Capítulo 11 - Destino Inevitable.

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La gran noticia

El pueblo entero parece respirar con más ligereza.

Jony está muerto.

"Hombre encontrado sin vida en el callejón de la Avenida Central. Se presume asesinato."

El noticiero local no tarda en informar sobre su fallecimiento: lo encontraron en un callejón, con la piel pálida y una mueca indescriptible en el rostro. Un crimen sin testigos. Sin cámaras. Sin pistas.

Pero yo lo sé.

No tengo dudas. Fueron ellos.

Algo dentro de mí lo sabe con una certeza inquietante. No tengo pruebas tangibles, pero tampoco necesito pruebas cuando mis instintos me gritan la verdad.

Los hermanos Devil.

Los recién llegados. Dueños de la empresa Infierno. Mencionados en cada conversación susurrada, envueltos en un aire de misterio que electriza el ambiente.

Siento un escalofrío recorrer mi piel, pero no es miedo lo que me recorre las venas.

Es alivio.

No me enorgullece, pero tampoco puedo mentirme a mí misma. Jony merecía su destino, y aunque su muerte me deje un sabor agridulce, no voy a derramar lágrimas por él.

Sin embargo, ahora no es momento de pensar en ello.

Tengo cosas más importantes en qué enfocarme.

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El reflejo en el espejo.

El reflejo en el espejo me observa con intensidad.

Mis ojos oscuros y expresivos recorren mi propio rostro, analizando cada detalle. Mi piel trigueña resplandece bajo la luz amarillenta del baño, mientras mis labios gruesos, aún hinchados por las mordidas inconscientes de ansiedad, se entreabren en una exhalación lenta. Me miro fijamente, buscando algo en mi propia mirada… tal vez una respuesta, tal vez una señal de que no estoy completamente loca.

Nada.

Suspiro y comienzo a maquillarme con paciencia. No soy experta, pero sé resaltar lo que me favorece. Un delineado oscuro alarga mi mirada, dándole ese aire felino que me gusta. Mi cabello, castaño oscuro y sedoso, cae en ondas perfectas hasta mi cintura después de pasar los dedos entre sus mechones. Me toma unos minutos dejarlo suelto y brillante, tal como me gusta.

Elijo un vestido que se ajuste a la ocasión: negro, ajustado en la cintura, con un escote lo suficientemente discreto para una entrevista, pero lo bastante insinuante para que mi silueta hable por sí sola. Largo hasta la mitad del muslo, elegante sin ser exagerado. Me calzo unos tacones sencillos, pero lo suficientemente altos para estilizar mis piernas.

Muevo la cabeza de un lado a otro.

Perfecto.

Mi destino puede cambiar en cualquier momento.

O quizás… solo estoy caminando hacia algo que ya comenzó mucho antes.

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Camino a lo desconocido.

El aire es distinto cuando salgo de casa.

Parece más pesado.

No sé si es el clima, la presión que carga el pueblo tras el asesinato o mi propia ansiedad. Sea lo que sea, la sensación de ser observada me eriza la piel.

Mientras camino por las calles, percibo miradas furtivas a través de los escaparates. Susurran. Lo sé. Se preguntan qué pasará ahora, quién será el siguiente. Un crimen como este no ocurre sin consecuencias.

Pero sigo avanzando.

La silueta de Infierno se alza en la distancia.

Oscura. Fría. Monumental.

Cuando la tengo justo frente a mí, mi corazón late más rápido.

¿De verdad quiero esto?

Mis pies ya han tomado la decisión.

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Llegando a Infierno.

La empresa se erige como una bestia dormida.

Vidrios oscuros, un diseño calculado para imponer respeto, como si aquel edificio estuviera vivo y respirara con sigilo. Las luces opacas apenas logran suavizar la sensación de algo inhumano en su presencia.

Cuando entro, la temperatura parece descender.

El aroma es lo primero que me golpea: madera quemada, especias, algo más que no puedo identificar pero que me invade los sentidos.

El vestíbulo es amplio, con suelos de mármol negro que reflejan las luces del techo. Todo es perfecto y frío, como si aquí nada existiera por azar.

Mis tacones resuenan en el silencio.

Llamo la atención, lo sé.

Una presencia al final del pasillo me observa.

Me obligo a mantener la compostura mientras me acerco a la recepción.

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Infierno.

El recepcionista es un hombre de traje oscuro.

Su expresión es cortés, profesional… pero hay algo en sus ojos que me dice que ya me esperaba.

—Lilith… ¿Verdad?

Mi cuerpo se tensa.

—Sí.

—La están esperando. Último piso.

Esperando.

La palabra me deja una sensación extraña, como si ya hubiera sido pronunciada antes, en otro tiempo.

No hago preguntas. Solo asiento y camino hacia el ascensor.

Las puertas se cierran con un sonido mecánico.

Respiro hondo.

Algo dentro de mí me dice que debería dar la vuelta.

Pero ya es tarde.

Mi reflejo me observa desde el metal pulido.

Mis pupilas están dilatadas.

Mis labios, entreabiertos.

Mi piel… caliente.

Golpeo dos veces mi mejilla.

—Concéntrate —susurro.

El ascensor se detiene con un sonido suave.

Las puertas se abren con un chasquido.

Y entonces, lo supe.

Este no es el inicio.

Es el punto de no retorno.





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¿Qué te parece?

La sensación de peligro y deseo se intensifica: Lilith sabe que está entrando en algo oscuro, pero no retrocede.

La historia continua. 🌸

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