BRUNO
Poco a poco recupero la conciencia aún desorientado, no sé qué pasó, ni en dónde estoy.
Entonces me acuerdo de lo que pasó.
¿Estoy en el infierno?
Una vez que mis ojos se enfocan me doy cuenta que estoy en mi oficina todavía, pero en el sofá.
Me incorporo poco a poco y veo a Max parado frente a mí.
— ¿Qué pasó? — pregunto desconcertado, me palmo el cuerpo buscando alguna herida pero no hay nada.
— Máximo dice que te desmayaste — la voz severa de Emilia al pronunciar el nombre de su esposo me llega desde un lado. Está sentada en el sillón al lado de mí.
— Te desmayaste cuando disparé a tu librero. — comenta Max enojado y mira al agujero de bala en el mueble de madera al lado de la ventana de cristal atrás de donde estaba parado.
No me mató.Pero ¿por qué?
— No puedo creer que le hayas disparado, Máximo. — lo regaña su esposa.
— No tendré una pelea con mi esposa frente a él — me señala — pero ya te dije que no fui capaz de hacerlo al último segundo.
— Eso es porque incluso entre tu neblina de furia necesitas una explicación.
Max no contesta, simplemente se cruza de brazos y mira hacia otro lado, con el enojo profundamente arraigado en sus facciones.
— Bruno — Emilia se dirige a mí y yo la miro, su semblante es serio y su voz también severa pero la suavidad en su mirada, esa que siempre hay cuando me mira, sigue ahí, lo puedo notar aunque se esfuerce por ocultarla.— necesito escuchar tu versión, necesito que tú nos digas qué pasó.
— ¿Octavia no les ha dicho ya? — pregunto derrotado y desecho, aunque en el fondo mi corazón se aprieta un poco por el beneficio de la duda que Emi me está otorgando.
— Si, pero quiero saber tu versión. Te conozco lo suficiente para saber que hay más, por favor dinos.
Miro al suelo debatiéndome por dónde empezar y ordenando un poco mi cabeza que aún me está dando vueltas por el estúpido desmayo, si Max no me mata al terminar de hablar o sobrevivo al hecho de perder a Octavia, cosa que dudo, tendré que ir al doctor, estos desmayos, mareos y náuseas no son normales, quizás tenga una enfermedad terminal, la cual, si verdaderamente ya perdí a Octavia, aceptaré.
— Una mujer que trabaja aquí en la empresa dice que me acosté con ella y ahora está embarazada, pero sospecho que la noche en cuestión fui drogado, por el tiempo que pasó no tengo como probarlo y cuando ella me dio la noticia no le dije nada a Octavia se lo oculté por miedo, entonces Martha, la mujer de la que hablo, me empezó a mandar mensajes relacionados al bebé, una noche que estaba con Octavia mandó también fotos de ella en lencería, ella los vio y salió de mi departamento sin dejarme explicarle, pues piensa que la engañé cuando no fue así. Ni siquiera recuerdo la noche en que me acosté con ella, incluso no era consiente de que eso hubiera sucedido, solo desperté desnudo en mi cama sin recuerdos de la noche anterior.
— ¿Pero como pudo colarse a tu departamento? ¿O haberte drogado? — pregunta Emilia, me mira con preocupación en los ojos y ahora Max también me presenta toda su atención, aunque puedo ver el escepticismo en su mirada.
— Fue la noche del evento benéfico de la empresa, ella vive en este mismo edificio, así que me pidió que la trajera, dice que en lugar de llevarla a su departamento la traje aquí, pero no recuerdo.
— Qué conveniente —dice Max y suelta una risa de incredulidad.
— Máximo — advierte Emilia.
— Yo no hubiera hecho algo así conscientemente, justo esa noche Octavia y yo — me callo antes de decir algo indebido, pero Max se da cuenta porque aprieta los puños y me mira con enojo renovado — esa noche en la beneficencia fue cuando por fin me decidí acerca a Octavia.
Y entonces recuerdo el correo que vi en mi computadora antes de que Max llegara.
— De hecho, ahí es donde sospecho que fui drogado, en la beneficencia, solicité las grabaciones y me di cuenta que llegaron justo antes que Max entrara.
