Capítulo 17: Un lugar,tres almas.

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El agua del lago se agitaba suavemente con la brisa nocturna, reflejando el resplandor pálido de la luna.

Lilith podía sentir su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras sus ojos se clavaban en los de Esteban, esa figura oscura que la acechaba desde la distancia.

Su piel erizada y el escalofrío en su columna le indicaban que el peligro era real, tangible.

Matheus fue el primero en reaccionar. Su mirada, antes ardiente de deseo, se tornó gélida. Su voz, grave y firme, rompió el silencio.

—Malzevir, encárgate de él. Quiero saber quién demonios es.

Malzevir no dudó. Con un movimiento rápido, desapareció entre las sombras, siguiendo el rastro de Esteban.

La tensión se mantuvo en el aire, mientras Lilith, ahora completamente consciente de su desnudez, sintió el ardor de las miradas de Matheus y Miloren recorriendo su cuerpo expuesto.

Un rubor encendió sus mejillas cuando notó el deseo en sus ojos. Los dos hombres estaban allí, observándola, y el peso de su atención la envolvía como una caricia.

Matheus se movió primero. Se acercó a ella, lento, con una predadora determinación.

Sus manos firmes la tomaron de la cintura, atrayéndola hacia su pecho desnudo y cálido. El contraste entre su piel mojada y la calidez de él la hizo jadear suavemente.

Miloren, sin perder tiempo, se posicionó detrás de ella, dejando que su torso musculoso se amoldara contra su espalda. Su respiración rozó la curva de su cuello, y Lilith sintió un escalofrío recorrerla.

Matheus tomó su rostro con ambas manos, elevándolo hasta que sus labios quedaron a escasos centímetros de los suyos.

-Te deseo —murmuró, su aliento tibio acariciando su boca.

Miloren, con un movimiento experto, deslizo sus manos por sus caderas, explorando cada curva con una adoración feroz.

En un solo instante, el deseo explotó en el aire como un incendio imparable.

Los labios de Matheus se apoderaron de los suyos con un beso hambriento, mientras Miloren se encargaba de estimularla por detrás. Sus cuerpos se movían en una danza sincronizada de placer y pasión desenfrenada.

El agua del lago se agitó a su alrededor con cada movimiento, cada caricia, cada suspiro que se escapaba de sus labios.

Lilith.

Mientras Matheus me besaba y acariciaba con una suavidad torturosa mis delicados senos, sentía los ardientes labios de Miloren  comiendo y cuello por detrás y bajando por mi espalda.

Sus grandes manos bajaban por mis caderas y daban apretones a mis nalgas, sus manos bajaron hasta acariciar mi centro y sin piedad bajo el agua tocaba, me acababa , me derretía ante ellos.

Sin esperar más, me moría por más quería más de ellos, de él.

Con ambas manos acariciaba el pecho de Matheus, pero baje mi mano izquierda hacia Miloren y toque su gran bulto.

-Quiero esto- dije en jadeo y más que un pedido, sonó como una suplica.

Miloren gruñó y con una velocidad asombrante ya se encontraba ya desnudo a mis espaldas.

Con su mano acelero más el movimiento en mi centro percatandose de que estuviera lo suficientemente lubricadas para el.

Cuando vio el momento guió su miembro a mi entrada, jugaba con mi centro,yo me movía queriendo más.

Hasta que con un movimiento demandante lo tenia dentro, con ambas de sus manos me tomó de mis caderas y con movimientos precisos me hacía suya.

Matheus me tomo la cara con ambas manos y me besaba con desespero mientras era embestida por Miloren .

Al cabo de minutos acabe y me apoye en el cuerpo de uno de mis hombres.

Me volteo y le planto un casto beso a aquel demonio que segundos atrás me hacía suya.

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A lo lejos, Malzevir había cumplido su tarea. Se detuvo a observar la escena desde la orilla, su mirada oscurecida por una mezcla de deseo y satisfacción al ver a su mujer siendo adorada por sus hermanos.

Con una sonrisa ladeada, supo que pronto reclamaría lo suyo.

Luego de que el frenesí de la pasión se extinguiera lentamente, Matheus tomó a Lilith entre sus brazos y la sacó del agua con una facilidad asombrosa.

Sin palabras, la envolvió con una manta que uno de ellos había llevado y la sostuvo contra su pecho mientras la llevaban a casa.

Cuando llegaron, el ambiente en la habitación se sintió cálido, envolvente. La cama, que antes era de un tamaño convencional, ahora se extendía con amplitud suficiente para albergarlos a los tres.

Era como si la casa misma entendiera su dinámica, cediendo a la voluntad de su energía.

Malzevir los esperaba sentado en el umbral de la puerta. Su expresión era de triunfo y una pizca de travesura.

-Vi todo —dijo con una media sonrisa- Y me parece que me deben algo.

Lilith sintió un nuevo escalofrío de anticipación recorrer su piel. La noche aún no había terminado, y el destino parecía dispuesto a enredar sus hilos una vez más.

A la mañana siguiente, con la luz del sol filtrándose por las cortinas, Lilith tomó una decisión. No iría al trabajo ese día. Necesitaba respuestas.

Miró a los hombres que la rodeaban, sus protectores, sus amantes.

-Tenemos que encontrar a Esteban. Necesito saber quién es.

Los tres asintieron con determinación. Pero antes de sumergirse en la incertidumbre de aquel misterio, Lilith hizo una confesión.

—Hay algo más... —murmuró, jugando con las sábanas entre sus dedos—. Puedo leer sus mentes.

El silencio se hizo pesado. Los hermanos se miraron entre ellos, procesando la revelación. Algo en sus expresiones le indicó que, lejos de sorprenderlos, su confesión sólo confirmaba algo que ellos ya intuían.

—Eres más especial de lo que creíes —dijo Matheus con suavidad, acariciando su mejilla—. Y creo que ha llegado el momento de descubrirlo todo.

Lilith cerró los ojos, sintiendo el peso de las revelaciones y del deseo insaciable que ahora la ataba a ellos. Mientras el sueño la envolvía, una sola certeza se instaló en su mente.

Tenía que regresar a su mundo. Al Limpimundo. Y allí, encontrar las respuestas que anhelaba.



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Colorin colorado esta historia aun no ha acabado.

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