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El camino de regreso a casa se sintió más largo de lo normal.
Lilith caminó apresurada, sintiendo que algo la acechaba desde las sombras. La noche era densa, el aire frío le calaba los huesos, pero no fue el clima lo que erizó su piel, sino la sensación punzante de ser observada.
No volteó. No se detuvo.
Pero incluso cuando cruzó la puerta de su departamento y la cerró con doble llave, la inquietud no desapareció.
Se quedó de pie un momento, respirando hondo, intentando recuperar el control de su pulso. Su reflejo en el espejo del pasillo le devolvió una imagen que la hizo estremecer: mejillas encendidas, ojos oscuros y dilatados, labios entreabiertos como si aún pudiera sentir el roce de aquellas voces en su piel.
Ellos.
Los tres.
Sus jefes.
Sus demonios.
Y ahora, sus pesadillas y sus deseos más oscuros.
Se desvistió lentamente, dejando que la ropa cayera al suelo. Entró a la ducha y dejó que el agua caliente se deslizara por su cuerpo, intentando limpiar la sensación de peligro… y el deseo que se aferraba a su piel como un veneno dulce.
Pero al meterse en la cama con solo una camiseta fina y ropa interior de encaje, supo que no había escape.
El silencio de la habitación se tornó pesado, asfixiante.
Un escalofrío le recorrió la espalda cuando sintió que el aire cambiaba.
Y entonces, un aliento caliente rozó su oído:
—Nos extrañaste, ¿verdad?
El grito murió en su garganta.
Se incorporó de golpe, con el pecho subiendo y bajando en una respiración errática. La penumbra envolvía la habitación, pero ella los vio.
Tres sombras.
Ojos incandescentes la devoraban en la oscuridad.
Pero no eran como antes. No eran los hombres de trajes elegantes y miradas dominantes que la acechaban en la oficina. Eran algo más. Algo primitivo, algo letal.
Eran demonios.
Sus cuerpos eran altos, esculpidos con una perfección que rozaba lo irreal, pero cubiertos por una negrura vibrante, una sombra viva que se adhería a su piel como llamas líquidas. Sus ojos ardían con un fulgor que la atrapaba, que la condenaba.
Se movieron con lentitud, como depredadores acechando a su presa.
—Nos llamaste en sueños, Lilith… —murmuró una voz grave y profunda, deslizándose por su piel como un veneno embriagador.
—Nos deseas… —susurró otro, su tono perverso, burlón, saboreando la verdad en su silencio.
Lilith tembló. Pero no se apartó.
No importaba cuánto lo negara, cuánto lo luchara, su cuerpo los anhelaba.
Y ellos lo sabían.
La camiseta que llevaba puesta se deslizó por su piel antes de que pudiera reaccionar. Dedos ardientes recorrieron su abdomen, su cintura, su pecho, explorándola con una confianza que la hacía jadear.
Un aliento caliente bajó por su cuello, besando, mordiendo. La sensación quemó, despertando un gemido involuntario de sus labios.
—Eres nuestra, Lilith… —murmuró una voz contra su clavícula, con la promesa de condenarla para siempre.
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Estrategia +18
Short Story--- Ella, una chica demasiado inocente para este mundo miserable, donde la bondad es devorada por la crueldad... Ellos, seres que no pertenecen a este mundo, letales y seductores, dispuestos a hacer lo impensable por protegerla... Ella arrastra un p...