Me levanto apresurado dónde estoy sentado, pero al hacerlo me viene un mareo.
— Cuidado — me dice Emilia cuando estoy a punto de caer.
— No te preocupes.
— ¿Has comido algo?
— No — contesto — pero últimamente me mareo mucho, no sé por qué.
— Ah — contesta mirándome con las cejas casi juntas.
Voy a mí computadora y abro el correo descargando la miríada de archivos en vídeos que mandaron.
Esto va a llevar tiempo.
Me llevo la computadora al sillón para empezar a verlos, Emilia se acerca a mí para poder ver mientras Max se sitúa atrás de mí para lo mismo.
— Está preciosa — susurra Max con orgullo cuando el primer video en dónde aparece Octavia se reproduce. Es verdad, está impresionante con su vestido, los ojos me empiezan a arder al volver a verla aunque sea en un video de no muy buena resolución.
Este es el primer video que dejo que se reproduzca a velocidad normal, sin adelantar o saltar.
Me pican dedos por las ganas de extender la mano y tocar la pantalla, pero me abstengo.
Cuando Octavia sale del enfoque de la cámara, entonces adelanto el vídeo.
Pasamos no sé cuánto tiempo revisando archivo tras archivo, cuando llegamos a uno en dónde muestra a Octavia entrando al baño de damas y a mí seguirla casi de inmediato, siento como Max aprieta las manos en la piel del sofá atrás de mí, con dedos inestables acelero la velocidad del video para que no se den cuenta cuánto tiempo pasamos ahí dentro, pero es inútil porque puedo jurar que escucho los dientes de Max rechinar conforme los minutos se registran en una esquina del vídeo.
Emilia se aclara un poco la garganta, hasta que por fin sale Octavia del baño con una sonrisa radiante y después lo hago yo confirmando una vez más que no esperé el tiempo que ella me indicó.
Pero entonces Enzo aparece en el cuadro.
— ¡Qué demonios! — grita Max cuando se da cuenta que su suegro ya sabía de lo nuestro. Escucho la risita de Emi a mi lado.
Pasamos a los siguientes archivos hasta que el salón está prácticamente vacío, en uno de ellos aparezco hablando por teléfono, haciendo memoria me acuerdo que fue con Narsés y entonces un camarero se me acerca para ofrecerme una copa, ya lo recuerdo ahora que lo veo, es la última que tomé, le presto toda mi atención a las imágenes, unos minutos después cuando cuelgo la llamada Martha se acerca, me dice algo y después nos vamos juntos pero siempre me mantengo a distancia de ella, aunque al verme en el vídeo noto que mi caminar es raro.
Ansioso busco en los archivos restantes, encuentro la cámara del estacionamiento, después de recorrer las grabaciones por varias horas llego a la hora aproximada en la que nos fuimos y entonces me doy cuenta.
— Ni siquiera pudiste conducir — susurra Emilia lo que estoy viendo.
Efectivamente, no sé qué me haya dado pero surtió efecto muy rápido, porque llego al auto casi tambaleándome y ella me ayuda a subir al lado del copiloto, después se sube al otro lado y acelera saliendo del estacionamiento.
Yo no digo nada, me quedo callado pero sigo buscando en los siguientes archivos, siento como Max se inclina hacia delante para poder ver mejor hasta que, después de mucho buscar, encuentro lo que busco, al mismo camarero que me dio la copa, ya ni siquiera estaban repartiendo licor, Martha se acerca a él con una copa ya servida, le da algunas indicaciones y este se marcha hasta donde yo me encuentro, me puedo ver hablando por teléfono pero desde otro ángulo.
No necesito buscar si hay una grabación de ella poniendo algo en esa copa, el hecho es más que evidente.
— Sí me drogó — les digo a ambos pero sin mirar a ninguno. Ahora tengo pruebas y seguro puedo hacer algo al respecto.
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BESAR LA LLUVIA [+18]
Любовные романыOctavia Bécquer es la hija del matrimonio perfecto, creció tratada como una princesa a la cual cumplen todos sus caprichos, ella aspira a encontrar el amor que iguale lo que sus padres tienen, pero sin embargo piensa que no encontrará. Todo cambia c...