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Lilith subió de la bodega con el pulso acelerado. Su respiración aún no recuperaba su ritmo normal. Sentía el ardor en su piel, las marcas invisibles de lo que Dastan había provocado en ella.
Intentó calmarse. Se acomodó la ropa con disimulo, alisando su falda y ajustando el cuello de su blusa. Su piel aún ardía, sus piernas temblaban ligeramente.
Se dirigió a su escritorio y se dejó caer en la silla, tomando aire. Pero justo cuando pensó que tendría un respiro, sintió las miradas.
Las tres.
Ellos la observaban desde la otra oficina, sus ojos fijos en ella como si aún la estuvieran devorando.
Lilith tragó saliva.
Matheus tenía una expresión de diversión en su rostro, como si disfrutara verla afectada. Malik sonreía con esa arrogancia suya, con su mirada oscura fija en ella. Y Dastan… Dastan la devoraba con los ojos, con la misma intensidad con la que la había tocado minutos atrás en la bodega.
Su piel se erizó.
Tenía que hacer algo. Cualquier cosa que la distrajera de ellos.
Se puso de pie de golpe y caminó hasta el dispensador de café. No necesitaba café, pero necesitaba apartar su mente de esas miradas que parecían traspasar su ropa.
Tomó un vaso de papel y presionó el botón, esperando que el líquido caliente llenara el recipiente.
Pero sus manos estaban temblorosas.
Y entonces, sucedió.
Un leve tropiezo. Un movimiento torpe. Y el café ardiente derramándose sobre su mano.
—¡Mierda! —soltó un gemido ahogado, llevándose la mano al pecho por el dolor punzante.
Antes de que pudiera reaccionar, un cuerpo grande se interpuso entre ella y el dispensador.
Matheus.
Su expresión cambió de inmediato a una de preocupación genuina.
—Déjame ver —su voz fue más grave, más intensa.
Lilith intentó alejarse, pero él tomó su muñeca con firmeza y la giró para examinar la quemadura.
Sus dedos eran fríos contra su piel ardiente, y el contraste le arrancó un escalofrío.
—Siempre tan torpe… —murmuró, acariciando la zona con delicadeza.
Lilith apenas pudo respirar.
Él se inclinó un poco más sobre ella, su cercanía era sofocante.
Sus dedos recorrieron su piel con suavidad, pero el roce hizo que algo dentro de ella se agitara. El recuerdo de sus manos en la oscuridad. De sus labios sobre su piel.
—Tienes que ser más cuidadosa… —susurró Matheus, sin apartarse.
Lilith sintió que se derretía. Su cuerpo reaccionaba de formas que no podía controlar.
—Déjame ver… —una segunda voz interrumpió el momento.
Dastan apareció a su lado, con una venda en la mano.
—Si Matheus sigue tocándote así, necesitarás más que un vendaje —dijo con burla, mirándola con esa intensidad que la hacía perder la cabeza.
Lilith intentó recuperar el control de su respiración.
Matheus finalmente soltó su muñeca con reticencia, y Dastan tomó su lugar, envolviendo la venda con precisión sobre la quemadura.
—Listo —susurró al terminar. Pero no se apartó.
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Estrategia +18
Short Story--- Ella, una chica demasiado inocente para este mundo miserable, donde la bondad es devorada por la crueldad... Ellos, seres que no pertenecen a este mundo, letales y seductores, dispuestos a hacer lo impensable por protegerla... Ella arrastra un p...