y Emilio, esperaban su turno para ingresar con Patricia al interrogatorio. La joven los saludó con un ademán de su cabeza al pasar. Una vez afuera, fue asediada por un manto de luz cegador. El sol estaba radiante el día de hoy.

Se dirigió a paso inseguro hacia ninguna dirección en particular, al ser nueva no sabía exactamente que debía hacer. Buscó con la mirada al muchacho de cabellos negros en punta, que tenía una cicatriz en el brazo como ella. Sentía curiosidad por saber más acerca de ese joven y algo en su estómago se revolvía cuando pensaba en él detenidamente. Pasó un rato hasta que se rindió en su búsqueda, el lugar era demasiado grande como para examinar desde una posición fija, por lo que resolvió caminar un poco.

Se acercó hasta un grupo de personas que ingresaban en fila por una puerta con un rotulo encima que ponía "Comedor". Al leer esas palabras su estómago dejó escapar un leve rugido, el hambre hizo su aparición y pensó que no sería mala idea comer algo. La muchacha se acercó insegura hasta la entrada, hasta que fue animada a pasar por una agradable señora de aspecto amigable, con un rodete en la cabeza. Dedujo que sería la cocinera.

- ¡Querida! Pasa por aquí, ¿eres nueva verdad? Te veo algo tímida, adelante no tengas miedo ¿tienes hambre?

-Gracias, la verdad es que muero de hambre -respondió Abigail, dejando escapar una sonrisa.

- ¡Ya lo creo, mira lo flaca que estas! -dijo la señora, tomándola del hombro para llevarla con ella dentro del comedor-. Mi nombre es Matilde, soy la encargada del comedor. Tienes mucha suerte, porque la cocina va a cerrar en media hora, abrimos dos horas en el medio día y dos en la noche. Puedes comer lo que veas disponible en la mesa de allá, generalmente siempre hay un menú o dos por día. No tenemos mucha variedad, pero los estómagos de nuestra gente nunca están vacíos -dijo entre risas, mientras guiaba a la muchacha por una red de sillas y mesas-. Debemos agradecer a la división de provisiones y al presidente por brindarnos alimentos todos los días, los muchachos se esfuerzan mucho por mantener a todos a gusto aquí dentro.

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora