---La noche era un manto espeso sobre el castillo, y el aire vibraba con una tensión eléctrica cuando los hermanos Millor se encontraron con Stevan en los límites del bosque.
No era una casualidad. Ellos lo habían estado acechando, y él lo sabía.
—Sabíamos que vendrías —dijo Malzevir con voz grave, sus ojos brillando como brasas en la oscuridad.
Stevan sonrió con arrogancia. —Y sin embargo, aquí están, como perros desesperados por recuperar lo que ya no les pertenece.
Matheus frunció el ceño, avanzando un paso. —Lilith es nuestra, y no permitiremos que sigas contaminando su mente.
Stevan inclinó la cabeza, con una expresión burlona. —¿Nuestra? Qué curioso. ¿Es acaso una posesión que pueden repartir entre ustedes tres? Porque si lo es, entonces nunca la tuvieron de verdad.
Las palabras calaron hondo, removiendo la rabia en los hermanos. Miloren fue el primero en atacar, lanzando una ráfaga de sombras en dirección a Stevan.
El aire se estremeció con la energía oscura, pero Stevan simplemente levantó la mano y desvió el ataque con una facilidad insultante.
—Patético —se burló, antes de lanzar su propia ofensiva.
Una explosión de oscuridad envolvió el bosque, y los hermanos apenas lograron esquivar el impacto.
Malzevir conjuró cadenas de sombras que se dispararon hacia Stevan, intentando atraparlo, pero él las rompió con un solo chasquido de dedos.
—Deben hacerlo mejor que esto —dijo, su voz resonando con un poder ancestral.
Matheus se lanzó hacia él, sus manos envueltas en llamas negras. Se movía con fiereza, pero Stevan era más rápido.
En un abrir y cerrar de ojos, esquivó su ataque y lo tomó del cuello, apretándolo con una fuerza que paralizó el tiempo.
—¿Sabes qué es lo más gracioso de todo esto, Matheus? —susurró Stevan con una sonrisa cruel—. Que tú eres el más débil de los tres.
Matheus intentó liberarse, pero la presión en su garganta se intensificó.
La oscuridad de Stevan se filtró en su cuerpo, invadiendo cada rincón de su esencia, arrancándole algo fundamental.
Un grito desgarrador resonó en la noche.
Cuando Stevan lo soltó, Matheus cayó de rodillas, jadeando.
Algo dentro de él había cambiado.
Lo sentía.
Lo sabía.
—¿Qué hiciste? —exigió Malzevir, con los ojos ardiendo de furia.
Stevan se encogió de hombros. —Le quité lo que lo hacía especial. Ahora es solo un simple inmortal. Nada más.
El silencio fue ensordecedor.
Miloren ayudó a Matheus a ponerse en pie, pero su mirada estaba llena de desesperación. Podían sentirlo.
Matheus ya no tenía el poder de antes. Su oscuridad se había desvanecido.
—Bastardo... —escupió Miloren, pero su voz temblaba.
Stevan sonrió de lado. —Ustedes decidieron desafiarme. Este es el precio por su arrogancia.
Sin decir más, se desvaneció en la oscuridad, dejando a los hermanos con su derrota y su impotencia.
---
Lilith, mientras tanto, recorría los pasillos del castillo con pasos erráticos. La ansiedad crecía en su interior como una bestia hambrienta, devorándola desde adentro.
Su piel ardía con la necesidad de ir tras Stevan, de buscarlo, de enfrentarlo.
Pero los hermanos la interceptaron antes de que pudiera hacer algo.
—No puedes ir a él —sentenció Malzevir con dureza.
Lilith los miró con una mezcla de rabia y desesperación.
—¿Por qué? ¿Por qué tengo que seguir sus reglas? ¡No soy su prisionera!
—Él nos está cazando —replicó Miloren—. Y si vas tras él, solo le darás más poder.
Fue entonces cuando Lilith lo notó.
La esencia oscura de uno de ellos se había desvanecido. Su corazón dio un vuelco al comprenderlo.
—¿Qué han hecho? —susurró, sus ojos recorriendo a cada uno hasta posarse en Matheus.
Él desvió la mirada, sus puños temblaban levemente.
—Stevan… me arrebató mi oscuridad —admitió en voz baja, con una frustración palpable.
Lilith sintió un frío recorriéndole la espalda. Stevan no solo los estaba desafiando, estaba destruyéndolos desde adentro. Pero lo que más la perturbó fue la punzada de satisfacción que sintió en lo más profundo de su ser.
No debía alegrarse, no debía sentir nada por él… y, sin embargo, allí estaba.
Esa noche, Lilith no pudo dormir.
Su mente estaba enredada en la lucha interna entre la lealtad a los hermanos y la atracción irresistible hacia Stevan. Finalmente, cedió a sus impulsos.
Cubriéndose con una capa oscura, escapó del castillo y recorrió la ciudad como un espectro desesperado.
Su búsqueda la llevó a callejones sombríos, a plazas silenciosas, hasta que finalmente llegó a una mansión apartada, escondida en la bruma de la noche.
Empujó las puertas con furia y se adentró sin miedo.
—¡Stevan! —su voz resonó en los pasillos vacíos—. ¡Sal y enfrenta lo que hiciste!
Él apareció desde las sombras, su presencia consumiéndolo todo.
Sus ojos la devoraron con una mezcla de placer y furia.
—¿Vienes a reclamarme, Lilith? —murmuró con sorna, acercándose a ella con pasos lentos y calculados—. ¿O vienes a entregarte?
Lilith lo abofeteó, pero Stevan atrapó su muñeca en el aire y la atrajo contra su cuerpo.
—Me culpas por todo, pero dime… ¿qué han estado haciendo ellos a tus espaldas?
Ella se quedó en silencio, sintiendo el calor abrasador de su cuerpo contra el suyo.
—Te están usando —susurró contra su piel—. Nunca te dejarán ser libre.
—Mentiroso —susurró Lilith, pero su voz no tenía convicción.
Stevan no respondió. En cambio, inclinó su rostro y atrapó sus labios en un beso brutal, un choque de rabia y deseo acumulado.
Lilith se resistió por un instante, pero luego sus manos encontraron su cabello y se aferraron a él con desesperación.
Se besaron con furia, con una pasión desbordante. Sus cuerpos se frotaron, su aliento se entremezcló.
Las manos de Stevan se deslizaron por su cintura, atrapándola, atrapándola en una tormenta de sensaciones que la consumía por completo.
Pero antes de que pudieran ir más lejos, Stevan se apartó de golpe.
—Aún no —murmuró, su mirada ardiendo con un fuego peligroso—. Quiero que vuelvas por tu propia voluntad.
Lilith jadeó, su cuerpo temblando por la intensidad del momento.
Y sin decir más, salió de la mansión, con la certeza de que todo estaba lejos de terminar.
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Esta historia apenas empieza...
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Estrategia +18
Short Story--- Ella, una chica demasiado inocente para este mundo miserable, donde la bondad es devorada por la crueldad... Ellos, seres que no pertenecen a este mundo, letales y seductores, dispuestos a hacer lo impensable por protegerla... Ella arrastra un p...