-Perfecto -dijo Max, mientras ordenaba mediante una seña a los centinelas para proceder a abrir el portón y comenzar la misión.
El camino al edificio estuvo tranquilo y bastante callado, la caminata fue apresurada pero a Zeta le pareció una eternidad. Su cabeza estaba desconectada de su cuerpo, actuaba por mero impulso, no hablaba con nadie, hasta que Rex se le acercó para susurrarle algo.
- ¿Qué te pasa? Estas bastante raro.
-No pasa nada. Estoy bien, gracias.
-Vamos idiota, no eres bueno mintiendo. ¿Qué te pasa?
Zeta lo sentenció con la mirada, y le respondió al oído para que nadie escuchara. -Soy un imbécil, me declaré de una forma realmente estúpida ante Sam y ella me rechazó.
- ¡¿Qué!?-gritó Rex a lo que todo el mundo se giró para verlo.
- ¿Podrías hacer más ruido? Asi algún bicho viene y nos devora más rápido -dijo Franco sarcásticamente.
-No le prestes atención -dijo Rex, notando la mirada de odio que Zeta le propendía a Franco.
-Ese imbécil -balbuceó el joven-. Sam dijo que son novios, ¿Le crees?
- ¿¡Que!? -grito Rex nuevamente.
Franco se giró y les asestó una mirada llena de rabia a ambos. -Sigan y yo seré quien me los coma.
-Déjalos Franco -dijo Sam, tomándolo del brazo para que retome la marcha.
Zeta y Rex acordaron seguir la conversación en otro momento, puesto que no era el mejor lugar para debatir sobre problemas amorosos.
-Es aquí-dijo Sam con una voz apagada y gélida-. Aquí murió Fernanda.
Anna intentó contener a Sam con unas palmadas en su espalda, mientras Franco la abrazaba para reconfortarla. Zeta y Rex no tenían nada que hacer ahí, les invadía una sensación de soledad aún más que cuando estaban juntos en la carretera. No conocían a nadie, y por consecuencia nadie era importante para ellos. Rex había acostumbrado sus emociones con el pasar de los tiempos, ya no lloraba por la muerte de una persona, se había vuelto más frio en ese aspecto. Recordó cuando su perro murió accidentado y lloró una semana; pero luego de la muerte de su hermana y la de sus padres, el resto de las personas le importaba muy poco.
« ¿Tanto he cambiado? ¿Qué ya no siento nada más que indiferencia ante una muerte?- pensó Rex-. Que mierda. »
Sam se recompuso por completo al llegar al edificio, secó sus lágrimas y adoptó una actitud decidida. Guió a todos por el espejado vestíbulo forrado de cadáveres, y perfiló a subir las escaleras pero Zeta la detuvo.
- ¿Este ascensor no funciona?-preguntó el joven.
-No lo sé, no lo he probado. Si restableciéramos las luces aquí seguramente funcionaria -dedujo Sam.
-Es increíble como todavía pueden mantener la ciudad entera con luz-añadió Rex.
-La nación escarlata maneja el centro energético, ofreciendo energía eléctrica a la ciudad -comentó Franco-. Un grupo está asentado ahí, manejando todo; la particionan según creen mejor la situación, brindando energía a ciertos puntos de la ciudad. Es por eso que tenemos energía, ellos nos las brindan.
-De todas formas iremos por las escaleras, solo son dos pisos -ordenó Sam.
Todo el mundo subió siguiendo los pasos de Samantha, quien los guió cautelosamente por las escaleras intentando evitar un infortunado encuentro con algún muerto caminante. Sam notó que el camino estaba más despejado que la última vez que visitó el lugar. Los zombies escaseaban y solo se observaban unos pocos pares deambulando en los largos pasillos de cada piso. Al llegar a la segunda planta, la muchacha imaginó encontrarse con la gran horda que la persiguió la última vez y que había dejado atrás para buscar ayuda; pero se encontró con un segundo piso inusualmente vacio. Tanto que tuvo que obligarse a hacer memoria de si era el piso correcto. Lo único que llamaba su atención era una gran cantidad de cadáveres esparcido a lo largo del pasillo con la peculiaridad de que ninguno de ellos tenía cabeza.
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Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión Clásica
Fiksi IlmiahTras despertarse en un callejón baldío, cubierto de sangre y sin ser capaz de recordar su identidad, un solitario y desconfiado joven no tendrá más opción que sobrevivir a un mundo en donde las leyes ya no existen, los muertos cobran vida, el orden...